Manzanillo. Julio, 24.- Entre los Andes venezolanos y el Mar Caribe, por sus raíces étnicas, vascas y africanas, dos hombres unidos en el tiempo, son hoy símbolo y crisol de nuestras entrelazadas razas.
El azar los une y en continuo bregar desandan para siempre cada rincón de la América Nuestra.
Uno es de Caracas, capital venezolana; de pensamiento profundo y temple aguerrido en el combate ganó el epíteto de El Libertador.
El otro, nació en Manzanillo, humilde, zapatero y autodidacta maestro, comunista, sencillo y de estirpe revolucionaria, es una de las figuras políticas más relevantes de Cuba en el siglo XX.
Una distancia de 125 años los separa de sus nacimientos un 24 de julio: con sublime respeto y admiración patriótica hablamos de Simón José Antonio de la Trinidad Bolívar /Simón Bolívar, y de Francisco Wilfredo Calderío/ Blas Roca.
Cuanta enseñanza y ejemplo legaron a las actuales y futuras generaciones de cubanos y latinoamericanos, es realmente incalculable, lo cierto es que de Bolívar y Blas, tenemos aún mucho que aprender.
Paradigmas en las luchas contra las injusticias y la explotación y defensores de nuestros oprimidos pueblos son Bolívar y Blas Roca referentes obligados para la acción revolucionaria.
Detenernos en la obra de ambos hombres hace que inclinemos nuestras frentes en señal de agradecimiento en variadas esferas del saber que de seguirlas nos convierte en mejores seres humanos.
Juntos construimos la América que al decir de Bolívar, deberá ser la más grande nación del mundo menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria.
«Mientras la América viva, el eco de sus nombres resonará en lo más viril y honrado de nuestras entrañas», especialmente el de Simón Bolívar; gigante de todos los tiempos, referente universal de unión e integración de los pueblos.
Creadores y hacedores de La Libertad: la más preclara aspiración de nuestros hermanos americanos, Bolívar y Blas Roca son figuras que trascienden los marcos de lo nacional, para ubicarse en la historia de la humanidad y cabalgar por llanos y montañas del continente y de Las Antillas consumando la obra de total emancipación en estas tierras desangradas y dolidas.