Adiós Capitán descalzo

Hipólito Torres Guerra, conocido como el Capitán Descalzo, hombre de confianza del Guerrillero Heroico, a pesar de sus años trabajó hasta casi sus últimos días. Granma, 15 de diciembre de 2017. ACN FOTO/Yasel TOLEDO GARNACHE/sdl.

Manzanillo. Octubre 2.- Conocí de su historia siendo un novato periodista de la televisión manzanillera en aquellos días que apenas iniciaba en los primeros pasos de mi profesión, cuando conversé muchísimo con él en su finca ubicada en San Antonio, allá en la comunidad rural de Palmas Altas.


No sabía hasta entonces de sus memorias, de su amistad entrañable con el guerrillero heroico, la confianza que se ganó del Ché, de sus avatares por la Sierra Maestra como miembro del Ejército Rebelde, y de sus anécdotas por las que fue bautizado en la lucha libertadora de Cuba como el Capitán Descalzo.


Hipólito Torres Guerra contaba con tanta pasión aquellas vivencias al lado de Fidel, los rebeldes y de su amigo argentino –cubano, que me inspiró en la realización de una serie de reportajes y trabajos periodísticos que publicamos en Golfovisión.


Me impresionó muchísimo su proyecto Por los caminos del Che, que llevaba a las nuevas generaciones en caminata hasta la Comandancia de la Plata, para brindarles la rica savia a los más jóvenes a través de sus vivencias por esas lomas.


Esta idea había nacido con 16 integrantes de su familia, pero en la medida que se fue conociendo varios jóvenes manzanilleros de los centros estudiantiles y laborales se sumaron a él.


Más de 200 veces escaló junto a la juventud de toda Cuba la elevación más alta de nuestra nación, el Pico Turquino; y allí mientras subía al mismo paso de los bisoños, sin muestra alguna de cansancio, narraba lo sucedido en cada lugar, para que los muchachos amaran a su país.
En los menesteres del periodismo conocí al gran amor de su vida a Juanita, fiel colaboradora también de los rebeldes, una mujer con un carácter fuerte de quien él vivió eternamente enamorado.


Lo recuerdo como una persona humilde, amable, y que por mi curiosidad de conocer por qué le decían el Capitán Descalzo, no dudó en contarme que en su niñez y juventud casi no pudo usar zapatos pues no contaba con ellos, y cuando los tenía y no le interesaba usarlos pues no estaba acostumbrado a llevarlos en los pies, y sentía que les molestaba en sus callos.


Esta costumbre vino por la pobreza en la que se crió porque no tenía padre para darle además de comida, ropa y zapatos a él y sus 14 hermanos. En la propia guerra consiguió un par que luego los regaló a los jóvenes llamados descamisados que trabajan junto a él en la Sierra.


Aún con una avanzada edad tenía una fuerza envidiable, no se cansaba muy fácil, siempre estaba trabajando, no usaba espejuelos, y el confesaba que se sentía vigoroso porque no tomaba bebidas alcohólicas, ni fumaba.


Allí en su vivienda de Manzanillo tenía hasta un rincón histórico y un aula donde compartía con los pioneros de la zona de Palmas Altas, y los jóvenes que llegaban hasta ese lugar con el deseo de iniciar la larga caminata a la Comandancia de la Plata o el Turquino, un sitio que en lo personal admiré por tanta historia acumulada que era contada a los pinos nuevos.


Polo Torres, como le rebautizó el Che, fue en Manzanillo hasta delegado del Poder Popular desde 1981 a 1987, y se destacó además como machetero de varias zafras y dirigente de base de otras organizaciones con apenas un tercer grado de escolaridad. Amó tanto al trabajo en la tierra y las montañas que se dedicó a ellos mientras tuvo fuerzas.


Demostró siempre el sentido de pertenencia por su tierra granmense, había nacido en Campechuela, luego de su entrega al Ejercito Rebelde en la Sierra Maestra apenas un mes del triunfo revolucionario el Che le pidió que se trasladara para La Habana a quedarse para estudiar o dirigir una empresa agrícola, y el no aceptó.


Pasado un tiempo le pidió al guerrillero heroico un pedazo de tierra para trabajar y le fue entregada una finca en el barrio de San Antonio, en Palmas Altas, lugar de Manzanillo donde vivió casi hasta sus últimos días.


Allí fue destacado productor agrícola, fue un campesino de avanzada, apicultor sobresaliente, y hasta fue Presidente del Poder Popular en la zona que abarcaba las comunidades de Cuentas Claras, Monte Alto y San Antonio, responsabilidad que tuvo desde el año 1967 y hasta 1970.


Entre sus condecoraciones ostentaba dos Medallas 28 de Septiembre concedidas por los Comités de defensa de la revolución (CDR), e igual distinciones de Destacado en la Preparación para la defensa, Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).


Así mismo Hipólito Torres mereció las Medallas por 40 años de Victoria FAR, los 50 años de Victoria, la del XX aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la de combatiente del Ejército Rebelde, y por los 20 años de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).


Hoy cuando las manecillas del reloj marcaban las cinco de la mañana de este sábado, su corazón dejó de latir. No pudo vencer a la larga y penosa enfermedad que le aquejó. Se nos fue así, sin despedirse el Capitán Descalzo, hacia la aurora de la eternidad de los grandes hombres que no miran donde se vive mejor, sino donde está el deber.