Che Guevara, desde su ejemplo eterno

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Hoy cuando se cumplen 90 años de la bienvenida a la vida de uno de los hombres más trascendentales de la historia cubana y latinoamericana, Ernesto Guevara de la Serna, conocido mundialmente como Che, su ejemplo imperecedero se arraiga en  todo aquel que ama la libertad y la Patria.

Viene a la memoria vistiendo el traje verde olivo, su imagen enérgica inmortalizada en la fotografía de Korda con expresión y mirada firme: mitad dolor mitad certeza de lucha.

Llega al presente en la obra libertaria protagonizada en disímiles rincones del mundo, en la travesía y oda a la vida que fueron sus años de existencia física, y más aún los que desde su ideario le enraízan a la historia como arquetipo del hombre nuevo, capaz de edificar por el futuro propio y el ajeno.

Así vive aún, impregnado al que trabaja, a la conciencia del revolucionario que persigue el bien común con total desprendimiento de bienes materiales y beneficios personales, al hacer y hacerlo bien, sin justificaciones.

Habita entre mujeres y hombres comunes, y en el actuar de otros que trascienden como el Doctor en ciencias Jorge González Pérez, director de docencia médica del ministerio de salud pública y especialista en medicina legal que dirigió el equipo forense responsable del encuentro y retorno al suelo cubano de los restos mortales del Che y su guerrilla en Bolivia.

«Cuando triunfó la Revolución y el Che venía en la caravana de la libertad hacia La Habana yo vivía en un pueblo de Matanzas, Jovellanos, y cerca de mi casa dio la coincidencia que paró el vehículo en el que venía. Nunca pensé en ese momento cuando tenía siete años de edad que algún día tendría que ver con él», afirma quien se adentró desde la profesionalidad y el compromiso en la biografía del Guerrillero Heroico.

Doctor en ciencias Jorge González Pérez, director de docencia médica del ministerio de salud pública y especialista en medicina legal que dirigió el equipo forense responsable del encuentro y retorno al suelo cubano de los restos mortales del Che y su guerrilla en Bolivia // Foto Internet
Doctor en ciencias Jorge González Pérez, director de docencia médica del ministerio de salud pública y especialista en medicina legal que dirigió el equipo forense responsable del encuentro y retorno al suelo cubano de los restos mortales del Che y su guerrilla en Bolivia // Foto Internet

«Tiempo después estuve en la plaza de la Revolución el 17 de octubre de 1967 cuando el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, comunicó oficialmente que el Che había muerto; jamás pensé que yo, un cubano más presente allí esa noche, que me tocaría la tarea y el honor de estar en Bolivia y regresar sus restos mortales a la Isla».

En su estatura de gigante el argentino cubano renace limpiando de injusticias la faz de la tierra, esa que le acogió allí en la selva boliviana como lugar de reposo momentáneo póstumo y que guarda testimonios del paso incansable de la comitiva guerrillera siempre generosa.

Desde los cerros, quebradas o ríos, desde abruptos caminos, llanos y selvas, desde las pampas y montañas rocosas transitadas en ruta de fe por el futuro, regresa el Héroe.

«En 1995 se nos encomienda rescatar los restos de los integrantes de la guerrilla del Che que estaban dispersos por esas tierras, enterrados por sus propios compañeros de lucha y otros por los componentes del ejército».

«Una tarea compleja pues pese a la autorización del presidente Gonzalo Sánchez Losada eran circunstancias no habituales, y lo más importante era encontrar los sitios de los 36 enterramientos en unos 23 lugares diferentes, pues por ejemplo Santa Cruz de la Sierra es tres veces más grande que Cuba».

«Pero cumplimos, aprendiendo del pueblo, valiéndonos de los amigos, de la solidaridad. Fue allí donde aprendí el significado de ser cubano de Fidel, una identidad propia, que quiere decir cubano revolucionario; donde aprendí el valor de la solidaridad porque dondequiera encontré gentes que estudiaron en Cuba, que habían sido atendidos por médicos cubanos, salvados gracias al desarrollo de la medicina nacional».

