Celia fue nuestra segunda mamá

Manzanillo. Mayo 9. – Los manzanilleros Olga y Luis, hijos del mártir Emilio Lastre Figueredo, asesinado por esbirros batistianos en esta tierra oriental cubana y que aún se desconoce donde fuera enterrado, guardan en la memoria recuerdos imperecederos de Celia Sánchez Manduley, quien los acogió como miembros del programa Los hijos de la Patria.
Su vínculo con la Heroína de la Sierra y el Llano tiene mucho que ver con el día de las madres porque surgió en la celebración de esa fecha en el año 1962, contacto que ya había iniciado por una carta que una prima de ellos, Daysi Tamayo le envió a Celia que fue publicada en la revista Bohemia de aquella época.
Conversar con ambos es no detener el tiempo, los minutos y las horas se van sin que te pueda dar cuenta. Por largo tiempo estuvimos rememorando la vida de Celia, muchos recuerdos salieron para mostrar el valor de la flor más autóctona de la Revolución.
“Celia fue la persona que le dio la gran ayuda a mi mamá de sacarla de la tristeza y de las desgracias que la había dejado la tiranía porque a mi papá lo mataron en los sucesos de la comunidad rural El caño de nuestro municipio, y nos quemaron la casa el 25 de septiembre de 1958. Desde entonces mi mamá se dedicó a trabajar y atender a los rebeldes”, recuerda Olga.

Olga Lastre // Imagen cortesía de Golfovisión

“En los primeros días de la Revolución triunfante Celia envió para Manzanillo a Delsa Esther, Teté Puebla, a atender a los hijos de los mártires y víctimas de la guerra para brindarle una ayuda dentro de lo posible. Tiempo después Teté se traslada hacia La Habana y esa atención ya no era la misma. Entonces una prima mía al ver la situación que mi mamá confrontaba, pues no teníamos hogar, un lugar donde estar, éramos muchachos intranquilos, mi madre sufría mucho las desavenencias de la pobreza y mi prima escribe esa carta que fue publicada en Bohemia”.
“Ahí Celia nos manda a recoger a todos los niños huérfanos de la Revolución e incluso de aquellos que eran hijos de los miembros de la tiranía que fueron ejecutados por todos los males y actos vandálicos que hicieron, porque ella decía que esos infantes no tenían la culpa de las cosas que habían hecho los padres y a todos nos envía para la escuela José Martí en La Habana”.
“Celia era muy humana, tenía el detalle de cuidar a todos los desamparados. Ella abrió donde es hoy la embajada de Viet Nam, una casa para nuestra atención que le decían el hotel campesino, porque ella dispuso de esa vivienda para todos los niños que cabíamos allí con nuestras madres”.
“Celia se ocupó de atender allí a todos los que tuvieran necesidades hasta que se le buscara la situación de sus viviendas. Junto a nosotros fue la mamá de Orestico Gutiérrez con sus otros tres hijos, y las madres además de los Rodríguez Pérez y Rodríguez Torres”.
“Celia iba todos los sábados y domingos a visitarnos después de las dos de la tarde, en ocasiones llegaba en el horario de almuerzo para vernos todos sentados a la mesa, y organizaba muchas excursiones para elevar nuestra cultura general e integral. Fuimos a conciertos, a teatros, visitamos varios lugares históricos y naturales como Viñales, Soroa. Nos enseñaban a nadar los martes y hasta dedicó a los estudiantes el teatro Karl Marx”.
“Abrió becas y las primeras fueron para nosotros, en ellas estaban junto a nosotros hijos de guerrilleros de otras regiones del mundo como Argelia, Venezuela y hasta de norteamericanos que ayudaron a los cubanos en la guerra de la liberación, y otros compatriotas repatriados que ayudaron desde los Estados Unidos a los combatientes cubanos en su lucha, entre ellos estaba el que es hoy Héroe de la República de Cuba René González quien estuvo con nosotros en esas becas. Lo de ella era educarnos y enseñarnos a amar a la Revolución y a amarnos, era muy tierna, noble, lo de ella era dar la vida por todo el que lo necesitaba”.
“Si no hubiera sido por esa mano que le tendió a mi mamá no sabríamos que hubiera sido el destino de nosotros en la vida cuando nos quedamos huérfanos, sin casa, sin nada. Por ella muchos nos hicimos profesionales, yo me licencié en enfermería, hoy soy máster en esta ciencia y mi hermano es pedagogo en la especialidad de Matemática pura. Soy internacionalista cumplí misión en Haití y Venezuela y mi hermano brindó sus conocimientos en Nicaragua”.
“Para mí esa mujer fue mi segunda madre, ella nunca tuvo hijos pero tuvo más de mil ahijados bajo su tutela a los cuales amaba y atendía a todos por igual. Celia tuvo el cuidado de llevarse para las casas que abrió en quinta y 18, y quinta y 20 para atender a las madres de todos estos niños que recogió. Fue muy querida por nosotros, siempre se preocupó porque se nos educara, que tuviéramos buena ropa y comida”, concluyó Olga.
Su hermano agrega que “el día que Celia nos acogió como sus ahijados fue una sorpresa, fue una jornada de celebración del día de las madres, el 15 de mayo de 1962. Nos llevaron para el chalet de la comunidad de San Francisco donde nos concentraron y de ahí salimos en una guagua con destino Santiago-Habana”.

Luis Lastre // Imagen cortesía de Golfovisión

“La primera trabajadora social que tuvo Cuba después del triunfo de La Revolución fue Celia. Muchos trabajadores sociales de hoy deben aprender de esas características de ella, esa humanidad, sencillez. Ella siempre quiso que estudiáramos el magisterio y así lo hice porque no podía desfraudarla. Yo le había dicho a mi hermana que no regresaba a Manzanillo hasta que no me hiciera profesional, y así lo hice. Ella nos quiso mucho, la vimos muy humilde y entregada a nosotros”.
En este centenario de Celia, Luis le habla como si estuviera viva. “Que aquí estamos firmes y seguros los verdaderos campesinos del llano y de la sierra donde luchó y formó a muchos hombres para hacerse rebeldes. Que no la olvidamos nunca, siempre la queremos y la llevamos en nuestra mente, la mantenemos viva con nuestro ejemplo y acciones”, concluyó Luis.