Protestas reavivan críticas a centros de acogida en Italia

Un grupo de inmigrantes se dispone a subir a un autobús antes de abandonar un centro de acogida en la localidad de Cona, en Venecia, para ser trasladados a la región de Emilia-Romaña tras la protesta de anoche después de la muerte de la joven marfileña Sandrine Bakayoko. Foto: Andrea Merola/ EFE.
Un grupo de inmigrantes se dispone a subir a un autobús antes de abandonar un centro de acogida en la localidad de Cona, en Venecia, para ser trasladados a la región de Emilia-Romaña tras la protesta de anoche después de la muerte de la joven marfileña Sandrine Bakayoko. Foto: Andrea Merola/ EFE.

Las precarias condiciones de acogida en un centro de inmigrantes cerca de Venecia suscitaron un debate sobre el saturado sistema de acogida de Italia, al tiempo que Roma busca acuerdos de repatriación con los países de origen.

Varios internos protestaron duramente el martes en el centro de Cona, próximo a Venecia (nordeste), para denunciar la muerte de una joven de Costa de Marfil y la supuesta demora de los servicios de emergencia.

La protesta, en la que se llegó a retener a 25 voluntarios en la instalación, ha recibido furibundas críticas de los partidos de derechas pero también ha puesto sobre la mesa la situación que a menudo se vive en estos centros de acogida para inmigrantes.

Una delegación del partido Izquierda Italiana acudió hoy a Cona para conocer de primera mano la calidad de las instalaciones y el diputado Nicola Fratoianni difundió fotografías de su visita a este “hotel de cinco estrellas”, según dijo irónicamente en Twitter.

Frantoianni denunció que hablar de “aglomeración es un eufemismo”, mostrando imágenes de enormes barracones repletos de camas y de objetos personales, y apuntó que “no hay agua y la que hay (en las duchas) es fría”.

El Ministerio italiano del Interior trata de descongestionar el centro, en el que se agolpan alrededor de mil 300 personas, y para ello trasladó hoy a un centenar de personas de Cona a otros de la cercana región de Emilia-Romagna.

Esta situación pone en evidencia la viabilidad del sistema de acogida de inmigrantes de Italia, que por su proximidad a las costas norteafricanas cerró 2016 como un año récord, con la llegada de 181 mil 283 personas, un 17,84 por ciento más que en 2015.

Los inmigrantes que solicitan asilo son distribuidos por las regiones del país mediante un sistema de cuotas y, de los 170.000 inmigrantes que esperan en Italia a que se decida sobre su solicitud de asilo o su repatriación, la mayoría van a Lombardía.

Según el Informe sobre Protección Internacional en Italia, elaborado por diversas organizaciones como Cáritas o ACNUR, en octubre de 2016 de estas personas 96 mil 701 residían en los Centros de Acogida Extraordinaria (CAS), los más numerosos y saturados.

Paralelamente, 23 mil 496 inmigrantes fueron ubicados en el Sistema de Protección de Solicitantes de Asilo y Refugiados (SPRAR), que alojan un número muy inferior de personas, algunas decenas por centro.

El problema reside en que las instalaciones SPRAR solo pueden abrirse con el permiso de los alcaldes, pues los inmigrantes deben someterse a un proceso de integración de varios meses y muchos regidores no parecen dispuestos a pagar el precio político de abrir un centro de inmigrantes en sus municipios.

Medios locales informaron hoy de que el Ministerio del Interior pretende animar a los alcaldes a respetar el acuerdo firmado con la Asociación de Municipios, en base al cual cada pueblo de Italia deberá acoger a 2,5 inmigrantes por cada mil habitantes.

Mientras Italia trata de aliviar esta situación y evitar que se repitan episodios como la revuelta de Cona, paralelamente mantiene abierto el diálogo con la Unión Europea y con los países de origen de los inmigrantes.

El ministro de Exteriores italiano, Angelino Alfano, ha asegurado que el país trabaja con Níger, Túnez y Libia para cerrar acuerdos que permitan acelerar las repatriaciones de inmigrantes ilegales que llegan a las costas italianas con la intención de acceder a Europa.

El ministro del Interior italiano, Marco Minniti, vi ajó ayer a Túnez para abordar esta cuestión con el primer ministro, Yusef Chahed, y su homólogo, H di Majdoub, ya que considera al país norteafricano “un socio fundamental en la lucha contra la trata de personas”.

La inmigración es un arma arrojadiza entre las fuerzas políticas italianas y es la derecha la que protesta con mayor insistencia contra lo que considera el fracaso de una estrategia de acogida ideada por los últimos tres gobiernos, todos ellos de centroizquierda.

El líder de la conservadora Forza Italia en Emilia-Romagna, Galeazzo Bignami, anunció una manifestación el próximo sábado ante el centro de inmigrantes de Bolonia para protestar “contra esta vergonzosa e indecente gestión”.

El vicepresidente del Senado, Roberto Calderoli, de la xenófoba Liga Norte, abogó en Facebook por “expulsar, incluso con el uso de la fuerza, a todos aquellos que intenten acceder a nuestras aguas o desembarcar en nuestras costas”.

Incluso la vicepresidenta del Partido Demócrata (PD, en el Gobierno), Debora Serracchiani, se mostró en contra de los grandes asentamientos de inmigrantes en una entrevista a “Il Messaggero” y abogó por dividirlos en pequeños grupos para facilitar su seguimiento.

(Con información de EFE)

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