Una experiencia enriquecedora

“Hago lo que me toca, y a mis compañeros les exijo igual”, – comenta Suzanne Santiesteban Puerta, estudiante de cuarto año de medicina en la facultad manzanillera, quien laboró en zona roja de enfrentamiento a la Covid-19, que funciona en la escuela de formación militar Camino Cienfuegos de esta ciudad.

Suzanne Santiesteban Puerta // Fotos Cortesía de la entrevistada


«Es entrega lo que justamente define los momentos que vivimos allí frente al trabajo agotador que impone el sitio. Llegar sobrepasa cada una de las posibilidades de imaginar cómo sería la labor allí porque requiere una entrega sin límite a los pacientes, la dedicación a ellos y la responsabilidad de saber que no podemos fallar en nuestro propio cuidado, usar los medios de protección adecuados para evitar enfermarnos porque son pacientes asintomáticos.
«Funciona como un “hospital Covid-19” con el ordenamiento, el rigor y la exigencia que lleva desde los especialistas de la salud pública, nosotros los voluntarios y los trabajadores de servicios de la institución. Recibir el agradecimiento de los enfermos, el aplauso cuando egresan, fue siempre lo que nos impulsó a que cada amanecer el quehacer fuera mejor el desempeño en cualquier área del centro.
«Tuvimos la posibilidad de cuidar de niños positivos al nuevo coronavirus y por los cuales uno experimenta una sensibilidad extraordinaria, incluso más que con los adultos por lo que saben todo lo que significan los infantes en nuestro país, lo delicados e inocentes que son. Tratarlos, atenderlos, preocuparse por sus alimentos, la limpieza del área donde estaban ingresados marcó a los jóvenes que compartimos como familia.
«Tuve una niña, Ángel, de cinco años, que apenas comía y nos empeñamos en que su comidita siempre fuera la mejor parte; desde la cocina los cocineros siempre lo hacían con mucho amor y que fuera algo especial para ella, su leche se preparaba de la forma que le gustaba y todos los días siempre pasábamos a ver cómo amaneció la princesa. Era increíble ver como la pequeña asumía la inyección del Interferon en su hombro días alternos como se codifica para pacientes positivos y, además, así mismo se realizaba su PCR de forma extraordinariamente valiente y esas son cosas que siempre nos marcaron allí.
«Otra señora de Yara con seis PCR positivos, siempre que se le practicaba estaba positiva, tuvo su fecha de cumpleaños allí, todo el personal de labor le cantamos feliz cumpleaños, le alegramos un poco el día, incluso le pusimos música; esa era la manera que teníamos de demostrarle que allí también podía tener una familia y cumpliendo el distanciamiento físico podía sentir que se le estaba queriendo y brindando lo mejor.
«Es una experiencia enriquecedora, humana y sobre todo para vivir, para crecer y para sentir que tenemos algo para brindar a los demás y para ayudar a crecer esta sociedad tan linda y a este país que tanto esfuerzo realiza, que allí se ve en nuestros centros de aislamientos con el objetivo de frenar la propagación de la pandemia», concluye la joven quien por demás es presidenta de la FEU de la Univesidad de Ciencias Médicas Celia Sánchez Manduley de esta ciudad.