«Cuba, Fidel y Che eran y siguen siendo paradigmas en el mundo por el humanismo, la bondad de compartir lo que se tiene y no dar lo que sobre».

Desde ese dechado se levanta nuevamente la bandera bajo la que luchó Ernesto Guevara, o Adolfo Mena nombre con el que entró a Bolivia: la causa sagrada de la redención de la humanidad.

«Era un acto que le llegaba a uno a lo más profundo de su conciencia, saber que estabas buscando a héroes, porque fueron personas capaces de dar lo máximo que puede un ser humano, su vida, por defender un ideal y por tanto no era una simple búsqueda de entierros, era la búsqueda de los héroes, del Guerrillero Heroico, y había que hacerla con profesionalidad, con la meditación técnica, la rigurosidad que implica».

» Y si bien me emocionaba estar de guardia custodiando los restos del Che en las dos semanas que estuvimos certificando su identidad, siete días en Valle Grande, siete en el hospital japonés; dos semanas de trabajo y de cuidados, donde teníamos el sentimiento y debíamos superar los contratiempos y dificultades para lograr ese resultado final, poder traer hacia la Patria a los integrantes de la columna, que hoy se convierte en el destacamento de refuerzo, como dijera nuestro Comandante en el Mausoleo de Santa Clara».

A una causa, a un ideal, la entrega, la incondicionalidad, como lo hizo aquel que se tornó hijo de la Mayor de las Antillas. En ese ejemplo resurge Guevara, a quien como expresara el poeta Nicolás Guillén: «no porque te disimulen bajo tierra porque te escondan en cementerios, bosques, páramos, van a impedir que te encontremos».

«Trataron de matarlo y ocultarlo, pero fue al revés, lo multiplicaron, pues las ideas no se matan y su actuar y pensamiento como el de otros próceres como Maceo, Camilo, Celia, Fidel, no se puede esconder, y somos nosotros los responsables de que se mantengan vivas sus ideas y hacer realidad ese legado histórico», expresa convencido el profesor Jorge González Pérez.

Imagen enérgica del Che inmortalizada en la fotografía de Korda
Imagen enérgica del Che inmortalizada en la fotografía de Korda

«Por tanto, siento orgullo de la tareita pedagógica que me diera el Comandante en Jefe, porque no hay cosa mejor que trabajar con los jóvenes, uno se siente que es creador, que tiene la posibilidad de moldear el alma, de trabajar con esa arcilla que es la juventud, como dijera el Che, de prepararla como futuro y eslabón fundamental del relevo, como se está produciendo ahora».

Adherido a hombres como Jorge González, a cientos, miles, millones de habitantes de todo el orbe, a 90 años de aquel nacimiento oportuno, de la llegada a la vida del «hombre íntegro a carta cabal» a decir de Fidel, sin dudas su luz sigue siendo alta, trasciende fronteras, nacionalidades, transgrede los límites de la muerte corporal y crece en su virtud, en su carácter de hierro y sensibilidad humana sin par.

Renace en los que toman como propias sus palabras, y andan los caminos que él transitó con la guía de principios y convicciones heredados de la tradición revolucionaria.

«Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos” aseguró Che Guevara en su mensaje a la Tricontinental. “En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ese, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas».

En esos que blanden sus mismas armas, desde el lugar que ocupan en cada sociedad, vuelve a la vida, humano, mítico, heroico, eterno.

Un comentario en “Che Guevara, desde su ejemplo eterno

  1. Excelente entrevista. Un detalle, yo le hubiera preguntado además su opinion sobre el fraude en la facultad de ciencias médicas de Manzanillo, pero claro, sería mi entrevista, no la tuya. Te felicito de todo corazón.

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