Los expertos no escatiman elogios, las hinchadas vuelcan su respeto y él, Lionel Messi, responde en la cancha, porque ni el paso del implacable tiempo resulta capaz de esconder el talento de los verdaderos genios del deporte.
Después de varios sinsabores, absolutamente nadie vaticinó la mejor versión mundialista de “La Pulga” en Catar 2022. Más de mil partidos profesionales, minutos incontables sobre el pasto, las huellas de las derrotas… era casi imposible, pero los límites de la raza humana son infinitos.
Sí, porque la objetividad elimina cualquier idea que lo convierta en extraterrestre. No, el hombre es de carne y hueso, sufre, llora, ríe, cae en huecos emocionales y aleja a cada “bobo” que perturbe su tranquilidad.
La actuación del rosarino en suelo arábigo no ha sido indiferente para casi nadie. De alguna forma, las personas cercanas al fútbol han mencionado su nombre en los últimos días o desde que arrancó el Mundial.
“No me sorprende lo que está logrando”, dijo el uruguayo Diego Forlán cuestionado por Prensa Latina en medio del ajetreo de la Copa FIFA Legends, evento que cuenta con la participación de casi 100 figuras destacadas del ayer, repartidas en ocho equipos en representación de todos los continentes.
“Su juego es sensacional”, agregó el charrúa minutos antes del diálogo con Clarence Seedorf, referente de Países Bajos –antes Holanda- durante una década, quien fue un poco más allá: “Se lo merece por todo lo que ha dado por el fútbol.
El capitán de la albiceleste es «trending topic» en Twitter, Facebook, Tik Tok e Instagram, pero igual en los parques, las calles, los automóviles, sin importar el país, ni el continente, ni las ideologías, ni la raza. Google igual lo ovaciona.
“Es un Dios”, gritó un fanático; “es un mesías”, espetó otro, mientras una multitud en el mercado Souq Waqif en Doha, cree que Diego Armando Maradona lo impulsa en cada acción y mueve sus piernas antes de las gambetas o los disparos.
Hoy, Messi, resulta el más universal de los humanos y no dudo que la revista Time lo coloque entre las personas más influyentes del planeta en su próximo ranking, aunque eso poco o nada alimente el fenómeno que debemos nombrar la Messimanía.
Algunos lo adoran y otros lo odian, son diversos los criterios, pero cualquier persona con un ápice de sensatez debe reconocer que aquel pequeño incapaz de crecer pasó de talento a estrella, luego a leyenda y después al mejor jugador de todos los tiempos.
Si usted vota por “Pelé”, Maradona, Johan Cruyff, Zinedine Zidane, Alfredo Di Stéfano, Ronaldo el brasileño o Ronaldo el luso, crea que su elección roza lo perfecto y que el único fallo es no marcar la cruz en la casilla del «10» sudamericano que estará el domingo en el césped del Estadio Lusail.
En uno de los palcos, observará otro extraclase: Ronaldinho, pero su misión será aplaudir cada intento del máximo ganador de Balones de Oro, su excompañero de equipo en el Barcelona, a quien mimó muchísimo, porque los grandes saben reconocer la grandeza.
Si existe justicia divina en el fútbol, Messi debería levantar el trofeo Jules Rimet y completar un currículo propio de elegidos por la gloria; empero, sabemos que los deportes pecan de veleidoso y no siempre el karma hace acto de presencia.
La buena noticia es que todavía no escribimos la crónica de la despedida mundialista de Messi, la mala es que podemos tomar notas porque este 18 de diciembre enfrentará a Francia por el título y su adiós marcará un antes y un después en el devenir del deporte contemporáneo.
Querido Leo: pierda cuidado y siéntase satisfecho, triunfes o pierdas, tu figura está absuelta por la historia. No resulta sensato dilatar el proceso o esperar a que levantes -o no- una copa que colocará la varilla aún más alta para todos los aspirantes a convertirse en el “GOAT” del “más universal”.
(Tomado de Prensa Latina)