Recibidos atletas asistentes a Copa del Mundo de Béisbol

La Habana.- «NOS ENORGULLECE la actitud que ustedes mantuvieron», dijo el vicepresidente primero del Inder, Raúl Fornés Valenciano, al dar la bienvenida a los miembros de la delegación cubana que regresó hoy a la patria luego de conseguir el cuarto lugar en la III Copa del Mundo Sub-23 de Béisbol.

«A pesar de las dificultades enfrentadas, de las muchas presiones y del juego sucio de que fueron centro, supieron levantar la bandera y luchar con garra», añadió en el Aeropuerto Internacional José Martí, donde estuvo acompañado por el vicepresidente del organismo Ariel Sainz Rodríguez y el comisionado nacional Juan Reynaldo Pérez Pardo.

Fornés resaltó el significado de no flaquear, contrario a quienes abandonaron el compromiso con el equipo, el país y sus seguidores, y el ambiente generado entre los muchos compatriotas que aplaudieron el desempeño que permitió acceder a la súper ronda y disputar el bronce en el certamen organizado en México.

«Primó la capacidad de imponernos, conscientes de que la mejor respuesta sería la emitida desde el terreno de juego», sostuvo por su parte el directivo de la Federación Cubana de Beisbol Luis Daniel del Risco, al dar a conocer una declaración que JIT reproduce íntegramente a continuación.

DECLARACIÓN DE LA DELEGACIÓN CUBANA

Los atletas, entrenadores y directivos que regresamos a la Patria con la satisfacción de haberle sido fieles, agradecemos las muestra de cariño, confianza y apoyo recibidas durante nuestra participación en la III Copa del Mundo Sub-23 de Beisbol disputada en las ciudades mexicanas de Obregón y Hermosillo.

Los muchos mensajes recibidos, sabernos en el centro de la atención de millones de compatriotas y el vínculo permanente con las autoridades del Inder, unido a la labor de nuestras misiones diplomática y deportiva en el país sede, se erigieron fortalezas sumadas a la convicción de triunfo que jamás nos faltó.

Fue ese el espíritu imperante en los momentos más tensos, cuando la estirpe de que somos herederos se convirtió en inspiración insustituible para pasar sobre la flaqueza de quienes traicionaron el compromiso colectivo fraguado durante duras jornadas de preparación, cediendo a la desfachatez con que se gestó un asedio sostenido e irrespetuoso, completamente ajeno a las esencias del deporte.

Aun cuando cada baja generó fisuras en el ámbito estratégico, limitando las opciones al alcance de la dirección del equipo, primó la capacidad de imponernos, conscientes de que la mejor respuesta sería la emitida desde el terreno de juego, más allá de las inconformidades que siempre provocan los desenlaces negativos.

Por eso mantuvimos la bandera en alto cuando muchos pronosticaban debacle total; disfrutamos la llegada a la súper ronda y fuimos nuevamente felices cuando nuestro pueblo disfrutó el acceso a una peleada discusión de bronce que debió saber a hiel a quienes hicieron hasta lo indecible para desmoralizarnos.

Reiteramos que, tal como ha sido recordado durante estos días, la actividad de los traficantes que contaminaron los escenarios de la competencia tiene sustento directo en la anulación de la implementación del acuerdo firmado por la Federación Cubana de Beisbol con las Grandes Ligas de Beisbol (MLB).

Insistimos en que su anulación cierra las puertas a la inserción segura y ordenada de nuestros atletas en ese circuito, atenta contra el bienestar y la tranquilidad de la familia cubana y condiciona que la aspiración de probarse a ese nivel pase por un trato humillante y discriminatorio que implica renunciar a su nacionalidad y correr riesgos para sus vidas.

Al mismo tiempo que rechazamos la opción del abandono, contraria a la gloria atesorada por nuestro deporte, denunciamos la mezquindad con que la administración de Donald Trump inhabilitó el acuerdo, empeñada en estimular capítulos como los vividos ahora por nuestra delegación, para presentarlos como parte de su campaña de desprestigio contra Cuba.

Constituyó un honor representar a un pueblo que batalla, decidido a no rendirse, y solo nos molesta no haberle regalado un resultado superior, propósito que siempre nos animó.

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