61 años de Victorias

Si bien la Revolución Cubana es una sola, la iniciada justo desde estas tierras manzanilleras el 10 de octubre de 1868 y que se sigue construyendo y perfeccionando hoy, el triunfo de enero de 1959 signó una etapa de renovación para los hijos e hijas de esta Isla.

Cuando los barbudos de la Sierra Maestra y el pueblo celebraron la victoria de años de entrega y sacrificios en la manigua y el llano; cuando anunciaron la libertad en caravana por cada una de las provincias de Cuba, pactaban un inicio arduo para alcanzar la Patria soñada.

Desde la independencia conquistada con el filo del machete, el fragor de las balas, la valentía y decisión de miles de hombres y mujeres de vencer o morir por un ideal de justicia, llegó un reto mayor: dotar a la nación de la fuerza que le provee los logros y conquistas en virtud del pueblo, de esa aspiración máxima del Apóstol de la independencia cubana, José Martí, una República “con todos y para el bien de todos”.

Concretada la victoria sobre quienes usurpaban las garantías, riquezas y el suelo patrio a los cubanos, llegaron momentos de recordación y tributo eterno a los miles de hombres extraordinarios que legaron su integridad, ejemplo y vida a la tierra que les vio nacer y que a muchos acogió como hijos propios.

Se multiplicaron en incontables las horas, estrategias, acciones para honrarles en la misma medida que se limpiaba al verde caimán de los vestigios de años de opresión y sumisión del pueblo, de la ignominia que mantenía en la ignorancia, la miseria, el hambre, la insalubridad a los cubanos.

El proceso único que se enlazó con cada contienda, con las sangres derramadas, con el hacer desde el ejemplo de generaciones pasadas, tomó la dimensión que merecía su gente, esa que lloraba y reía mientras veía a el Che, Camilo, Fidel, Raúl, y otros, desplazarse por las calles de la Isla con la estrella solitaria como estandarte.

En esas jornadas, vio Cuba logrado un sueño que se convirtió en paradigma para otros países de América Latina, y desde el cual se pintó de verde esperanza el de otros hermanos del orbe.

Fue el momento en el que comenzó a gestarse una obra que a 61 años continúa dando sus frutos en beneficio del pueblo, y que precisa de él para continuar consolidándole, rectificándole y fortificándole en aras de avances, desde un actuar consciente, consecuente y acorde a los principios que se heredan de Céspedes, Agramonte, Maceo, de la rebeldía del indio Hatuey, enraizados en la estirpe de los cubanos y cubanas.

Un pueblo protagonista a partir de ese enero, porque como describió el Comandante: “un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada; la alegría es inmensa y, sin embargo, queda mucho que hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será más fácil, quizás en lo adelante todo sea más difícil”.

Y así lo demuestra el devenir, en el que se enfrentan tareas reconstructivas, hazañas educativas, en salud, en materia económica, y en todos los sectores y ámbitos sociales, en el que persiste la convicción de resistir a los obstáculos imperialistas cada vez más crecientes como el bloqueo económico, comercial y financiero y sus consecuentes carencias de recursos sentidas con intensidad en el pasado 2019.

A esta idea, aún en pie en los cubanos y cubanas, le continúa el despertar del pueblo cada mañana con su mirada y energías puestas a favor de defender esas conquistas y propiciar otras desde el hacer cotidiano, de engrandecerse por su consagración al trabajo noble.

El Triunfo de Enero de 1959, no caben dudas, fue otro escaño para los cubanos edificar desde los anhelos populares la Patria de todos, al que se han incorporado otros peldaños y éxitos económicos, políticos y sociales. Esos laureles se inscriben en las páginas de un proceso en ascenso, enriquecen la historia, reafirman la voluntad y decisión del pueblo de preservar la independencia, parte intrínseca de la identidad de los habitantes de la Mayor de las Antillas, con 61 años de Victorias.