Si le pones el pecho, recibes los frutos

En la finca Los mangos, el manzanillero Manuel Amaya Moreno siembra una historia de productividad. Las dimensiones de las hojas de sus lechugas son apenas rastros de su hacer «por sacar lo mejor a esta tierra».
A sus 48 años los días se transforman en arduas jornadas de sacrificio en el surco, bajo el sol, y su sudor es parte del agua con la que riega la semilla de la que obtiene frutos.
En solo 2.54 hectáreas de tierra una gama de cultivos varios que incluye col, berenjena, ají pimiento, tomate, boniato, le han convertido en uno de los agricultores de avanzada de la ciudad costera del Golfo de Guacanayabo.


Unas veces en solitario, otras con una decena de obreros, «pero lo importante es que le ponemos tanto empeño que vemos el resultado del trabajo.
«Solo en la campaña anterior yo recogí 10 toneladas de tomate, y como 15 toneladas de col», afirma este residente de la comunidad San Antonio.
«Eso sí, todo sale del sacrificio. Yo estoy tirado desde las 4 de la mañana y a veces son las 10 de la noche y no he llegado a la casa, porque siempre hay algo qué hacer. Y cuento con la ayuda de mi hijo y mi esposa se suma también cuando lleva al niño a la escuela.
«Pero la recompensa es el alimento y el dinero con el que suplimos otras necesidades; también la satisfacción de aportar a ese pueblo que tanto necesita de esos productos agrícolas para su sustento».
Los conocimientos como técnico medio en Agronomía, luego de sus estudios entre 1989 y 1991 en la Veguita 14, han servido de impulso a una pasión que asegura «me viene desde niño, no por gusto eso fue lo que aprendí».
Aquellos dos años de permanencia en el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) en Alquízar, fueron otro empujón al trabajo entre suelos y plantaciones, que se afianzó en ese espacio donde antes estuvo el organopónico Las Celias, uno de los primeros de la agricultura urbana y suburbana de Manzanillo.
A 17 años de sus faenas ininterrumpidas en el mismo pedazo de tierra en Las Novillas Amaya Moreno siente que «queda mucho por sacarle, porque está demostrado que si te lo propones y le pones el pecho, recibes sus frutos.»

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