El silencio y la oscuridad parecen hermanos. Al menos, así se sentía hace casi dos décadas, cuando la falta de recursos y las enfermedades apagaban, sin remedio, los ojos de miles de venezolanos. Proliferaba en tierra de Bolívar la mirada gris de los que padecían cataratas y otras afecciones oculares, y la resignación a no ver, salvo que llegara un milagro.
Y el milagro llegó, por voluntad de los Comandantes Hugo Chávez y Fidel Castro. La idea, concretada en 2004, sería un combate frontal a la oscuridad y al silencio que avanzaban en Latinoamérica. Con luz y alegría se celebrarían las victorias que, desde hace 19 años, cosecha la Misión Milagro.
La doctora Mildred López Stuart, asesora nacional de la Misión Milagro en Venezuela, apunta que “así fue como comenzó nuestro trabajo conjunto, que se extendió a varios países. Un andar que ha sido de gran ayuda, sobre todo, para los más necesitados, que no podían pagar una cirugía o, ni siquiera, acceder a la red de salud que, en aquel momento y todavía hoy, existe en estas naciones. Hoy mantenemos ese legado y seguimos haciendo historia.”
A casi dos décadas del primer milagro, la Misión de luz y esperanza de los oftalmólogos cubanos en Venezuela ha tocado a más de 1 millón 400 vidas. La red de 23 Centros Oftalmológicos y cientos de posiciones quirúrgicas del país se ha extendido a decenas de CDI de la Misión Barrio Adentro, ha permitido la captación de pacientes en recónditos sitios de esta patria se ha sobrepuesto a carencias de todo tipo para construir historias como la de Mary Rivas, que conoció el rostro de su nieta gracias a los médicos cubanos.
“La señora, de Carabobo, padecía una catarata subcapsular posterior. Tenía grandes dificultades de visión y vino acompañada por su hija embarazada. Nos manifestó la esperanza que tenía de poder ver a su nieta. Pudimos operarla y, en mes y medio, logró su sueño. Nos impactó mucho. Es muy gratificante poder ayudar.”
Así, se libra la batalla, real y metafórica, contra la oscuridad y el silencio en Venezuela. Erradicar la primera para desterrar al segundo. Esas son las armas: el conocimiento, la ternura, la luz de los médicos cubanos y la voluntad de 2 pueblos que, hace 19 años, decidieron obrar el milagro.