Un acto de placer

Cada letra que plasma refleja la transparencia de su alma, sus sentimientos más escondidos; su más ferviente pasión la profesa hacia la literatura , donde ha encontrado una eterna e inseparable compañera de vida.

Y es que para Ángel Larramendi Mecías escribir o leer es un acto de placer, un deleite que le causa sus mayores alegrías; «Desde niño ya tenía inclinación por la literatura, no tanto por escribir» – comenta – «vi siempre a mi mamá, que fue alfabetizadora, entre libros, dando clases y me inclinó hacia la lectura».

Ángel Larramendi Mecías, es un apasionado por el mundo literario// Foto Lilian Salvat Romero


¿ Qué más recuerda de aquellos inicios?


«En quinto grado comienzo un poco más en serio con las lecturas, siempre menciono a mi maestra Ana María, la que siempre me daba a leer muchos libros infantiles, lo que me hacía interesarme cada vez más. Ya en la secundaria siempre me llamaban para que escribiera poemas para fechas históricas, las composiciones y esas cosas de los colectivos estudiantiles.


«En el año en el 1978 voy a estudiar a la antigua Unión Soviética y me hago corresponsal juvenil del centro donde estaba que era un Politécnico de transporte ferroviario, ahí comencé a destacar un poco más en la literatura; al regresar a Cuba comencé a escribir poemas más bien de corte amoroso, rimados y me vinculo con los concursos literarios, en el Juan Francisco Sariol, que en aquella época se convocaba en todos los géneros y era de carácter municipal.

«Así llegaron las primeras menciones y reconocimientos en algunos eventos, siempre manteniendo el género de poesía principalmente para adultos. Recuerdo que en los años 90, la embajada de Palestina en Cuba convocó un concurso de solidaridad con este pueblo; luego de varias investigaciones sobre su cultura, envié un cuaderno con 15 poemas y para sorpresa mía, un día se aparecen a mi casa para darme una mención en este concurso y me envían también del pueblo palestino un reconocimiento de solidaridad; es entonces que pienso que vale un poco lo que estoy haciendo y tomo las cosas más en serio».


Luego de probar su talento en los certámenes de creación literaria Manuel Navarro Luna, Larramendi Mecías ha tenido el privilegio de publicar parte de su obra, ¿cuántos libros?


«En realidad la creación de editoriales territoriales, hay que agradecerla a Fidel, que le dió la posibilidad a muchos escritores de publicar, antiguamente sólo existían las nacionales y sólo publicaban a creadores de renombre; con esta oportunidad tuve la suerte de que entre los cinco primeros títulos de Ediciones Orto estuviese uno mío en el 2003, anteriormente ya habían aparecido algunos de mis escritos en varias revistas nacionales y extranjeras; ya cuentan siete los libros publicados, algunos en Orto, otros en Ediciones Bayamo y este año debe salir bajo el sello de una editora de los Estados Unidos el título «Cuentos breves para niños inquietos».


¿Qué siente Ángel cuando escribe?


«Yo disfruto escribir, no sólo escribo poesía para niños también hago narrativas sobretodo cuentos breves, con estos cuentos breves me han sorprendido con algunos reconocimientos a nivel provincial y nacional, lo hago con tremenda pasión, alegría; me gusta escribir a mano, muchas personas me dicen que porque no escribo a máquina, pero me gusta escribir a mano porque así tacho, sobrepongo palabras y así veo mejor cuál es más adecuada con lo que estoy escribiendo, puedo medir bien los versos cuando escribo para niños. No escribo nunca bajo presión, generalmente lo hago de noche, en el trabajo por el día me dedico a hacer investigaciones, sobre todo de literatura local».


En la actualidad, ¿cuán difícil es escribir y atraer a los lectores teniendo en cuenta el desarrollo y uso de las nuevas tecnologías?

«Se hace un tanto difícil ahora escribir para los jóvenes con todo el desarrollo de las nuevas tecnologías, pero un buen libro en papel, con un tema sugerente es un disfrute. Pienso que hay que buscar temas sui géneris, con historias que los atraigan y escribirlos en un lenguaje que ellos utilizan a diario, no quiere decir que no se trate el amor pero de una forma más atrayente».


Así entre letras y borradores se le ve, cumpliendo con cada una de sus actuales responsabilidades: dirigir el Centro para la Promoción de la Cultura Literaria Manuel Navarro Luna y la Editorial Orto.


Manzanillero que defiende su terruño como a su prosa, pasiones que entrelaza con cada frase, rime o no; en su creación está implícita su sencillez y humildad, pero sobre todas las cosas, lo más profundo de su ser.