La entidad insistió en la atención especial que requiere el nuevo episodio canicular, lo cual explica el llamado permanente de las autoridades a no hacer ejercicio físico fuerte, permanecer hidratado, no salir de casa en las horas más calurosas y atender a los seres humanos particularmente sensibles, entre ellos los ancianos y los enfermos.
Al menos 80 departamentos fueron declarados bajo vigilancia naranja, solo superada por la roja, una cifra sin precedentes en la Francia metropolitana, que cuenta con 96 demarcaciones.
Anoche se rompió en la norteña ciudad costera de Dieppe otro récord de temperatura nocturna, al subir hasta 24,1.
La víspera en la suroccidental urbe de Burdeos, una de las estaciones registró a las 16:15, hora local, 41,2 grados centígrados, valor nunca antes reportado allí, mientras en Angers (centro), Rennes (nororiente) y Blois (norte) los termómetros marcaron datos históricos de 40,7; 40,1; y 40, respectivamente.
De acuerdo con los pronósticos, mañana pudiera romperse en esta capital el récord de 40,4 grados centígrados, que data de 1947.
La presente canícula es la segunda en menos de un mes sufrida por Francia, después de que en la última semana de junio las temperaturas subieran a 40 grados varias veces, alcanzando incluso los 44 en zonas del sur, hasta reportarse en Verargues el récord nacional absoluto de 46.
Científicos advierten que el cambio climático pudiera convertir estas olas de calor en un fenómeno normal en el verano de Europa, lo cual genera preocupación y hace a muchos recordar la tragedia de 2003, cuando murieron 15 mil personas.