Manzanillo. Octubre 1.- Hoy es el día internacional de los adultos mayores fecha especial para mostrar a todos nuestros abuelos y ancianos el amor que ellos necesitan como premio a ese mismo afecto filial que una vez nos dieron.
Sin dudas una de las recompensas más significativas que nos pudiera brindar la vida es verlos llegar a los 100 años, y con la vitalidad que les permiten sus fuerzas añosas. Una de las familias con esta bendición es la Arévalo Sánchez de la comunidad La Demajagua, donde vive la manzanillera Nuvia Rosa que ya tiene 101 años.
Esta delicada mujer tiene nombre perecedero de origen egipcio, ya que Nuvia significa La viajera y sus características personales coinciden con la etimología de su patronímico que la señala por ser cariñosa y demostrativa, y su natural perseverancia le ayuda a llegar al final de las metas que se ha propuesto. Es muy buena organizadora.
Quizás por esa bendición del destino ella tuvo el privilegio de llegar a la celebración de los 50 años de los Destacamentos Mirando al Mar (DMM), donde recibió el sello conmemorativo por este aniversario entregado a los fundadores de estos grupos, por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y las Tropas Guardafronteras (TGF).
En el parque nacional La Demajagua la encontré cuando la invitaron a recibir su estímulo, y me sorprendió ver a esta centenaria con vigor, que si bien no está activa dentro de las fuerzas del destacamento de su comunidad, sí se encuentra enérgica compartiendo las experiencias y educando a las nuevas generaciones que se unen al cuidado, la defensa y conservación de nuestras costas.
Aunque sus años ya no le permiten una conversación más dinámica en sus cortas palabras dijo sentirse «emocionada al ser una de las fundadoras de los DMM. Yo puse guardias aquí, recuerdo que en ocasiones custodié estas costas por tres días y tres noches consecutivas. Cuidé además niños de mis compañeros del destacamento para que pudieran realizar sus guardias y recorridos.
Me gusta ver a los jóvenes en este grupo, me apasiona que sigan realizando esta labor», dijo Nuvia y agregó un mensaje para las nuevas generaciones. «Que se porten bien, que cumplan sus deberes, que sean felices y se unan a nosotros».
Estas palabras me emocionaron y más cuando dijo sentirse «alegre y muy feliz al recibir este sello por los 50 años de los DMM», y al final pronunció un «felicidades» con una contagiosa energía que sin dudas inspiran a los más bisoños.
Su hija Martha Arévalo estaba con ella y recibió también la medalla conmemorativa de la fundación de estos destacamentos. Ella agregó que «mi mamá tenía su trabajo en la unidad avícola que existía en esta región, y la tarea de nosotros como miembros del DMM era custodiar el camino. Yo trabajaba aquí en el museo de La Demajagua y teníamos que informar lo que viéramos.
La actitud de mi madre siempre fue buena, durante aquellos años cumplía con sus labores del hogar, del trabajo y del propio destacamento. Sus jornadas comenzaban desde las cuatro de la mañana porque era cocinera de la avícola y garantizaba el desayuno de los trabajadores.
Ella siempre fue ejemplo en todo, realizó muchos trabajos voluntarios con un grupo de mujeres que sembraban Pangola (planta que sirve para alimento animal), cosechaban maíz, recogían algodón y respondían a las convocatorias que les realizaban», concluyó Martha.
Nuvia es un ejemplo digno de admirar, sin dudas el espíritu viajero que sella su nombre le permitió recorrer cada día varios kilómetros de las costas de esta comunidad para cumplir con sus responsabilidades con el grupo que velaba por la preservación de esta área. Es hermoso entonces este Primero de octubre que esta mujer reciba todos los agradecimientos y homenajes como muestra de lo que valen e importan nuestros adultos mayores, quienes merecen todo el amor del mundo.