Playita de Cajobabo: la bandera en alto

Al encuentro de Martí, con la bandera libre y en alto. Foto: Archivo de Granma

Playita de Cajobabo, Guan­tánamo.–Once de abril. Sobre las 10:30 de la noche, Martí pisó tierra cubana y Fidel rozó las aguas del mar Caribe, «con la bandera de la estrella solitaria plenamente independiente».

La oscuridad y las olas, las mismas piedras y la pared de la montaña de rocas abrigaron el simbólico ­encuentro entre El Maestro y su más fiel seguidor.

Ramón Ortiz, entonces miembro de la dirección del Partido en Guantánamo, guarda el instante en su memoria: «Ningún hecho me ha impresionado tanto. El Comandante izó la bandera de frente al mar; estaba inmóvil, meditabundo; no hubo más sonido que el de las olas, mientras la enseña nacional se movía con la brisa ligera.

«Después Fidel dio unos pasos, se detuvo ante el ­monumento, alzó la vista, y otra vez el silencio, mientras leía en voz baja, como si conversara con Gómez y Martí».

Comentó Fidel: «Pensaba en cómo habrían sido aquellos momentos (del desembarco y la travesía), de dónde encontró fuerzas (Martí) para semejante proeza: remar (…), desembarcar, cargar su mochila, su fusil con cien balas, caminar de noche por todas esas montañas».

Ese día –11 de abril de 1995–, el pasado, presente y futuro de la nación se dieron cita en Playita de Cajobabo, cien años después del arribo de Martí, Gómez y otros patriotas, para una guerra «rápida como un rayo», que liberaría al país y lograría «impedir a tiempo, con la independencia de Cuba», la expansión de Estados Unidos en América Latina.

En el centenario de aquel desembarco, Fidel convocó a la juventud a mirarse en aquellos patriotas, y a 125 años lo sigue haciendo: «¡Que sean como ellos es mucho pedir, pero lo pedimos!, ¡que sean mejores es pedir más, pero lo esperamos!».