Ottawa, 29 nov (Prensa Latina) El combustible de aviación sostenible (SAF, por sus siglas en inglés) es objeto hoy de renovada atención internacional, tras su empleo exclusivo en un primer vuelo comercial de carácter trasatlántico.
Un avión Boeing 787, de la aerolínea británica Virgin Atlantic, partió ayer de Londres y aterrizó en Nueva York utilizando solamente el SAF, cuyos ingredientes fundamentales son grasas y aceites usados.
El equipo salió del aeropuerto londinense de Heathrow, recorrió tres mil 543 millas (cinco mil 701 kilómetros) a través del océano Atlántico y «aterrizó con éxito» en el JFK de Nueva York usando únicamente combustible no contaminante, notificó la empresa.
Según el comunicado de la compañía, el hecho constituye un hito demostrativo de la capacidad del SAF como “una alternativa segura al combustible para aviones tradicionales, compatible con los motores, la estructura del avión y la infraestructura de combustible actuales”.
Fabricado a partir de productos de desecho, como el aceite de cocina, genera hasta un 70 por ciento menos de emisiones de dióxido de carbono (CO2) mientras funciona como combustible tradicional para aviones, añadió el texto.
A juicio de expertos, el problema actual con el SAF es su alto costo de producción, vinculado a la escasez de materia prima.
La Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, citada por The Independent, calcula que los cultivos energéticos requerirían más del 50 por ciento de las tierras agrícolas disponibles en el país; además, ello podría dañar la biodiversidad y provocar deforestación.
Aunque la idea es reutilizar los desechos para fabricar el SAF, científicos advierten que muchos de esos residuos son aprovechados por otros mercados y se requiere una “inversión significativa en la producción de combustible y en infraestructura de recolección”.
“El mundo siempre asumirá que no se puede hacer algo, hasta que lo haces”, opinó el fundador de Virgin Atlantic, Richard Branson, quien viajó a bordo del vuelo junto a responsables de empresas, funcionarios gubernamentales, ingenieros y reporteros.
El Departamento de Transporte británico aportó un millón de libras esterlinas (1,27 millones de dólares) para planear y operar el vuelo, cuya ejecución calificó como un “gran paso hacia la neutralidad de emisiones de la aviación”.