Blas Roca Calderío, líder comunista de excepcionalidad y virtud

Fidel y Blas Roca // Foto: Archivos

Blas Roca Calderío fue aquel hombre de herencia humilde y latir indetenible que enalteció el nombre de esta ciudad desde su ejemplo de revolucionario y cubano cabal.

El irrumpir en el mundo el 24 de julio de 1908 humedecido por el salitre de la ciudad del Golfo de Gucanayabo, donde igualmente nació la llama de la independencia, le hizo crecer dentro de sí las raíces de un ideal patrio, de una fuerza emancipadora.

Por su procedencia sólo llegó hasta el cuarto grado de estudios, pero su capacidad y ánimo de conocer el mundo le permitieron descifrar los libros y las profesiones como el magisterio, que no desempeñó por largo período por falta de recomendaciones.

Era aquel su destino, salir de las aulas e irrumpir en el templo de los obreros, en el ajetreo de quienes llevaban por dentro el sentir por su suelo en ebullición, el ansia de acabar con años de sacrificio y desmanes por un régimen neocolonial.

Allí, en la fábrica de zapatos de su ciudad, dio riendas a una vocación que le acompañó siempre, la que se apoderó de las esencias de los antepasados y de la realidad del proletariado, la de la libertad y la justicia.

Desde entonces fue su sabiduría la que guió a los obreros a la protesta y huelga por sus derechos, en contra de la tiranía de Gerardo Machado, en digno cumplimiento de sus funciones como Secretario general de la Federación Obrera de Manzanillo.

Aquel andar intrépido entre las páginas de los libros y la comprensión de su realidad le arroparon de un saber marxista que le permitió ejercer un rol protagónico en el Partido Comunista, que integró desde los 21 años, y del cual fue organizador en el Oriente cubano y miembro de su Comité Central.

Su ímpetu libertario desde el pensamiento y la acción vieron curso también en múltiples publicaciones donde plasmó la avidez de emancipación del pueblo, como los periódicos mimeografiados Voz Proletaria y El Comunista, también la Revista Fundamentos, la Gaceta del Caribe, Mella y La última Hora.

Por su preparación ideológica y el prestigio que ganó ante el pueblo fue electo delegado a la Asamblea Constituyente de 1940 y diputado nacional desde el propio año, secretario general y primer vicepresidente del Partido Socialista Popular.

Desde su posición contribuyó perennemente a la consolidación de una clase obrera digna y organizada para la lucha contra los opresores capitalistas y en defensa de la integridad y libertad de Cuba.

Blas tuvo el privilegio de ver su anhelo convertido en realidad y desde el triunfo de las ideas independentistas y de Revolución, también fue un fiel constructor de sus fortalezas.

Para ello fue miembro de la dirección nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba. Se desempeñó como director del periódico Hoy y presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, e presidió la Comisión que redactó el proyecto de Constitución de la República aprobado en 1976.

Roca Calderío fue un ejemplo de revolucionario que honró las filas del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, desde su fundación en 1965, en su condición de hombre fiel a sus principios y a los de la obra cubana.

El 25 de abril de 1987, cuando la muerte selló su vida heroica, no dejó de existir, sino que se expandió por la tierra donde tuvo sepultura y en la de la región donde nació, Manzanillo, para seguir siendo ejemplo de excepcionalidad y virtud.