Manzanillo. Septiembre 10._ Transcurría el año 2002, ya la Escuela Formadora de Trabajadores Sociales Fran País García de Santiago de Cuba, había realizado su primera graduación con jóvenes que estuvieron desvinculados del estudio y el trabajo; ahora se incorporaban a las comunidades de las provincias orientales.
Yo terminaba mi onceno grado, el secretario del preuniversitario nos anunciaba que se haría una pequeña selección de los aspirantes en ese grado a esta nueva opción de estudio, sin pensarlo me incluí entre ellos a pesar de la oposición de mis padres y algunos profesores que alegaban que podía estudiar algo mejor si me quedaba para hacer mi duodécimo, pero no escuché sus argumentos y finalmente ya estaba entre los 100 seleccionados del municipio Manzanillo.
Ese año iniciaba en el país una prueba para terminar el bachillerato y la formación intensiva de trabajadores sociales en un curso. Fue un año intenso pero muy bonito, en las mañanas nos impartían las asignaturas correspondientes al nivel a terminar y en las tardes nos socializabamos con Psicológica, Derecho, Sociología, Comunicación Social y otras que completaban el plan de estudio para la formación como trabajadores sociales.
Compartimos en esa majestuosa escuela con estudiantes de Guantánamo, Santiago de Cuba y Granma, 10 meses fenomenales, experiencia que conservo con mucho cariño, pero sobre todo fue ahí donde decidí mi actual carrera: Comunicación Social.
Ya graduados protagonizamos una nueva etapa social en las comunidades manzanilleras; primero atendiendo sectores poblaciones bulnerables y luego pasamos a realizar una atención integral por circunscripciones.
El intercambio con personas en estado de necesidad y discapacidad tocó las fibras más escondidas del alma, escuchar sus historias, vivirlas en muchas ocasiones con ellas y ser parte de ellas nos hizo materializar la regla de oro del trabajo social: hacerse amigo de la familia.
Bajo esta premisa visionada por Fidel autor de este programa de la Revolución, caminamos por 10 años en este mundo de ayuda y respaldo, no solo económico o material sino espiritual y sentimental.
Aún conservo ahijados de aquel entonces, hace más de 20 años, es muy lindo que te recuerden por tu apoyo en momentos difíciles o por tu trabajo en la Revolución Energética, otra de las tareas que asumimos por allá por el 2005.
De esa misión recuerdo la labor en las pistas de combustibles, el cambio de bombillos y equipos altos consumidores, la distribución de módulos de cocina y otras tantas que a pesar de nuestra juventud e inexperiencia asumimos con responsabilidad.
Hoy esta historia cumple 24 años y el corazón no deja de estrujatse con los recuerdos, ya no estamos en esos avatares, asumimos otras responsabilidades y de los que hoy están en ella, muy pocos son de esa época, pero asumen el trabajo con el mismo amor y entrega con que ese grupo de adolescentes de 17 años lo asumimos; las comunidades manzanilleras aún sienten a este ejército que continua latiendo en Cuba.
Frank
Frank.