El presidente Donald Trump pronunciará, este 30 de enero, su discurso sobre el Estado de la Unión, en el que analizará su primer año como mandatario y trazará las directrices de la política doméstica y externa para 2018. Además, esta cobertura le podrá servir para llegar más allá de su base: a las personas que no votaron por él.
Un artículo en el sitio digital The Hill esbozó líneas fundamentales en las cuales deberá insistir el jefe de la Casa Blanca: inmigración, plan de infraestructura, estado de la economía y elecciones de medio término. Según un funcionario que solicitó el anonimato, el líder del Ejecutivo usará parte del discurso para defender un marco legislativo a partir del cual se puedan impulsar las estancadas negociaciones sobre el tema migratorio.
Si es aprobada por el Capitolio, la iniciativa daría la posibilidad de obtener la ciudadanía a los 690 mil aspirantes a recibir los beneficios del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, que instauró el mandatario Barack Obama en 2012, pero fue eliminado por Trump en septiembre de 2017.
Pero a cambio el Congreso tendría que avalar un fondo de 25 mil millones de dólares para garantizar la seguridad en las fronteras, incluyendo la construcción del muro con México, permitir el incremento de la persecución contra los indocumentados y acelerar las deportaciones.
Legisladores, activistas y grupos defensores de los inmigrantes estiman que la propuesta del presidente constituye un esfuerzo por sabotear las negociaciones bipartidistas sobre esta temática e imponer la aprobación de una serie de deseos de los sectores más recalcitrantes de la sociedad norteamericana.
Asimismo, el mandatario detallará su propuesta de un billón de dólares para reconstruir carreteras, puentes y sistemas de tránsito de la nación, tema en el cual cree obtendrá ‘un amplio respaldo bipartidista’, de acuerdo con otra fuente que pidió el anonimato.
Los titulares de 2018 no han sido amables con Trump, en medio de diferentes reportes que cuestionan su estado mental y las declaraciones racistas sobre países africanos y latinoamericanos.
Por ello, intentará reenfocar la atención en el comportamiento de la economía, la tasa de desempleo en apenas un cuatro por ciento, la rebaja de impuestos y el progresivo aumento de los salarios, comentó The Hill.
Si bien Trump no debe llamar a votar abiertamente por los republicanos durante las elecciones legislativas de noviembre, una de sus metas será convencer de que la formación roja y sus líderes en el Capitolio han producido resultados positivos.
Con un 35 por ciento de respaldo a su gestión, el mandatario intentará minimizar los múltiples escándalos que matizan su gobierno y ampliar el respaldo de la base electoral que lo llevó a la mansión ejecutiva.
Pero resultará difícil obviar el cierre parcial de la administración, la cancelación de pactos multilaterales, las acusaciones sobre la supuesta injerencia de funcionarios rusos en los comicios de 2016 y los recientes reportes de que Trump intentó despedir al fiscal especial Robert Mueller.
Pero Trump es un presidente no tradicional y podría intentar sacudir el formato de uno de los rituales políticos más antiguos de Estados Unidos, observó la publicación.
(Con información de Prensa Latina)