Hay nombres de pertenencia colectiva, que trascienden más allá del lugar donde nacieron, y también del sitio en que partieron a la eternidad. Ciro Redondo García nació el 9 de diciembre de 1931 en Artemisa, y murió el 29 de noviembre de 1957 en el combate de Mar Verde. Pero su nombre resulta un signo indispensable de la cotidianidad cubana.
El homenaje pasa necesariamente por la ruta del héroe. Y su nombre se reparte hecho topónimo, marca del patrimonio cultural de su pueblo. Y la existencia formidable se transpone en las páginas de un libro.
El presidente de la Filial de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) en Artemisa, el investigador y periodista Daniel Suárez Rodríguez, calificó a Ciro Redondo García como un combatiente de avanzada en una generación de vanguardia, de un pensamiento en perenne evolución.
Suárez Rodríguez destacó el itinerario del tributo al combatiente revolucionario en su comarca natal: el Mausoleo de los Mártires de Artemisa, el túmulo de mármol frente al Instituto de Segunda Enseñanza, la vivienda donde nació el 9 de diciembre de 1931, la Casa Cabrera donde trabajó, la Logia Evolución y la terminal de donde salieron los jóvenes el 24 de julio de 1953 para participar en las acciones de Bayamo y de Santiago de Cuba.
El Presidente de la Filial de la UNHIC en Artemisa afirmó que por su disposición para el combate, por su lealtad, disciplina, y por la profundidad doctrinaria alcanzada, Ciro Redondo García ocupa un lugar primerísimo dentro del grupo de los 30 jóvenes de ese territorio que salieron para la entonces provincia de Oriente, a comenzar la lucha por la liberación definitiva del país.
