¿Precios inflados o cuentas que no juegan con el bolsillo? (+ Video)

Foto: Martirena

Se ha hablado en múltiples ocasiones de la necesidad de producir y ofertar más, y sí, el camino anda por ahí, pero no se construye solo.

Un pomo de aceite a 600 o 700 pesos, el paquete de pollo a 800, la bolsa de leche amarilla a mil…, anuncios y ofertas que te llegan desde cualquier red, tanto de esa que llaman «social» y se construye desde el anonimato de internet como de esa otra que va de boca en boca por el barrio y te «resuelve», o mejor dicho, te revende, cinco libras de arroz a final de mes.

Una realidad que se torna cada vez más cotidiana, al punto de que lo que hoy nos parece caro, un abuso contra el bolsillo, dentro de dos meses, quizá, ya no suene tan alarmante al oído, porque la escalada de precios sigue in crescendo, y, con ello, una inflación que, si no ha tocado, como bien sabemos, algunos servicios básicos para la población, se multiplica en otros, como en el viaje que te cuesta ya 150 pesos de La Habana Vieja a Santiago de las Vegas, la libra de limón a 60 que te venden en el puesto del agro, o hasta el par de zapatos que tuviste que comprarle al niño en 3 500 pesos.

Pero más allá del número –que en la primera remontada te enoja, te hace maldecir al revendedor, al que se aprovecha, pero que luego terminas, ya resignado, pagando, pues se trata de algún producto o servicio que, obviamente, necesitas, y «ve tú a saber si luego se pierde o te lo venden aún más caro»–. Preocupa que ni siquiera se trata de un asunto que se resuelva con topar precios, regular la adquisición de determinada mercancía en los establecimientos comerciales, u otros mecanismos similares.

Cuando la oferta es poca y no hay un flujo constante de abastecimiento, siempre aparecerá el resquicio promisorio para la especulación, y si no pregúntenle al usuario que, en la red Telegram, te oferta la «ganga» de una caja de pollo por 3 000 pesos.

En este punto, el control, ese que deben ejercer los inspectores y otras autoridades del Gobierno, vendría, si bien no a solucionar, al menos a cortar las ramificaciones del problema; pero aquí también,  y no pocas veces, aquel que debe poner la multa o controlar la cola es quien saca provecho del desorden.

También es cierto que la venta de artículos en moneda libremente convertible (aunque por el momento es imprescindible para la captación de divisas y garantizar servicios vitales) y la existencia de una tasa de cambio informal, distorsionada, en la que el dólar ya asciende al cambio de 110 cup x 1 usd, ha venido a sumar tensiones, especialmente, porque el mercado que existe en cup se reduce a una oferta centrada en un mínimo de productos básicos y sin un aseguramiento estable, como consecuencia de la propia situación financiera que vive el país y el impacto del bloqueo recrudecido y de la pandemia.

Al final de la cadena, quien más pierde en esa espiral de precios es el consumidor y, sobre todo, quien no puede pasarse el día en una cola, porque tiene que trabajar.

Sin embargo, aquí también confluyen otras realidades disfrazadas de oportunismo, pues ni el combustible se les vende a los particulares en la mal llamada «moneda dura», ni las empresas estatales pueden ser eficientes o pagar utilidades a costa de subir los precios y vender en mlc producciones que no tienen componentes importados, ni aquel que está en la tarima puede sacar mayores ganancias que quien labra la tierra. Y todo eso sucede, e igualmente daña.

¿Qué hacer entonces? Se ha hablado en múltiples ocasiones de la necesidad de producir y ofertar más, y sí, el camino anda por ahí, pero no se construye solo, sino que se acompaña por una estrategia mucho más abarcadora.

Urge, en tal sentido, no solo diversificar a los actores económicos y sus facultades –como se ha venido haciendo en los últimos meses–, sino que, en la práctica, estos puedan desempeñarse sin ataduras, que son más de la mente y que no tienen respaldo alguno en papel.

Si bien el fenómeno donde más se expresa es en los precios de oferta y demanda, el camino para frenar este problema, como han explicado las autoridades y los expertos, no es restituir la capacidad de compra del salario, pues nos conduciría a más inflación y se convertiría en el cuento de nunca acabar. Tampoco se pueden topar todos los precios de la economía –en especial los de oferta y demanda–, pues para hacerlo debemos tener garantía de que se pueda cumplir y que después los productos no se pierdan de la tarima y, al final, se revendan a un precio mayor.

La medida más efectiva, sin dudas, es incrementar la oferta, pero produciendo más, apostando por los encadenamientos productivos con los diferentes actores, además de corregir las desviaciones en el pago de las utilidades del sistema empresarial, trabajar en el control del gasto público y reducir el déficit fiscal. Y en la ecuación no pueden faltar las transformaciones en la empresa estatal socialista; el perfeccionamiento del comercio interior; el cumplimiento de la circulación mercantil minorista estatal en pesos cubanos; el control del impacto de las medidas para la atención priorizada a las personas, los hogares y las comunidades en situación de vulnerabilidad; la eficiencia del proceso inversionista y priorizar la producción nacional de alimentos.

INDICACIONES DEL PRIMER SECRETARIO DEL PCC

  • La producción es la que nos puede equilibrar la oferta y la demanda, es la que nos puede sacar de la inflación y es la que nos puede sacar también de los altos precios. Un mercado que tenemos que asumir con diferentes actores económicos, pero regulado por el Estado; una planificación estratégica y financiera menos administrativa y burocrática y donde haya un necesario balance entre mecanismos político-ideológicos, económicos y administrativos, apostando por los encadenamientos productivos entre actores económicos y dejando atrás su uso como consigna.
  • Hay que seguir desarrollando las exportaciones, y en las exportaciones nuevos rubros exportables, y seguir recuperando los tradicionales; el concepto de polo exportador que se ha desarrollado en un grupo de provincias; el ciclo cerrado en las empresas, apropiarnos de los elementos de la economía circular.
  • Urge resolver los problemas que se presentan en las empresas estatales con pérdidas; profundizar en la eficiencia de las empresas y en los costos de los productos; corregir las desviaciones de la dolarización parcial, que no se ajustan a su diseño; concentrar el esfuerzo principal en el incremento de las ofertas de bienes y servicios a la población; además de lograr la reducción del déficit fiscal, y así contribuir a los necesarios equilibrios macroeconómicos. 
  • Se han aprobado más de 60 medidas de estímulo a la producción y comercialización de alimentos y otras que buscan elevar la eficiencia de la empresa estatal; así como estimular la acción de los nuevos actores económicos a través de las llamadas mipymes, destrabar procesos y encadenar producciones forma parte de un conjunto de acciones que complementan la Estrategia Económico-Social.
  • La matriz de actores económicos tiene que avanzar de una manera estructurada y no fragmentada hacia el objetivo de la construcción socialista; tanto los actores económicos del Estado, la empresa estatal, como los actores económicos cooperativos y del sector no estatal tenemos que trabajar complementados, en función y participando en los principales programas de desarrollo económico y social, en los proyectos de desarrollo local, y tienen que estar articulados todos esos actores económicos con los actores sociales, con los actores políticos y con los actores civiles.

Fuente: Discursos pronunciados en la clausura de la Asamblea Provincial del Partido de La Habana, el 9 de abril de 2022, y en el Octavo Periodo de Sesiones de la ix Legislatura de la Asamblea Nacional.

Por Yaditza del Sol González