
Los cubanos tenemos fama de ser solidarios con el mundo, pero hay situaciones como el incendio de este miércoles en la ciudad de Manzanillo, que demostró que este necesario valor está también presente entre el pueblo, dentro de nuestras fronteras.
Lo primero fue el olor a “goma quemada” que hizo salir a los vecinos a la calle para localizar de dónde venía, y la alarma fue mayor cuando el humo comenzó a salir de una de las casas situadas en la calle Villuendas entre Caridad y San Silvestre. Ahí comenzó la ola de solidaridad que no terminó hasta ver totalmente apagadas las llamas.
Las llamadas de socorro a los bomberos, una, dos, tres, diez, no sabría decir, pero todos corrimos hasta el teléfono, mientras los más cercanos verificaban que las personas que habitan estos inmuebles estuvieran a salvo. Sólo en una casa había una señora que fue ayudada para apenas salvar el televisor, el ventilador, y lo más preciado: la vida.
Los minutos parecían horas ante la imponente llamarada que salía del interior de las viviendas. Las personas aclamaban por los bomberos, y aquel señor no esperó y salió a todo paso en busca de ellos. Al fin llegaron, ya la candela se había extendido por los tres inmuebles. Hubo quienes aun sin vestir el uniforme que identifica a estos profesionales se sumó a la difícil tarea de aquellos muchachos, que tal vez enfrentaron un incendio de tal magnitud por primera vez.
El agua del camión bombero no fue suficiente. El fuego continuaba imponente, y otra vez la solidaridad habló más alto que el miedo, que la necesidad, que la carencia o que cualquier discrepancia. Una hilera de brazos, mezclados los de los vecinos, otros de más lejos, dirigentes que llegaron hasta el lugar, todos pasaban los cubos llenos del vital líquido desde una casa cercana hasta el fuego que no cedía. Y llegó el refuerzo: el comando del Aeropuerto Internacional Sierra Maestra. Luego fue la pipa por si hacía falta más agua. Las personas aplaudían. Ahora sí lo van a poder apagar totalmente.
No hubo pérdida de vidas humanas.
Cuentan que en la noche los jóvenes bomberos fueron agasajados, y que ya hay algunos que se están uniendo para ayudar materialmente a quienes perdieron todo. Así somos los cubanos, los de aquí y los de allá. No importa donde estemos, a los cubanos la solidaridad nos corre por las venas.