Cuando a finales de julio leíamos el testimonio de Anaisa Miranda Leyva, — una de las trabajadoras de los Laboratorios AICA que resultó contagiada de la COVID-19 en ese evento de transmisión— supimos que entre las múltiples investigaciones que desde la ciencia cubana se impulsaban para ganar terreno ante la epidemia, era crucial la que desarrollaba el equipo del Centro de Genética Médica .
Para Anaisa, contraer el virus supuso además del temor propio de enfermar, la zozobra de dejar a su hijo de 15 años, Kevin Martínez Miranda, solo en su casa, en el municipio Arroyo Naranjo, en La Habana; mientras ella permanecía ingresada en el Hospital Militar Luis Díaz Soto (Naval).
El caso de esta mujer resultaba particularmente llamativo, y es una de las cosas que más recuerda Anaisa de estos días. Sucedió que el hijo de Anaisa no se contagió, y ella tuvo carga viral en su cuerpo por unos 20 días, más tiempo que la mayoría de las personas contagiadas con esta enfermedad.
No es casual que hasta su casa fuese un equipo del Centro Nacional de Genética Médica para tomarle muestras a ambos, e incorporarlos a un estudio que esa institución realizó en todo el país, con el propósito de evaluar aspectos genéticos vinculados al nuevo coronavirus.
Anaisa Miranda Leyva, junto a su hijo Kevin Martínez Miranda. Foto: Naturaleza Secreta de Cuba.
Justamente sobre los resultados de la investigación que diseñara esta institución científica, bajo el nombre de “Factores de riesgo genético asociados a la severidad clínica de la COVID-19 en pacientes cubanos”, Cubadebate conversó con la doctora Hilda Roblejo Balbuena, especialista de I y II grado en Genética Clínica, profesora e investigadora Auxiliar y jefa de Docencia e Investigaciones del Centro Nacional de Genética Médica.
“Desde los inicios de la pandemia de COVID-19 la comunidad científica ha coincidido en que el riesgo de padecer cuadros clínicos más severos está relacionado fundamentalmente con la edad del paciente y con enfermedades crónicas asociadas. Sin embargo, se pueden producir cuadros severos en personas jóvenes o sin antecedentes de enfermedades”, explicó la especialista al referirse a la importancia de la investigación sobre el SARS-CoV-2 desde la genética y las ventajas que ello representa.
A nivel nacional se proyectó una investigación que pretendía incluir el total de pacientes cubanos residentes en Cuba, confirmados con el diagnóstico de COVID-19 entre el 11 de marzo y el 11 de junio de 2020. Foto: Naturaleza Secreta de Cuba
La entrevistada sostuvo que teniendo en cuenta que existen evidencias previas de que la constitución genética individual es uno de los componentes de la compleja interacción entre factores ambientales y genes que regulan la resistencia o susceptibilidad a las infecciones, es razonable suponer que la variabilidad en la severidad clínica entre pacientes con COVID-19 y el desarrollo de síntomas graves, incluso en casos sin enfermedades subyacentes, pueda deberse a posibles modelos que combinen tanto factores de riesgo genéticos, como no genéticos.
En busca del riesgo genético ante la COVID-19
Se tomó a cada una de las personas incluidas en la investigación una muestra de sangre y se envió a los laboratorios del Centro Nacional de Genética Médica. Foto: Naturaleza Secreta de Cuba.
De ahí que nuestra institución diseñara la investigación “Factores de riesgo genético asociados a la severidad clínica de la COVID-19 en pacientes cubanos”.
“Este estudio tiene múltiples ventajas”, sostuvo la doctora Roblejo Balbuena. Entre estas:
- Caracterización del estado inmunológico de los pacientes recuperados.
- Identificación de variantes alélicas que incrementan el riesgo de complicaciones clínicas severas.
- Identificación de los individuos más vulnerables a padecer formas clínicas sintomáticas o graves de la enfermedad, que permita prevenirlas con intervenciones terapéuticas más tempranas.
