Manzanillo. Marzo 2.- Unos pasan, llegan y observan la genialidad de las instantáneas que se muestran al público en la sala expositiva de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos de Manzanillo. Las imágenes pertenecen a la exposición personal del joven historiador de arte, investigador y creador Carlos Escala Figueredo.
Unas veces como crítico, otras como curador de exposiciones, y otras tantas como intelectual comprometido con la cultura y la identidad de su tierra natal, el bisoño artista nos presenta su propuesta conceptual Pueblo Blanco.
Tras la lectura de fragmentos al catálogo a cargo de otro joven creador, Yainier Salazar Benítez, miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) del territorio, y bajo el influjo de la poesía de Virgen de la Caridad Fernández Fornaris, madre del artista, se abrieron las puertas del salón para la inauguración de la expo.
La muestra exhibe 12 fotos a colores que reflejan al mar de esta ciudad no como fuente de alimento y muerte, como espacio-escenario, sino como personaje en eterna metamorfosis y contradicción. Observar las instantáneas nos permite ver el paisaje marino en su dimensión cultural, como centro de la relación interminable entre la humanidad y el océano.
Al preguntarle al creador el por qué del nombre de la exposición este confesó a Radio Granma digital que “fue una sugerencia de uno de los primos que no está por estas tierras Rafael Alberto Espinosa Villadóniga. Cuando yo hacía la invitación por la red social facebook, escribía que había sido el primo Alberto, precisamente aludiendo también aquella canción de Serrat El tío Alberto, quien había dado la idea, porque al contemplar las imágenes vistas desde los cayos de la ciudad, del cementerio de los barcos se quedó sorprendido con la belleza del mar, pero también con las heridas y entonces simplemente le salió Pueblo Blanco”.
“Un día había salido de pesca con unos amigos y desde allá contemplando, fuimos haciendo fotografías, era un día de pura diversión y goce, también de acercase a esa milenaria tarea y que ha sido prácticamente el sustento de esta ciudad, que ha sido la vida de Manzanillo, la pesca”.
“Y logramos las instantáneas con las vistas del mar, de la ciudad, a pesar de sus heridas, la hermosa vista de las montañas atrás, esa relación entre la ciudad el mar, el hombre, también como metáfora entre la vida y la muerte, de la existencia toda y también como una muestra de lo que pudiéramos calificar como paisaje cultural que es el paisaje que nos construimos desde nuestras miradas que están lógicamente permeadas de esa cultura que hemos ido bebiendo de nuestra formación, nuestra familia, de nuestras prácticas culturales de toda nuestra vidas”, dijo Escala Fernández.
La exposición está abierta al público durante un mes. La forma en que está contada una historia a manera de película, como si existiera un guión escrito de antemano; es lo que otorga una belleza adicional a la muestra.