Mella hizo tanto en su corta vida que nunca morirá

Julio Antonio Mella, símbolo de la lucha estudiantil y comunista en Cuba. // Foto: Archivo de Granma
Julio Antonio Mella, símbolo de la lucha estudiantil y comunista en Cuba. // Foto: Archivo de Granma

Nació hace 120 años, pero vive y vivirá siempre en su obra. Lo asesinaron en México poco antes de cumplir 26 años, pero no pudieron matar su ejemplo y pocas personas en el mundo pueden acumular en su vida tantos hechos trascendentes para la historia de su Patria como lo hizo Julio Antonio Mella.

Vio la luz un 25 de marzo de 1903 en La Habana, y fue inscrito como Nicanor Mac Partland con el apellido de su madre, la joven irlandesa Cecilia Magdalena, por ser hijo de una unión extramatrimonial, pese a los deseos de su padre, el sastre dominicano Nicanor Mella, quien intentó enfrentar el derecho burgués de la época y reconocerlo legalmente.

Su padre era nieto del general Ramón Matías Mella, prócer de la independencia del pueblo dominicano, y su madre nunca dejó de militar en Cuba en las filas de quienes se oponían a la Enmienda Platt. De ellos heredaría el joven, conocido como Julio Antonio Mella, su vocación revolucionaria e internacionalista.

Hizo la primera enseñanza en varios colegios católicos en La Habana. En 1915 viaja Julio Antonio a Nueva Orleans, Estados Unidos, junto a su hermano menor Cecilio y su madre, alistándose en el ejército de ese país, asegurando una edad superior a los 14 años que tenía. Un amigo de su padre logró sacarlo del ejército y lo regresó a Cuba, donde ingresó en la Academia Newton, siendo allí alumno del poeta mexicano Salvador Díaz Mirón, quien le hizo descubrir el ideario del fundador del Partido Revolucionario Cubano, José Martí.

Su sueño de ser militar y pelear por la Patria americana se convierte en fuerte resolución. El anhelo de matricular en el Colegio Militar de San Jacinto lo lleva a emprender en 1920 un viaje a México. Desde ese país en plena revolución comprendió la doble moral imperialista, que declaraba el «panamericanismo» y la «democracia» mientras mantenía sus tropas de ocupación en Nicaragua, Haití y República Dominicana.

«Los pueblos hermanos que un loco tenaz descubriera, cachorros de un caduco león son hoy presas de un águila estrellada. ¿Por qué razón? ¿Por qué justicia? Por ninguna […]. Ver unidas a las repúblicas hispanoamericanas para verlas fuertes, dominadoras y servidoras de la Libertad, diosa. He aquí mi ideal», proclamó alto y claro el joven Mella con solo 17 años.

En esa temprana visita a la patria de Juárez, Mella precisa definitivamente cuál es el enemigo principal, y se planteará la vía de la unidad latinoamericana para derrotarlo. Regresa a Cuba y obtiene el título de bachiller en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río en 1921. Ese mismo año ingresa en la Universidad de La Habana, en la que matricula en Derecho, Filosofía y Letras.

«El más alto centro de cultura no debe ni puede ser una simple fábrica de títulos. Una universidad latina no es una escuela de comercio a donde se va a buscar tan solo el medio de ganarse la vida: la universidad moderna debe influir de manera directa en la vida social, debe señalar las rutas del progreso, debe ocasionar por medio de la acción ese progreso entre los individuos, debe por medio de sus profesores arrancar los misterios de la ciencia y exponerlos al conocimiento de los humanos», proclamaba Mella sobre la función social de la Universidad de La Habana.

Resulta difícil imaginar cómo pudo Mella hacer tanto, y organizar a tantos sectores populares de Cuba y América Latina en su corta vida. Fue administrador y periodista en la revista universitaria Alma Mater de 1922 a 1923. En enero de 1923, con 20 años, ya es el líder de la lucha estudiantil por la reforma universitaria y funda la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). En octubre de 1923 organiza y dirige el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, y en noviembre inaugura la Universidad Popular José Martí, con el propósito de «impartir instrucción política y académica a los trabajadores y de vincular la Universidad con las necesidades de los oprimidos».

En 1924 publica un folleto titulado Cuba, un pueblo que nunca ha sido libre, dividido en varias partes: El imperialismo yanqui ha sido siempre enemigo de la independencia de Cuba, La soberanía de Cuba ante el Derecho Político, La Enmienda Platt, y Otras manifestaciones del dominio yanqui en Cuba.

El 16 de junio de 1925, con 22 años, funda, junto a Carlos Baliño -precursor del pensamiento marxista cubano y creador con José Martí del Partido Revolucionario Cubano-, el Partido Comunista de Cuba, siendo su primer secretario de organización. En 1926 fue expulsado de la Universidad de La Habana por sus acciones revolucionarias contra la dictadura de Gerardo Machado y detenido por las fuerzas represivas. En la cárcel se declara en huelga de hambre indefinida.

El Comité Pro-Libertad de Mella inicia una campaña para liberarlo, la presión nacional e internacional se hace sentir, y es liberado el 23 de diciembre del propio año. Se embarca entonces rumbo a Honduras y se exilia en México, donde se vincula al movimiento revolucionario continental e internacional del que es nombrado Secretario General, posición rectora desde la que establece contacto con los revolucionarios y demócratas de toda la región e impulsa las actividades preparatorias para un evento internacional. En febrero de 1927, asiste al Congreso Mundial contra la opresión colonial y el imperialismo, celebrado en Bruselas, donde contacta con los revolucionarios y luchadores anticolonialistas de 37 países y 137 organizaciones progresistas del mundo.

En 1928 conoce en México a la fotógrafa y luchadora revolucionaria italiana, Tina Modotti, con quien mantuvo una intensa relación amorosa que solo duró cuatro meses pues es asesinado por la espalda por sicarios de Machado, el 10 de enero de 1929. Su última frase y legado fue: «Muero por la Revolución».

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