- Establecimiento de estrategias poblacionales a partir de la identificación de grupos de riesgo.
Pero, ¿cómo se organizó la investigación y quiénes participaron?
Al respecto, la especialista explicó que a nivel nacional se proyectó una investigación que pretendía incluir el total de pacientes cubanos residentes en Cuba, confirmados con el diagnóstico de COVID-19 entre el 11 de marzo y el 11 de junio de 2020, (cuando esta cifra ascendía a 2 207 personas contagiadas en el país) que estaban de alta epidemiológica, y familiares de primer grado convivientes con el paciente al momento del diagnóstico.
“La inclusión de los familiares obedece al hecho de que las características de los contagios advierten que se trata en buena parte de transmisiones intradomiciliarias, con una altísima tasa entre los convivientes. Sin embargo, estos individuos expuestos al virus en el mismo medio no se infectaron, por lo que resultaba interesante evaluar sus estados inmunológicos e identificar factores genéticos de protección”.
Doctora en Ciencias Beatriz Marcheco Terruel, directora del Centro Nacional de Genética Médica.
De acuerdo con la información ofrecida por la Doctora en Ciencias Beatriz Marcheco Terruel, directora del Centro Nacional de Genética Médica, en la reunión que efectuara el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez en el encuentro que realizara con científicos cubanos el primero de octubre, “dicha investigación abarcó a 1 182 personas, entre niños y adultos, con el propósito de disponer de información acerca del impacto ocasionado en ellos por la enfermedad. Conocer mejor estos factores —explicó— posibilita desarrollar estrategias para intervenirlos y así evitar que se agraven las condiciones de los pacientes”.
Explicaba la experta que la investigación pretende abordar factores clínico-epidemiológicos que incluyen variables sociales como la ocupación, el color de la piel, los grupos de edades, los hábitos tóxicos, el historial de enfermedades, los niveles de estrés, y otras variables clínicas de naturaleza inmunológica y genética, tanto del individuo como de quienes conviven con él y están emparentados.
Según lo presentado ante el grupo temporal de trabajo contra la COVID-19 por la especialista, resultados preliminares evidencian, por ejemplo, que desde el 11 de marzo hasta el 11 de junio, periodo en el que se enmarca la selección de los pacientes contenidos en la muestra, es superior de manera general la cantidad de personas de piel blanca que enfermaron, así como predominan pacientes con el grupo sanguíneo A.
“Este estudio, consideró la especialista, tiene como punto de partida a la comunidad y demuestra la valía de identificar inmuno-epidemiológicamente a nuestra población. El proceder que hemos seguido nos permite –aseveró- desarrollar tratamientos personalizados que den respuestas a características genéticas individuales y así disponer de elementos para diseñar e implementar estrategias poblacionales de prevención.
Particularidades de la investigación en la capital
La primera etapa del estudio se realizó en La Habana del 25 de junio al 25 de julio de 2020. Foto: Naturaleza Secreta de Cuba.
“La Habana ha sido una de las provincias más complejas para el enfrentamiento a la COVID-19. Su condición de capital, la densidad poblacional, la heterogeneidad de sus habitantes, la pérdida de límites entre sus municipios y el flujo de personas confieren particularidades a este territorio. Su muestra es una parte importante del total de individuos incluidos en la investigación nacional”, subrayó la doctora Roblejo Balbuena.
Según detalló la genetista, la primera etapa del estudio se realizó en La Habana del 25 de junio al 25 de julio de 2020. En este periodo fue el trabajo en el terreno, realizando la entrevista a los pacientes y la toma de muestras. “Se organizó una estrategia que incluyó la preparación de equipos dirigidos por investigadores del Centro Nacional de Genética Médica en coordinación con las direcciones municipales de salud, para abarcar todas las áreas de los 15 municipios de la provincia. Estos equipos estuvieron integrados por profesionales de la Red Nacional de Genética Médica y se incorporaron a los mismos personal de laboratorio clínico, médicos y enfermeras de la Atención Primaria de Salud”, dijo.
