Osmany, un abogado de Manzanillo

Osmany Alfaro, abogado del bufete de Mantilla, Arroyo Naranjo. Foto: Cortesía del entrevistado

Osmany Alfaro nació en Manzanillo y se crió en Arroyo Naranjo. De su infancia recuerda los juegos, cómo él los llama, “sanos”. Estudió en los “Camilitos”. Comenzó la Fiscalía Militar, pero debido a una enfermedad fue baja y en el 2012 se graduó de Derecho en la Universidad de La Habana. 

Osmany podría haber sido médico. Esa carrera o Derecho era a lo que lo impulsaban estudiar su mamá y su hermana. Él escogió la segunda. Lo tomó como un reto, pues las letras no eran en aquel entonces lo que más le gustaba. 

¿Por qué lo estudió? Aunque parezca cliché lo hizo para “ayudar a las personas que en un momento determinado tuvieran una situación vulnerable”. Pero como toda persona que inicia una carrera, llegó con una idea y terminó con otra. Al principio soñaba con ser fiscal. Culpa de ello a las series y películas que vio y mostraban esa cara del Derecho.   

Finalmente terminó siendo abogado penalista, aunque también se ha involucrado en lo civil y administrativo. El Derecho Penal siempre fue la asignatura que mejor se le dio durante la carrera. El Derecho Civil General fue la que más le costó. 

Dice que lo que más le gusta de este mundo es la acción propia de lo penal. Cuando se graduó lo ubicaron a trabajar en la Fiscalía de 10 de Octubre. De allí pasó al Registro Civil y finalmente empezó a trabajar en un bufete colectivo. 

Como todo recién graduado empezó de menos a más. Sus primeros casos estuvieron relacionados con lo civil y con delitos menos complejos relacionados con lo penal. 

Recuerda el primero que lo marcó, se trataba de un asesinato. “Traté de hacer todo para que esa persona saliera lo mejor posible en el sentido de lo que es la justicia. Representamos intereses de partes, pero lo que estamos tratando es que la justicia sea lo más loable posible”, apunta.

Llevar un caso de este tipo -dice- depende mucho de las circunstancias que lo rodean. Para Osmany siempre hay que analizar el por qué suceden las cosas y no hacerlo de una manera fría. “Quitarle la vida a una persona nunca va a estar justificado, pero quizás esa persona tenía situaciones que exacerbaron ese hecho delictivo”. 

Osmany habla de endogamia, “esa adaptación que uno tiene al medio en que está trabajando”. El impacto de llevar un caso de tamaña complejidad lo compara con un cirujano que abre un cuerpo por primera vez. “Pero llega un momento en que te vas adaptando y lo tomas como tu trabajo cotidiano”. 

¿Un caso que le haya dolido? “Siempre hay casos que nos marcan”, dice y se refiere sobre todo a aquellos que se pudieran haber evitado. 

¿Uno que le haya alegrado? “Los casos que más pueden alegrar a un abogado son aquellos donde el cliente sale satisfecho, sobre la en base de lo que es la legalidad y la justicia de los procesos”. 

Pero detrás de un cliente hay más que alegrías y dolor. Llevar un caso implica madrugadas y libros. Lleva también una dosis de tensión. Osmany explica que no importa si tienes 10 o 20 años de experiencia, siempre hay conceptos y criterios que consultar en bibliografías. Eso se traduce en horas sentado en una computadora. 

En estas horas Osmany no solo consulta la ley, si no que busca experiencias internacionales y estudia las lógicas y razonamientos aplicados en otros casos, que puedan ayudarlo a respaldar su caso ante un juez. 

Osmany Alfaro tiene dos hijos y trabaja hace años en el bufete colectivo de Mantilla en Arroyo Naranjo, donde ha sido vanguardia los últimos cuatro años. Es uno de los abogados que ha defendido en La Habana a personas involucrados en los sucesos del 11 de julio

Enfatiza en que “a pesar de que representamos intereses particulares, al final estamos inmersos existe también en un interés social”. Alfaro considera clave el contacto de un abogado con la familia. “Tenemos que hacer una labor psicológica y mediadora. La familia es de las primeras afectadas después de la víctima”.

El abogado de Mantilla habla también de las redes sociales, donde a veces sale contenido que es cierto y no se puede estar aislado, “pero muchas veces sale contenido tergiversado”. Asegura que siempre tuvo acceso “al acusado y a entrevistarlo, a las pruebas y debatirlas”. 

Finalmente Osmany define eso que lo llevó a ser abogado: “Una de las cosas más bonitas de la profesión es la posibilidad de llevar los casos por donde podamos llevarlos en dependencia de nuestros conocimientos”. A ello le suma el sensibilizarse con los problemas de la gente y resolverlos. 

Por Dinella García Acosta