Yo fui la primera locutora de la radio en Manzanillo

Digna de la Caridad Paneque Brizuela // Foto Marlene Herrera
Digna de la Caridad Paneque Brizuela // Foto Marlene Herrera

La radio en Manzanillo llega este 24 de noviembre a su aniversario 85. Y en estas ocho décadas y media, son muchas las personas que han aportado su granito de arena, y dejado de alguna manera su huella en este medio de comunicación. Una de ellas es Digna de la Caridad Paneque Brizuela, quien fue la primera voz femenina de la emisora manzanillera. Para el aniversario 80, publicamos esta entrevista que hoy volvemos a presentar.

 

Yo fui la primera locutora de la radio en Manzanillo

 

Ochenta años se escriben con 11 letras y poco menos de la mitad de una línea de una cuartilla normal.

 

Sin embargo, ocho décadas de radiodifusión es difícil resumirlos en pocas líneas, sobre todo, cuando en ellas han intervenido decenas de directores de programas, locutores, sonidistas, asesores y otros realizadores, así como personal administrativo, quienes han derrochado pasión y entrega en lo realizado hasta el  momento.

 

Y ese es el caso de Digna de la Caridad Paneque Brizuela, quien, sin temor a equivocarme, fue la primera locutora oficial de la radio en Manzanillo, allá por los años de 1967 a 1970, con sólo 19 años de edad y muchos sueños por delante.

 

“Yo era alumna de la escuela de idiomas y en la emisora había un programa que se llamaba Música e Idiomas y el día que me tocó a mi participar en él, resultó que se encontraba presente el director de la emisora en esa época y le gustó mi voz”, expresó Digna de la Caridad.

 

Cuenta entonces que “al terminar el programa me dijo que estaban necesitados de locutores y me preguntó si yo quería trabajar allí. Le contesté que lo iba a pensar y que tenía que pedir permiso a mis padres. Me planteó que  cogiera todo el tiempo que fuera necesario, pero que le diera respuesta”.

 

Se recrea con el paisaje de gran parte de la ciudad que desde su casa, ubicada en la parte alta,  se divisa y respirando hondo señala que “el tiempo pasó y me olvidé de eso. Hasta un día, una casualidad de la vida, me lo encontré por la calle Martí y me preguntó de nuevo por el ofrecimiento. Y, entonces, fui y me hicieron la prueba y como a la semana comencé a trabajar”.

 

Así, de una manera desenvuelta y sin omitir nada, narra cómo se hizo locutora hace más de 40 años, recordando que “la prueba inicial fue la única clase recibida, así como la orientación de que presentara a una cantante, recuerdo que fue a Elena Burke y la recomendación de que dijera, por ejemplo, doce cincuenta, al dar la hora. Además me pusieron a leer”.

 

A la pregunta de en cuáles programas trabajaba, contestó con una noble sonrisa que “en todos, porque en esa época existían tres horarios, de 5 de la mañana a 12 del día, de 12 a 6 de la tarde y de ésta a las 12 de la noche. Los  locutores éramos Juan Elías Escalona, Maximiliano Rivero Bertot y yo. Hacíamos la programación total en el tiempo que nos correspondía trabajar”.

Digna de la Caridad Paneque Brizuela // Foto Marlene Herrera
Digna de la Caridad Paneque Brizuela // Foto Marlene Herrera

La historia de algunos años de la emisora, sobre todo, cuando estaba en los altos de La Fortuna, puede ser contada por varios realizadores radiales, pero la anécdota más auténtica de aquella etapa la escuché de labios de Digna de la Caridad, al referir que” cuando llovía aquello se inundaba todo y en dos o tres ocasiones yo tuve que coger un paraguas, porque las goteras caían en la cabina. Imagínese haciendo un programa con paraguas”.

 

Los recuerdos de aquellos años en la radio le hinchan el pecho de orgullo, pero la verdadera vocación era la contabilidad y cuando concluyó sus estudios dejó la locución para dedicarse por entero a esa profesión. Hoy está ya jubilada y su mayor placer es fabricar muñecos, porque confiesa que “me distrae grandemente y me seda. Por ello desde que me levanto trabajo en eso”.

 

Sobre cómo valora la radio actualmente, Digna de la Caridad Paneque Brizuela plantea que “es maravillosa. Se trabaja distinto. Hay nuevo equipamiento y más desarrollo. Por todo ello le deseo éxito a todos los que laboran en ella y que aprovechen las oportunidades que tienen para desempeñar cada día un mejor trabajo, muy diferente al que yo realicé, caracterizado por las incomodidades y falta de recursos”.

 

Con sus recuerdos, sin nostalgia y con orgullo, y entre muñecos queda en su vivienda, ubicada en la esquina de las calles Loynaz y Concordia, esta manzanillera, cuya voz femenina fue la primera que a través de las ondas hertzianas se escuchó por la radiodifusión local.