Memorias de Santiago 2023: Aplausos y análisis (I parte)

Recibido penúltimo grupo que participó en Santiago 2023.// Foto: JIT.

Santiago de Chile.— Los XIX Juegos Panamericanos respiran ya con el oxígeno de la historia. Hemos vivido días increíbles en cuanto al clima, con calor sofocante a media mañana y un frío intenso al amanecer y tarde noche.

La delegación cubana ha cumplido una estupenda labor no solo por los 30 oros y los 69 podios, sino por esas pinceladas que quedan grabadas en el periodista para interpretar, aplaudir y compartir.

Desde el principio de los preparativos expusimos que el pronóstico de 18 a 22 títulos del organismo deportivo y alrededor de 60 a 65 preseas totales parecía conservador, pero que ni siquiera eso era lo más importante en un contexto donde el deporte había sido golpeado también por la crisis económica, migratoria y de valores que vivimos como sociedad.

Entendíamos que de 25 a 30 sería una actuación brillante atemperada a lo anteriormente descrito, en tanto nos veíamos peleando del quinto al sexto escaño en el medallero por naciones, sobre todo en dependencia de las potencialidades que presentaran las naciones. Y ese extra de los protagonistas y sus entrenadores volvió a salir, por eso celebramos sin triunfalismo, pero agradecidos y feliz un quinto lugar, con un título de diferencia sobre Colombia, sexto en la tabla.

La realidad vivida en la tierra del cobre casi no traicionó esos arriesgados pronósticos periodísticos y esta lid múltiple también nos enseñó, atemperado al clima de estos 15 días, actuaciones calientes, hirvientes y fuera de todo cálculo (tal y como siempre pasa en estas citas) y otras bien heladas, incluso por debajo de planificaciones que se daban por seguras.

En orden de jerarquía hay cuatro deportes que sobresalieron cuantitativas y cualitativamente, así como por las historias humanas que nos dejaron. El judo y su triunfo “corta vena de emoción” contra Brasil en la discusión del título por equipos. La lucha con sus 16 preseas en 18 divisiones, ocho de ellas bien amarillas. El atletismo al llevar siete coronas a sus vitrinas y el tenis de mesa, que sacó par de doradas inesperadas e históricas, al tiempo que obtuvieron boleto olímpico en el doble mixto.

Las pesas aportaron el primer oro con Arley Calderón y luego se superaron respecto a Lima 2019, en tanto los boxeadores no solo retrocedieron, sino que solo tres de los siete hombres se vieron a plenitud para pelear por coronas que además daban cupos hacia París 2024. El canotaje nos dejó a la espera de una tercera dorada con el doble femenino de la canoa; mientras en el tiro deportivo, con lo que más vale y brilla de América, el pistolero mayor Leuris Pupo, fue el único que levantó la cruz.

Enorme alegría nos deja la regata del ocho con timonel en remo, que ganó tras 32 años de espera con más riñones que cualquier otro adjetivo que pudiéramos usar.

Por supuesto, en el orden personal varios nombres impresionaron: la judoca Idelannis Gómez (guerrera total); la velocista Yunisleidy de la Caridad García y sus compañeras del relevo 4×100 (nos hicieron correr con ellas); el subcampéon del Frontball Cristian Abreu (dos veces sacado en sillas de rueda, pero sin entregar sus partidos).

Como no mencionar a los tenimesistas Jorge Moisés Campos Daniela Fonseca y Andy Pereira (campeones de infarto), a la luchadora Yusneylis Guzmán (La Chiqui dorada), a la pareja de voleibol de playa de Jorge Luis Alayo y Noslen Díaz (estuvieron a punto de hacer una proeza contra la dupla brasileña en la final y al canoísta José Ramón Pelier (se impuso a medallistas mundiales y olímpicos).

Imposibles olvidar la final de ocho piernas en el 4×400 femenino que hizo tirar a más de uno de la cama, la excelente carrera de Sahily Diago en 800, las dos platas encendidas del kárate y de la pelota vasca, el segundo puesto de la ciclista Arlenis Sierra en la contrarreloj. Todos ellos venían a pelear podios y muchos no pararon hasta el puesto de honor; otros dejaron las tres C que pidió Idalis Ortiz antes de salir de La Habana y ganaron crónicas y titulares. Y se metieron en el cariño de su pueblo que los vio competir sin miedo ni reservas.

No olvido lo realizado por el clavados y la natación, que sin anotarse medallas por el alto nivel de sus rivales jamás regalaron tristeza. No les alcanzó sus tiempos o su calidad para podios, pero llegar a finales eran sus medallas y lo disfrutaron así. El badminton, la esgrima y el taekwondo marcaron la casilla del bronce y también es válido mencionarlos.

Como asignatura bien congelada quedaron los deportes colectivos, pues no solo quedaron sin preseas (algo que solo había sucedido en 1955 y 1959), sino que algunos hasta mostraron sus peores caras con derrotas que todavía nos duelen.

Desde el inefable sexto lugar del béisbol hasta la derrota del voleibol varonil contra Colombia por bronce; un baloncesto femenino con demasiados vaivenes en sus faenas hasta un balonmano que después de ser puntero en contrataciones y haberse anotado un bronce en Lima retorna sin mucho que contar.

Por supuesto, quedan otras caras para comentar: el aporte de nuestros técnicos con otras naciones; el cariño del pueblo chileno a los deportistas cubanos mientras no chocaran con un anfitrión, actitudes de honor y valentía al límite de al menos cinco de nuestros atletas, pero de ellas comentaremos en la segunda entrega de estas memorias.

Cierra así el último capítulo de antesala olímpica en un año atípico. Hay para ponderar sin triunfalismo estos 30 oros y 69 preseas, pero sobre todo aplaudir a la familia y amigos de esos muchachos y muchachas, que también apoyaron hasta el infinito para verlos sonreír en Santiago 2023

Pronto regresamos con estas memorias que ustedes también nos ayudarán a escribir.

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