Riesgo de contaminación por plomo sitúa a Notre-Dame en el centro de la polémica

Símbolo de esta capital, dañado en abril por un voraz incendio, la catedral de Notre-Dame continúa hoy en el centro de la polémica por el riesgo de contaminación por plomo, con algunos que defienden su confinamiento total.
A mediados de julio se despejó un gran obstáculo, marcado por el enfrentamiento gobierno-oposición, con la adopción en el Parlamento de Francia de la ley que traza el camino para la reconstrucción del sitio declarado en 1991 por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

La iniciativa promovida por el gobierno de Emmanuel Macron establece mecanismos de organización y control de los estudios, los trabajos y los recursos necesarios para devolver en el ambicioso período de cinco años todo su esplendor a la catedral visitada cada año por siete millones de personas.

Sin embargo, las controversias en torno a Notre-Dame están lejos de desaparecer, debido al impacto de las entre 300 y 400 toneladas estimadas de plomo que las llamas podrían haber liberado a la atmósfera en minúsculas partículas tras destruir parte de la carpintería, el techo y la aguja de la majestuosa instalación ubicada a orillas del río Sena.

Diversas organizaciones se concentraron hoy frente a Notre-Dame para reclamar medidas urgentes que eviten el impacto del plomo en la salud humana, con riesgos potenciales como la enfermedad llamada Saturnismo.

Para sindicatos de la Confederación General del Trabajo, la mejor solución es el confinamiento total de la catedral y la creación de un centro de vigilancia sanitaria.

Por su parte, el rector arcipreste de Notre-Dame, Patrick Chauvet, consideró este lunes en una entrevista con la emisora Europa 1 que las personas no enfrentan en la actualidad un peligro para su salud en el lugar que atesora ocho siglos de historia y fue testigo en 1804 de la coronación de Napoleón.

De acuerdo con Chauvet, bastaría con mejorar el sistema de duchas y convertir la descontaminación en las mismas como un paso obligatorio para quienes acceden a la catedral durante las labores de reconstrucción u otras.

No me parece recomendable el aislamiento total del sitio, porque hoy el acceso al mismo está prohibido y sus puertas cerradas, insistió.

La polémica sigue con crecientes preocupaciones por la salud de los obreros encargados de los trabajos en el interior de la catedral y de las demás personas que habitan en sus inmediaciones, aunque solo se ha conocido del caso de un niño a quien detectaron en mayo tasas de plomo superiores a los 50 microgramos por litro de sangre, el límite tolerable fijado.

Por lo pronto, la Prefectura de la Isla de Francia (conocida también como región parisina) detuvo las labores de reconstrucción y anunció que comenzarán de manera progresiva a partir del 12 de agosto, luego de aplicadas las medidas de protección adicionales de cara al peligro de exposición al plomo.

La Agencia Regional de Salud admitió hace un mes la situación irregular e indicó una limpieza más profunda de la catedral, pero descartó que existiera una crisis y llamó a no generar pánico.

Decenas de miles de personas continúan llegando a diario hasta el emblemático lugar para tomarse una foto, aún cuando las grúas y los andamios, y sobre todo la ausencia de la destruida aguja, provocan nostalgia a parisinos y turistas.

La catedral de Notre-Dame fue declarado en 1991 por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Foto: Ileana Piñeiro/ Prensa Latina

Diversas organizaciones reclaman medidas urgentes que eviten el impacto del plomo en la salud humana. Foto: Ileana Piñeiro/ Prensa Latina

(Con información de Prensa Latina)