Congreso Universidad 2020: Hacia un mayor compromiso con la Agenda de Desarrollo Sostenible

El rol de las universidades para concretar las aspiraciones de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, así como las políticas iberoamericanas de la Educación Superior en función de ese objetivo, fue el tema principal de esta jornada en el XII Congreso Internacional Universidad 2020, el cual sesiona en el Palacio de Convenciones de La Habana con la asistencia de delegados de unos 48 países.

Rebeca Grynspan, máxima autoridad de la Secretaría General Iberoamericana, se refirió a que la Agenda y sus 17 Objetivos de Desarrollo, aprobados en 2015 por todos los países en Naciones Unidas, “es una hoja de ruta para conseguir un futuro sostenible para todos, al tiempo que significa un triunfo del multilateralismo”.

“Se trata de una agenda universal, comprensiva e interdependiente, que genera compromisos para los países y sociedades” en un mundo en que “comienza a dominar la lógica de la fragmentación y la polarización, y ante una geopolítica más confrontativa”.

Por ello, insistió en la importancia de ver ese mecanismo como “única narrativa positiva en pos de la concertación y del bienestar global”.

La también exvicepresidenta de Costa Rica resaltó que el desarrollo sostenible demanda de la actitud comprometida de la sociedad en general, y de los estudiantes y la academia en particular, y ponderó el importante rol jugado por América Latina y el Caribe en la conformación de la Agenda.

De Cuba, comentó que su contribución no se limita a lo que se enseña, sino que concibe la enseñanza como el ejercicio permanente de una sociedad donde la educación es impulsora del desarrollo humano.

Grynspan particularizó que en el actual contexto es indiscutible que las universidades desempeñan un protagonismo “como centro neurálgico en la educación de las sociedades, y no se pueden quedar aisladas de los retos universales de la Agenda 2030”.

¿Cómo garantizar que la educación sea relevante tanto de manera individual como para encarar retos urgentes como la pobreza, la crisis climática, las migraciones, la intolerancia étnica y religiosa?, cuestionó.

En ese sentido, precisó que resulta indispensable el aspecto formativo y la oportunidad de insertar la Agenda 2030 en los programas de estudio de las universidades. Añadió la importancia de la territorialidad, para llevar esa iniciativa mundial  a los gobiernos locales y lograr el involucramiento de todos los actores.

De manera particular, la alta funcionaria iberoamericana consideró que es vital el impulso de alianzas, no solo entre casas de altos estudios, sino con otros actores de la economía y la sociedad.

“No habrá Agenda 2030 si las universidades no nos ayudan a transformar también la empresa y el mercado, e influir en patrones de consumo y producción distintas”.

Grynspan puntualizó que la universidad reúne a más de 200 millones de estudiantes a nivel global; por tanto, “tenemos el potencial para convertirnos en la primera generación que puede instrumentar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y eliminar la pobreza en el planeta”.

“Tenemos la responsabilidad de que el ciudadano que salga de nuestras aulas sea mejor que el que entró”, un actor que promueva valores como la equidad, la construcción de sociedades incluyentes, las relaciones en la diversidad, y que esté comprometido con la igualdad, esclareció.

De acuerdo con la experta, en Iberoamérica, la región de América Latina fue la que más expandió su Educación Superior en el siglo XXI.

“Fue la región de mayor crecimiento, pero tiene la tasa de deserción universitaria más alta del mundo, mientras que su movilidad académica es la más baja: menos del 1% de los estudiantes han podido hacer la universidad fuera de donde viven”, dijo.

Ello implica asumir desde la universidad en Iberoamérica retos como la creación de alianzas para la integración de la región tanto entre esas instituciones como de todo el sistema académico, así como la discusión al más alto nivel del futuro de la Educación Superior, el desarrollo y las tecnologías, concluyó.