Cada siete de enero la ciudad del Golfo de Guacanayabo reedita aquel aroma a tinta que se esparció como el aire por el mundo y llevó a los parajes insospechados la efervescente inquietud literaria de los cubanos a través de la revista Orto, que vio la luz por primera vez en esta fecha del 1912.
La rotativa inicialmente en Martí esquina Aguilera impregnó en el papel los deseos de un grupo de creadores que, guiados por el santiaguero devenido mecenas de las letras en esta urbe costera Juan Francisco Sariol, dieron riendas sueltas a sus musas e inspirados en los más disímiles temas se adentraron en la historia de las letras cubanas.
Los rasgos tipográficos trasladados luego hasta la imprenta El Arte, sita en Calixto García y Villuendas, iniciaron en ocho páginas convertidas luego en veintitrés planas, que por 45 años recogieron vivencias políticas, sociales, culturales y fundamentalmente literarias, de este territorio cubano.
Cual baño de luz, de civilización y progreso, le definen, quienes saben de sus cuentos, noticias culturales, comentarios sobre libros, publicaciones periódicas y sobre los últimos acontecimientos, mostrados a través de secciones fijas: Bibliografía, Gaceta bibliográfica, Meseta de libros, Revista de revistas y Letras extranjeras.
Fue desde su impronta la magia literaria cubana y extranjera adentrándose en las venas de su ciudad, de la región pródiga en cultores de verso y Patria.
Un torrente de erudición desató la Revista en la que Manuel Navarro Luna escribió sus primeros versos, y aparecieron las letras de Raúl Roa y se le facilitó la publicación a Nicolás Guillén; que fue soporte y núcleo del Grupo Literario de Manzanillo.
También, en la que se leyeron dentro y fuera de la Isla caribeña líneas emergidas de literatos prestigiosos como Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez, Unamuno, D’Annunzio, Gabriel García Lorca, Henri Barbusse,Rafael Alberti, Azorín, Oscar Wilde, Juana de Ibarbourou, Serafina Núñez.
Sembró en sí y legó a los cubanos una cultura única, simbiosis de la tradición española y africana, síntesis de criollez, reflejo de cubanía, de casi medio siglo de riqueza lírica, a la que vale regresar siempre para apoderarnos de su esencia de legítima defensa de la identidad y del arte del buen decir, desde la creatividad y la profesionalidad de sus autores.
Aunque diciembre de 1957 marcó su última salida, continúa siendo ella el esfuerzo cultural más sólido y sostenido del siglo XX en Cuba, la épica Revista que desde el fervor de sus autores contribuye a sus 107 años de nacida a la difusión de los valores nacionales.