
La icónica canción Cuba Qué Linda es Cuba deviene himno de patriotismo e identidad de los nacidos en esta isla caribeña, desde que el 26 de enero del 1959, fuera compuesta por el músico y compositor Eduardo Saborit Pérez, natural del municipio granmense de Campechuela.
Tema que constituyó un regalo en la naciente Revolución Triunfante del primero de enero en igual año, y que identifica a los hijos de este Verde Caimán que luchan por preservar su soberanía movidos por el amor a la Madre Patria.
Según especialistas, la antológica Cuba Qué Linda es Cuba, es considerada la canción más melodiosa y dulce que identifica a todos los coterráneos a lo largo y ancho de la isla, y podría decirse que, de igual menara, a los naturales que desde el exterior, piensan, aman y hacen por la tierra donde nacieron.
Con lirismo y atractiva sonoridad, este tema gusta a todo el que lo escucha, reflejo, además, de la sabia de la música popular cubana; en tanto insta a expresar desde las más diversas formas ese sentimiento puro y sincero que inmortalizó Saborit en sus letras.
Una composición que da fe de la cultura, los valores morales y el probado patriotismo del músico que la creó, quien, a su vez, tuvo una activa vida revolucionaria en defensa de las causas justas, y se distinguía su carácter jovial, entusiasta y talento.
Refieren medios de prensa nacionales que la vasta cultura y personalidad de Eduardo trascendieron el continente americano, y fue entonces que visitó los países socialistas de Hungría, Alemania y la antigua Unión Soviética, así como Finlandia, España y Francia.
Señalan que durante su estancia en la antigua URSS, en el balneario de Sochi, al realizar un recuento del tiempo alejado de su tierra natal, compuso la canción que lo inmortaliza: Cuba, qué linda es Cuba, la que fue aplaudida en el décimo séptimo Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, tras ser interpretada por un coro dirigido por Cuca Rivero.
El tema fue estrenado en el propio balneario donde todos lloraron de la emoción, porque bien es sabido que el nombre de Cuba corre por las venas de los que tanto lucharon por hacerla de un cielo tan azul como ninguno, de “una estrella tan brillante como aquella que se filtra en la dulzura de la caña”, y que, por ende, la saben imprescindible y la llevan tatuada en el corazón como la más bella.
No se trata de ocultar las manchas y solo ver las luces, porque como todo, la tierra da frutos buenos y malos, pero sí de hacerla lo más perfectible posible desde el esfuerzo cotidiano y la unidad de acción, porque a la Patria donde se nace se protege, no se traiciona; se honra, no se ultraja; se ama y se construye para bien de todos, no se vende.
Hay ciertos individuos que, a cambio de dinero, desacreditan y deshonran con ofensas y argumentos banales, muchas veces falsos, a esta isla donde nacieron, crecieron junto a su familia, y se prepararon en determinada profesión u oficio para la vida futura.
Indignos han de llamarse cubanos, además, los que, desde otras latitudes, fundamentalmente desde los Estados Unidos, apoyan las medidas de asfixia económica que se sustentan en la política hostil que lleva a cabo el gobierno de ese país contra la nación caribeña.
Porque hijos dignos de esta tierra soberana han se ser quienes, dentro o fuera del territorio nacional mantengan vivos su identidad y tradiciones, los principios y valores que la sustentan, el aire pleno de libertad que se respira.
Se es patriota cuando el sueño no se concilia bien una vez que falta algo por hacer para que nuestra Patria avance y brille en medio de tantas presiones y crisis, y entonces, con el legado permanente del Fidel que “Vibra en la Montaña”, cantemos con más fuerza las letras gloriosas de Eduardo Saborit, cuando expresan “Cuba Qué Linda es Cuba, quien te defiende te quiere más”.