El mecanismo de vida ha cambiado para muchas personas desde el mismo momento en que se decretó en nuestro país la presencia del nuevo coronavirus SARS-COV 2.
Muchas estrategias de vida se vieron violentadas de la noche a la mañana debido a que la estancia en los hogares presuponía el establecimiento de un sistema de vida diferente, por ejemplo las personas en edades de riesgo recibieron la visita de cuidadores y personal de apoyo para aligerar sus gestiones y propiciarles una compañía protectora durante el mayor tiempo posible en el día.
Los cuidadores se convirtieron por ende en una fuerza importante sobre los cuales ha sobrecaído una gran responsabilidad, dígase miembros de la familia del cuidado o no, para ellos tener a su cargo la responsabilidad plena de la alimentación en su horario, la higiene, el nivel de motivación, la información a tiempo etcétera ha significado el cumplimiento de un deber humano de extremas dimensiones.
Olivia Medina está justo en este momento en calle cuarta entre dos y tres del Reparto Caymari en la casa de Avelina Menendez, no son familia, pero la primera asumió la responsabilidad de cuidarla en este complejo periodo de nuestras vidas y creo que es el mejor ejemplo, según opiniones de los vecinos, de la cuidada y de la propia Olivia, en que la paciencia, el cariño, la bondad, el entendimiento, la tolerancia y el amor son las herramientas adecuadas cuando se trata de proteger a una persona que ha vivido una vida marcada por el sacrificio, la laboriosidad y la entrega a una familia que ahora por circunstancias de la vida no tiene cerca.
Cuidar a una de estas personas es como el desprendimiento de una parte de sí mismo, es una perenne responsabilidad donde solo el amor, como dijo el trovador, convierte en milagro al barro.