Mella, a la izquierda siempre

Foto: Homenaje a Mella, obra de Nelson Domínguez
Foto: Homenaje a Mella, obra de Nelson Domínguez

Basta permanecer unos instantes en la escalinata de la Universidad de La Habana para sentir el hado poderoso de quienes desde allí cimentaron el destino de esta isla antillana. Espíritus elevados que forman parte de la estirpe de los hombres que no admiten la inmovilidad ante la injusticia.

Mirando al Alma Mater reposan las cenizas de Julio Antonio Mella, uno de esos seres de ideales a prueba de balas.

No hubo vanidad en él. Joven de raíz martiana, de belleza y oratoria deslumbrantes, enemigo del capitalismo, del imperialismo y de las tiranías. El despuntante adulto, pero probado comunista, enrumbó parte de su lucha a posicionar a los estudiantes en el sitio que les corresponde en los cambios sociales. Procuró la unidad del continente, con la certeza de que «luchar por la Revolución social en América no es una utopía de locos o fanáticos, es luchar por el próximo paso de avance en la historia». Fue quien, un 10 de enero de 1929, murió por la Revolución.

Gerardo Machado cumplió la amenaza que hiciese cuando Villena lo llamó «asno con garras», tras encarcelar a Mella: «Tiene usted razón, joven. Yo no sé lo que es comunismo ni anarquismo ni socialismo. Pero a mí no me ponen rabo ni los estudiantes, ni los obreros, ni Mella. ¡Y lo mato! ¡Lo mato!». 

Sin embargo, calculó muy mal el tirano atroz el saldo de la muerte de aquel joven incómodo. Pensó que así sesgaría al adalid del estudiantado universitario, al abanderado del antimperialismo.

Con aquellos balazos a traición solo consiguió sumar, a sus 25, un año más cada vez que la FEU, la revista Alma Mater o el PCC cumplen aniversario. Mella es todo lo que fundó. Siempre a la izquierda, con la coherencia entre el decir y el hacer como adarga.

Pervive entre los que militan en las filas de la Patria, entre quienes no admiten que «el puño de hierro del imperialismo de Wall Street» se adentre en nuestras tierras de América, entre los jóvenes que se sobreponen a los yerros en el camino de edificar una Cuba cada vez más parecida a ellos. 

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