“Bueno, tristeza ante todo”. Fue la respuesta ante la interrogante ¿qué tú esperas que sientan los que ven esta obra?
Están frente a una instalación compuesta por un mar de vidrios rotos, una pequeña embarcación con varias personas trata de avanzar en medio de esa inmensidad y dos frases están escritas en la pared. Las personas observan y a la gran mayoría los ojos se le llenan de lágrimas.
“Se identifican, creo que se van a identificar bastante con la obra. El que más y el que menos, como dice el texto, tiene un vecino, tiene un compañero, tiene un amigo que ha perdido la vida en el intento de… o el que se ha involucrado en este tipo de salidas que le llaman ilegales, pero bueno, es una manera de emigrar también. Creo que se van a sentir identificados con ella, sí, cómo no”, argumentó Jesús Diéguez Fiallo (Chuchi) autor de esta pieza que obtuvo el Premio compartido en la 50 edición del Salón 10 de Octubre.
El evento, considerado el más importante de las artes plásticas en el municipio, es un reflejo del sentir no sólo de cada artista participante, sino de cada habitante de esta ciudad.
Delio Orozco, historiador y escritor amante del terruño lo decía así: “con razón que octubre a la Patria como mayo a la primavera, o sea, época de florecimientos y partos luminosos. Y aquí, en Manzanillo, tierra de esos instantes, asistimos hoy a uno de esos momentos, donde las miradas íntimas, dolidas, mansas, fieras o rebeldes de los artistas de las artes plásticas nos recuerdan media centuria del Salón de Artes Plásticas”.
“Desde que nos convocaron al 50 aniversario de dicho salón, tenía varias piezas como propuestas. Solo era materializarlas un poco en cuanto a materiales, pero ya la idea estaba. La idea estaba, incluso tenía pensado participar con dos obras, no pudo ser. Pero bueno, escogí la que pensé que se adecuaba más al momento histórico que estamos viviendo. Y creo que la obra ha tenido muy buena acogida. El jurado le dio la premiación compartida, es un reconocimiento bien recibido que siempre gratifica todo el quehacer y el empeño en tiempos tan difíciles como estos que uno se propone para materializar la obra”, comentó Diéguez Fiallo.
Su obra A los que no llegaron, fue seleccionada por el jurado que integraron en esta ocasión Alexis Rondón, artista de la plástica; Elizabeth Palacio Pacheco, licenciada en Historia del Arte; y Orlando López, licenciado en Educación Artística y escritor; junto a El Agente naranja, de Yunier Tamayo Sánchez para recibir el Premio compartido.
“Es un personaje de ficción que vive en tierras deforestadas y de pocos recursos, que se debate entre el ser de su interior y pierde su identidad y se las arregla para poder sobrevivir en su pedazo de tierra. Es una historia más bien personal del reflejo de nuestras vidas”, señaló Tamayo Sánchez refiriéndose a su pintura en óleo sobre lienzo.
Fueron 15 las propuestas para este Salón del quincuagésimo aniversario, y todas y cada una desborda sensibilidad en el mensaje “porque la vida ruge, ruge en las calles, ruge en nuestros hogares, ruge también en nuestros pechos, pero aquí estamos, aquí estamos venciendo al león de las circunstancias y aquí estamos, con sus miradas, todos nosotros, en cada trazo, en cada luminosidad, en cada pieza de instalación, estamos todos nosotros, los artistas, que son también cubanos y manzanilleros”, verbalizaba Delio Orozco.
Merecido el reconocimiento a todos. Por primera vez se sumaron los actores económicos no estatales junto a varios organismos y a la Fundación venezolana Medi-K para estimular la creación, válido en estos tiempos que corren y que ha requerido del esfuerzo de muchos para lograr llegar hasta este momento, pero, y vuelvo sobre las palabras de Orozco, “lo han logrado los artistas, lo han logrado los que han hecho posible el acto de creación, han logrado bien los que vienen a premiar, hemos logrado todos, porque aquí estamos, sirviendo, peleando, sufriendo, muriendo, pero a la vez creyendo que el futuro es posible, y con ello, construirlo por nuestras manos, con el impulso de nuestras almas, y con el esfuerzo de nuestros corazones”.
Por eso no es difícil verse reflejado, identificarse en un trazo, en una combinación de objetos con mensajes que calan hondo, ver los ojos humedecidos de quienes leen cada frase y recuerdan lo ocurrido con el Remolcador 13 de marzo, o se pierden entre los vidrios del mar imaginando ese barco a la deriva tras un sueño incierto. Por eso, sí, Delio Orozco tuvo razón cuando aseveró que “hacer en estos momentos y celebrar el 50 aniversario del Salón 10 de octubre, es cuando menos un acto corajudo”.
