Cuando la irresponsabilidad se asoma

Blanquita y Guillermo en las precisiones antes de emprender la misión de la recogida a los contraventores de los protocolos sanitarios //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Blanquita y Guillermo en las precisiones antes de emprender la misión de la recogida a los contraventores de los protocolos sanitarios //Foto Eliexer Pelaez Pacheco

Manzanillo. Marzo 4.- En este combate contra la COVID-19 incontables son los esfuerzos que se realizan en el país para tratar de disminuir los contagios con la enfermedad, pero siempre ocurren indisciplinas que no se corresponden con el actuar diario de muchos que se sacrifican para detener este flagelo.


Blanca María González Barbán es una joven que se desempeña como funcionaria del Centro Municipal de Higiene, Epidemiología y Microbiología que bien sabe de los sacrificios, esfuerzos y entrega del personal de la salud que combate al nuevo coronavirus Sars-Cov-2 en Manzanillo.


A esta muchacha la encontré un momento casual en su centro de labor, en medio de un ajetreo porque debía enfrentar una misión en el centro de aislamiento enclavado en el campismo El Salto de Jibacoa, ya que algunos manzanilleros que habían estado ingresados en ese sitio, violaron algunos protocolos de seguridad al cometer indisciplinas y tuvieron que regresar a este centro.

Blanquita recibe toda la protección antes de iniciar su labor //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Blanquita recibe toda la protección antes de iniciar su labor //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


A ella le correspondió presenciar la recogida de estos manzanilleros en sus hogares para devolverlos al aislamiento y allí aplicarles lo establecido por las leyes. Blanquita, como todo el mundo le dice, tuvo que pertrecharse de todos los medios de protección para asumir este nuevo reto.


«Es la primera vez que enfrento de esta manera la COVID-19 en un centro de aislamiento. Sentí una sensación que jamás había percibido desde que me vestí totalmente de verde, y al entrar al propio campismo hasta el lugar donde pude y me permitieron llegar para ejercer mi trabajo con el apoyo del personal que allí labora, y para evitar también contagiarme», manifestó.

Blanca María González Barbán //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


Esta joven licenciada en Higiene y Epidemiología confesó que «al penetrar a este centro sentí temor ya que es un área destinada para la atención de pacientes altamente sospechosos de padecer la COVID-19, y había que extremar las medidas para realizar el trabajo por el cual me encontraba allí», expresó.


La joven considera que «es necesario tomar las medidas ante cualquier situación porque no se sabe quien pudiera estar infectado», y de su trabajo como inspectora de higiene remarca que «nosotros tenemos la responsabilidad de cuidar la salud de toda la población aunque no lo sientan así. Nuestra posición será siempre educativa, y que siempre responda a los intereses de nuestra sistema de salud».


La licenciada Eunice Naranjo Oliva, subdirectora de salud ambiental en el Centro de Higiene, Epidemiología y Microbiología de Manzanillo manifestó que «nos corresponde educar a la población, pero también reprimir en los casos que se violen las disposiciones en los protocolos sanitarios. Hace unos días tuvimos que llevar para el centro de aislamiento a personas que estuvieron allí, que cometieron indisciplinas y dieron lugar a nuevos contagios a los que se le aplicaron el Decreto Ley 31 que establece que se aplica una multa a los infractores de la legislación sanitaria vigente por propagación de epidemia.

Lic. Eunice Naranjo Oliva //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


Son multas cuantiosas de dos mil pesos para el infractor y de tres mil para el jefe se esas personas permite que se incumplan los protocolos sanitarios. Nuestra principal función es preservar la salud del pueblo y tenemos que enfrentar con valentía y exigencia este problema de la pandemia en nuestro país», señaló la especialista.


Blanquita de aquella misión regresó a su vivienda pasada las 12 de la noche, luego de todo un día aplicando lo establecido a los infractores. Ella no duda en responderme que «si tuviera que volver no lo pensaría dos veces y daría mi paso al frente porque lo que tenemos que hacer es extremar las medidas y cumplir con la Revolución, ya que es nuestro deber y primer compromiso como miembros del gran ejército de las batas blancas», concluyó.


Esta muchacha de 32 años enfrentó la tarea sin miedos junto a Guillermo, chofer del Sistema Integral de Urgencia Médica (SIUM), y todo un equipo de profesionales que están capacitados para misiones como estas.

Otra muestra de nuestro accionar contra la COVID-19 en el territorio a la que debemos responder también con nuestra disciplina, autocuidado y con el estricto cumplimento de las medidas higiénico sanitarias establecidas por su enfrentamiento.

Blanquita recibe toda la protección antes de iniciar su labor //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Guillermo es el chofer que acompañó al equipo de trabajo en el que se incluyó Blanquita //Foto Eliexer Pelaez Pacheco



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