Una valiente contra la COVID-19

«Es difícil alejarse de la familia y partir a lo desconocido, hacia algo que apenas se conoce y que lo que se sabe es que es mortal , te da miedo pero cuando estás convencido que es necesario, que hay criaturitas inocentes que puedes ayudar, eso te llena de valor y te anima continuar hacia delante sin medir consecuencias».
Así relata su experiencia en el enfrentamiento a la COVID-19, la doctora Yanelis Escalona Pérez, especialista en Pediatría. A ella ya la habíamos entrevistado cuando regresó con PCR negativo a esta enfermedad, luego de su rotación por la zona roja del hospital Militar Joaquín Castillo de Santiago de Cuba; hoy nos cuenta toda la historia.

Doctora Yanelis Escalona Pérez, especialista en Pediatría. // Foto Lilian Salvat Romero


«Desde que se comenzó a tratar este virus como una pandemia, conocíamos la posibilidad de que nuestro país fuera impactado con la aparición de algunos casos infectados; por tal razón en el hospital pediátrico Hermanos Cordové de esta ciudad, lugar donde laboro en la sala especializada en vías respiratorias, se comenzaron a impartir conferencias de actualización de este coronavirus, aún en estudio.
Sabíamos que en algún momento enfrentaríamos de frente con este enemigo invisible, yo siempre estuve dispuesta y esta disposición la di a conocer inmediatamente a la dirección de la institución, estaba dispuesta a partir a cualquier sitio donde pudiera ser útil y salvar vidas.
Ahí fue cuando determinaron enviarme a prestar ayuda a la provincia de Santiago de Cuba , lugar donde se recepcionaban todos los enfermos del oriente cubano. Estuve trabajando desde el 25 de abril hasta el 25 de mayo, en la atención de cinco niños positivos a la enfermedad.
No voy a negar mi temor al inicio, pensaba tanto en mi familia, mi hija que había dado a luz hacía poco tiempo, mi recién nacida nietecita, en fin en todo; logré sobreponerme a todo eso, pero al llegar al hospital tuve una terrible experiencia que me marcó durante todo ese período y fue el lamentable fallecimiento de un paciente de Guantánamo, tenía una leucemia de base, y una situación compleja, pero como quiera eso nos marcó a los que allí estábamos atendiéndolo, eso fue recién llegada, una experiencia muy triste pues mi misión allí era salvar vidas.
De ahí atendí a cinco pequeños entre ellos una lactante de cinco meses; los niños eran dos de Santiago de Cuba, otros dos más de Guantánamo, y uno de Granma, que era el de 18 meses del municipio Guisa, todos evolucionaron satisfactoriamente y salieron de alta el día primero de mayo ya con sus resultados negativos, eso contrarestó el mal momento del inicio.
Tuve, a pesar de las circunstancias, momentos de mucha emoción, recuerdos que atesoro y los cuales siempre contaré como una de los más lindos en mi carrera como pediatra; uno de los niñitos enfermos, se paró encima de un sillón y cuando paée por su lado me abrazó y me dio un beso, yo no dude en corresponder a su afecto aún y cuando él podía contagiarme porque estaba positivo al coronavirus, lo abracé, lo besé y lloramos juntos; en sus ojitos se reflejaba la falta de afecto, de cariño y yo traté de compensar eso que el necesitaba, lo tomé también como su agradecimiento por todo lo que hacíamos para su recuperación.
Ese aislamiento es terrible, eso me costó lágrimas antes y durante, es bien difícil lo que allí se vive, es duro vivir eso, enfrentarse a la verdad porque es una enfermedad altamente contagiosa que está matando miles de personas por todo el mundo; pero sabía que era necesario que fuera para salvar niños. Pienso que después de esto puedo enfrentarme a esto y mucho más. A pesar de eso, sí lo tengo que volver a hacer mil veces más lo haría.
La satisfacción de deber cumplido, de haber respetado las normas de seguridad, hizo que todo el personal de mi rotación, 170 en total, resultaramos negativos a la COVID19, no hubo que lamentar ningún percance con el personal». Concluyó.

Fotos cortesía de la entrevistada