Una de las mayores preocupaciones de las familias cubanas desde la aparición del primer caso positivo a la COVID-19 en nuestro país, ha sido la de proteger y cuidar a los niños contra esta enfermedad.
Son nuestros pequeños la fuente de la alegría de los hogares, es por eso que hoy más que nunca debemos tener presente la necesidad de velar por su salud. Recuerdo que a principios del combate al nuevo coronavirus Sars-Cov-2 en marzo del año pasado todos en nuestra nación, o la gran mayoría de las familias para no ser absolutos, tenían la conciencia de proteger más a los infantes desde las moradas.
En la actualidad es triste conocer que la cifra de pacientes en edades pediátricas enfermos a la COVID-19 en el país es alta, una realidad que quizás a muchos le impresiona y buscan las repuestas a la interrogante: ¿qué ha pasado?.
Con sólo examinar los datos del parte del Ministerio de la Salud Pública emitido ayer descubrimos que 44 de los cubanos reportados positivos a la COVID-19 son menores de edad, y que hasta la fecha ya se acumulan 2 mil 28 pacientes en edades pediátricas. La información brindada por el Ministerio de Salud Pública de Cuba confirma que hay 382 activos, entre ellos dos lactantes que están notificados de graves aunque con una evolución estable, y que se ha recuperado más del 80 por ciento de estos pequeños.
Entonces vale la pena tener en cuenta estos números que se comportan casi similares durante los últimos días. El doctor Durán en cada parte radiotelevisado insiste en que es necesario que cuidemos a nuestros niños de esta enfermedad y que no hay razones, si se cumplen con todas las medidas de protección y prevención contra el coronavirus, para que nuestros infantes se contagien.
Al analizar esta situación podemos afirmar que son las indisciplinas y la irresponsabilidad de padres y familiares adultos las causas de que nuestros menores se contagien con el virus, al exponerlos a ambientes proclives al contagio, al transitar con ellos sin la mascarilla por las calles, o peor no recapacitar en las consecuencias que puede provocar el contacto con un viajero proveniente del extranjero sin conocer los resultados de los PCR.
Entonces familia pensemos y recapacitemos en que es mejor cuidarnos nosotros mismos para proteger a nuestros seres más queridos, en especial a esas inocentes criaturas que, una vez que se expongan al virus entonces le quedarán con secuelas que les limitan su calidad de vida, quizás para siempre.
Cuidemos a esos pequeños duendes traviesos. Estudios científicos cubanos han detectados entre las consecuencias provocadas por la COVID-19 en las edades pediátricas, alteraciones cardiovasculares en menores sanos que han sido contagiados por el Sars-Cov-2, así como el síndrome multisistémico inflamatorio pediátrico, una afección grave que parece estar relacionada con la COVID-19, y que se caracteriza por la inflamación de algunos órganos y tejidos; por ejemplo, el corazón, los pulmones, los vasos sanguíneos, los riñones, el sistema digestivo, el cerebro, la piel y los ojos. Los signos y síntomas dependen de las áreas del cuerpo que se vean afectadas.
Todas estas huellas físicas pueden quedar en el cuerpo de nuestros niños, sin contar las psicológicas que pueden manifestarse en cuadros depresivos, fobias por miedo intenso a la enfermedad; sentimientos de culpa, sobre todo, en los adolescentes, entre otros.
Lo mejor entonces es protegerlos desde el hogar, no exponerlos a situaciones vulnerables que les pueda favorecer el contagio, es en fin, ser padres disciplinados, responsables y conscientes de que es mejor que nuestros niños crezcan sanos, antes de que sus vidas se pongan en riesgo por esta enfermedad. Hoy con el incremento de los reportes en nuestro país, es necesario verlar por nuestra protección para poder cuidar la salud de quienes son la esperanza del mundo.