Mazanillo. Abril 9.- El cuarto mes del calendario representa un período cargado de fechas importantes para Cuba, por el simbolismo histórico que tienen, y su significado para la dignidad de esta nación, que debe ser transmitida a las nuevas generaciones.
Uno de esos momentos aconteció hace hoy exactamente 63 años, la huelga general del nueve de abril de 1958 convocada por la dirección del Movimiento 26 de Julio, y protagonizada por el pueblo, en su mayoría jóvenes obreros, todos humildes, que pretendían derrocar al gobierno de turno de Fulgencio Batista, propósito que no se logró en ese instante, pero que sucedió en pocos meses después con la huída del país de este dictador.
La trascendencia histórica de aquel día la resumió Fidel en su discurso a un año de este acontecimiento, cuando expresó: «¿Quién lo iba a creer aquella noche del 9 de abril, en medio del terror y de la sangre, en medio del luto y de la tristeza, que antes de ocho meses la patria sería libre, que antes de ocho meses los criminales habrían sido derrotados, que antes de ocho meses aquella manada de lobos feroces –tan valientes cuando andaban en la calle asesinando indefensos… –habrían de huir tan precipitadamente la última noche de ese mismo año (…) los muertos sirvieron de bandera, porque los muertos sirvieron de aliento, porque los muertos dieron el ejemplo, porque los muertos trazaron el camino.
Los muertos del nueve de abril, los muertos de todos los combates de la libertad, los muertos del llano y de la montaña, de la lucha heroica mil veces del llano y de la lucha heroica de las montañas, les señalaron a unos y a otros el camino de la victoria».
Y es que en aquel entonces muchos fueron los cubanos que perdieron sus valiosas vidas por el odio que se desató después en la tiranía batistiana. La conmoción producida fue intensificada por la brutal represión del régimen, que dejó un saldo de más de un centenar de caídos, entre ellos Marcelo Salado, dirigente de acción en La Habana en esos momentos, y uno de los más valiosos y prometedores cuadros del Movimiento 26 de Julio.
Así lo refirió el eterno Comandante en Jefe de nuestra Revolución: «…aquellos hombres cayeron para que una nación se irguiera; que aquellos hombres dieron su vida para que una nación viviera; que aquellos hombres quedaron en el camino para que un pueblo siguiera su marcha hacia adelante; que ellos lo dieron todo para que otros fuesen felices…»
Cuenta la historia que ese día se luchó y murió en toda Cuba, y que al mediodía, la huelga fue decreciendo por las faltas de coordinación que impidieron que el paro fuera unánime. De aquel suceso, en su principio sin el éxito deseado, sobrevinieron muchas enseñanzas que valdrían para el triunfo revolucionario.
Hoy es digno recordar a los cientos de cubanos que perecieron en esa acción, porque tenemos memoria y porque nuestra historia no se puede olvidar. Aquellos hombres, que al decir por nuestro eterno líder, cayeron para que la nación se levantara, reciben hoy todo nuestro tributo.
Ya nos los dijo Fidel: «…Y nada nos consuela tanto como pensar que estamos cumpliendo con nuestros muertos, que los sueños se están convirtiendo en realidad, y que hoy podemos decir aquí, al cumplirse este aniversario de aquel día heroico del nueve de abril, que estamos rindiendo a nuestros mártires el mejor tributo, no de palabra, sino en hechos, ¡no en promesas, sino en hechos!».
Entonces dediquemos hoy todo nuestro respeto a esos héroes que nos limpiaron el camino, y también toda la confianza de mantener lo más importante de nuestras conquistas, la inquebrantable unidad del pueblo cubano. Como nos pidió Camilo Cienfuegos, quien tuvo una intrépida presencia desde nuestra provincia de Granma, como parte de las numerosas acciones de los frentes guerrilleros en apoyo a la huelga, desde los Llanos del Cauto.
Camilo el 28 de junio de 1959, ante la tumba de los mártires del nueve de abril en el cementerio de Sagua la Grande, donde se realizó el despliegue más grande de las acciones armadas acontecidas en numerosas ciudades, nos legó: «…juremos en silencio que nada ni nadie nos dividirá, que nada ni nadie detendrá la Revolución».
Y ese juramento debemos cumplirlo, sobre todo en estos días cuando aparece una fuerte guerra subversiva contra Cuba que pretende desmembrar nuestra soberanía, nuestras conquistas y a la isla con falsas intenciones de grupúsculos que se venden por dinero. Por eso nuestro primer pensamiento hoy debe ser para estos mártires que merecen, como dijo nuestro poeta nacional Nicolás Guillén, todas las flores de abril.