Refiere la especialista que de cada caso se obtuvo el consentimiento para participar en la investigación, luego se le realizó una entrevista desde el punto de vista clínico, que permitió conocer sus hábitos y estilos de vida, sus antecedentes de salud tanto personales como familiares, así como información propia de la COVID-19, y con ella confeccionar un árbol genealógico.
Foto: Naturaleza Secreta de Cuba.
Se tomó a cada una de las personas incluidas en la investigación una muestra de sangre y se envió a los laboratorios del Centro Nacional de Genética Médica. Las pruebas, especificó, incluyeron hemograma completo, grupo y factor, así como ensayos Elisa para anticuerpos específicos contra el SARS-CoV-2 en el Centro de Inmunoensayo. En los casos graves se analizaron subpoblaciones de linfocitos que participan en la respuesta inmune, utilizando la citometría de flujo y estudios del ADN.
La Doctora en Ciencias Beatriz Marcheco Terruel, al referirse al estudio realizado para determinar los anticuerpos de las personas contagiadas, destacó la importancia que este aspecto reviste para “tener una mejor idea de cómo ellos son capaces de inhibir y neutralizar el virus”, lo cual es esencial para el desarrollo de nuestras vacunas, en tanto ofrece la posibilidad de “decirle a la vacuna qué combatir” de un mejor modo.
“Es importante destacar que constituyeron fortalezas para el desarrollo de esta investigación, la presencia de una red de centros y servicios de genética médica integrados a la atención primaria de salud, como parte de la organización del sistema de salud cubano”, enfatizó la entrevistada.
Agregó que “el Centro Nacional de Genética Médica ha conducido otras investigaciones de alcance nacional relacionadas con las enfermedades genéticas, no así en el campo de las enfermedades infecciosas. Con anterioridad algunos de nuestros investigadores han trabajado de manera conjunta con profesionales del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí en al análisis de la susceptibilidad genética al dengue”.
Establecimos también una vigilancia clínico- epidemiológica con el Zika por sus efectos teratogénicos y de igual modo, como parte de la atención prenatal, priorizamos la atención de otros agentes biológicos que pueden producir defectos congénitos. Pero sin lugar a dudas, es la primera vez que el centro conduce una investigación de alcance nacional, con el objetivo de identificar factores de riesgos inmuno-genéticos en el campo de las enfermedades infecciosas, refirió la experta.
Estudio de factores de riesgo genético en La Habana: Resultados preliminares
El estudio incluyó a familiares de primer grado convivientes con el paciente al momento del diagnóstico. Foto: Naturaleza Secreta de Cuba.
La Habana acumulaba hasta el 11 de junio de 2020 un total de 1182 casos confirmados. De ellos, dijo la doctora Roblejo Balbuena, fueron incluidos en la investigación 431 pacientes recuperados y 156 familiares de primer grado.
Entre los pacientes no se aprecian diferencias de género y la distribución según color de la piel no muestra diferencias a las frecuencias reportadas por el Censo de Población y Viviendas de 2012, abundó la entrevistada.
Asimismo, explicó que el estudio replica lo encontrado en otras investigaciones con relación a la edad: en la medida en que se incrementa la severidad del cuadro clínico se incrementa la edad promedio de los pacientes, legitimando este factor de riesgo también en la población habanera.
En los pacientes que residen en esta provincia, el grupo sanguíneo O resultó un factor de protección para desarrollar formas sintomáticas o graves de la enfermedad.
No obstante estos hallazgos, la experta enfatizó en que es importante destacar que la complejidad en la predicción del riesgo de evolucionar de manera sintomática no se limita al análisis de modo independiente de cada variable, influyen muchos factores por lo que lo más importante es el autocuidado individual y la autorresponsabilidad.