Manzanillo. Abril 7.- Si hay un ejemplo de sencillez, entrega y pasión por las tareas que emprendía, es el de Vilma Espín Guillois, una virtuosa y admirable mujer tanto por su responsabilidad, como por la defensa de los derechos de las cubanas.
Este siete de abril se cumple el aniversario 91 del natalicio de la presidenta de honor de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), esa organización política que de tanto orgullo llena a la nación por todo lo que representa para nuestras féminas, y que ella fundara para conquistar y mostrar todos los derechos que tienen en nuestra sociedad las obreras, las estudiantes, las amas de casa, las científicas, las profesionales, en fin, todas las que construyen en Cuba un mundo mejor.
A ella la conocí desde muy pequeño cuando apenas empezaba descubrir la magia de las letras en la escuela y me hablaron de su figura. Siempre la veía en imágenes al lado de los líderes de la Revolución y no supe de su grandeza hasta que en algún momento leí de Fidel: “Los deberes revolucionarios y su inmenso trabajo nunca le impidieron a Vilma cumplir sus responsabilidades como compañera leal y madre de numerosos hijos”.
Realmente Vilma era la madre de muchos niños cubanos, porque a ella, y a Fidel, se le debe la genial idea de crear esos maravillosos palacios del saber que son los círculos infantiles, instituciones que ayudan a la protección de los retoños de las progenitoras trabajadoras, mientras cumplen con el deber de estar frente a su labor. Allí, gracias a la luz de esta mujer, nuestros pequeños reciben la atenciones necesarias y la educación que los prepara para enfrentar todas las enseñanzas y la vida.
Al leer sobre la vida y obra de Vilma he aprendido que si alguien quiere descubrir sobre la ética con principios morales es necesario acudir a su ejemplo. Dicen que era reflexiva, serena, una mujer consecuente de pensamiento y conducta, tenía la palabra precisa y el proceder adecuado en cada momento, y en su discuro existía una clara muestra de los dotes de comunicación con que contaba.
Ya lo dijo el Comandante en aquella ocasion de la clausura del XV Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) cuando dijo: “Con emoción y optimismo escuchábamos las palabras siempre inteligentes, serenas, revolucionarias y dulces de la compañera Vilma Espín”.
Vilma es hoy un paradigma digno de imitar por las nuevas generaciones porque su ideal sigue vivo en aquella cubana que demuestre los valores más sencillos e íntegros de nuestra sociedad. Recurro una vez al verbo encendido de Fidel al expresar que: “El ejemplo de Vilma es hoy más necesario que nunca. Consagró toda su vida a luchar por la mujer cuando en Cuba la mayoría de ellas era discriminada como ser humano al igual que en el resto del mundo, con honrosas excepciones revolucionarias.”
Y qué decir entonces de lo que expresó el propio eterno líder de la Revolución cubana en la clausura del Segundo Congreso de la FMC al valorar los resultados de esta organización, una de sus mayores obras, que nació para dignificar a las féminas. “A mí en especial me impresionaban los avances que ha logrado la mujer cubana, su actual cultura política y los valores que van surgiendo en las masas. Me satisfacía —y estoy seguro de que le ocurría igual a los demás compañeros— ver la magnífica dirección que se ha formado, los magníficos cuadros que tiene la dirección de este movimiento presidido por la compañera Vilma Espín, las valiosísimas dirigentes que tiene la organización: su experiencia, su seriedad, su profundidad, al lado de la calidad humana”.
Rindamos tributo entonces hoy a Vilma desde lo más profundo de nuestros corazones, siendo ejemplos, disciplinados ante el enfrentamiento a la actual pandemia que nos azota, cumpliendo con el sagrado deber de defender a la Patria, a la Revolución, a sus líderes, sus logros y conquistas, respondiendo siempre al llamado de estar presente en la primera línea del combate frente a la producción y los servicios, al estudio, al deber y el sacrificio. Vilma vive hoy en lo más profundo de nuestros sentimientos humanos.
