Dinamismo, empatía e innovación: Desafíos de los CDR contados a ritmo de juventud

Karla tiene una responsabilidad poco común para alguien tan joven: coordina los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) de su zona. Foto: Ismael Francisco / Cubadebate.

Karla Santana es una muchacha normal. Un breve vistazo a su perfil en Facebook lo confirma: en él aparecen varias fotos con su novio y sus amigos, flashazos de sus principales intereses y dos o tres publicaciones que la muestran como una cubana orgullosa.

Tiene 19 años y cursa primer año de Derecho. Antes estudió los primeros semestres de Historia pero decidió cambiar de carrera hacia una que tuviera un perfil profesional más práctico. Se define a sí misma como espontánea, comunicativa y testaruda. Le encantan el teatro, los libros y la buena conversación. Lectora empedernida de Hemingway y García Márquez, afirma entre sonrisas que su película favorita es El Lado Oscuro del Corazón.

Nadie que lea estas líneas dudaría que Karla es una muchacha como cualquier otra. Sin embargo, alterna los intereses habituales de la juventud y sus estudios universitarios con una responsabilidad poco común para alguien tan joven: desde hace unos meses coordina los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) de su zona y entre tantas ocupaciones, apenas le queda tiempo libre.

¿Por qué trabajar con los CDR? ¿Cómo llegas a esta organización siendo tan joven?

Desde pequeña he estado vinculada con las organizaciones estudiantiles. Ya en la primaria, en la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), me desempeñé como jefa de colectivo de la escuela y luego en la secundaria tuve una responsabilidad similar. Una vez en el preuniversitario me relacioné con la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) a nivel municipal en La Lisa y llegué a ser presidenta de esta organización en La Habana. En la universidad estuve el primer año como vicepresidenta de la facultad de Historia, pero decidí cambiarme para Derecho donde estoy empezando otra vez.

Probablemente todas estas responsabilidades influyeron. En mi barrio, hace unos meses, se hizo una actividad muy bonita para despedir a la antigua coordinadora de la zona Balcón Arimao a la que pertenezco. En ese espacio también se hicieron propuestas para sustituirla y algunos vecinos de mi edificio me propusieron, tal vez porque conocían mi historia en la FEEM y la FEU. Fue muy espontáneo, yo no lo esperaba. Tenía un conocimiento muy básico de los procesos de dirección en esta organización y apenas sabía cuál era el trabajo del coordinador; pero me sentí con la responsabilidad de asumir, sobre todo por la falta de dinamismo juvenil que tienen hoy los CDR en la base.

¿En qué consiste tu responsabilidad? ¿Cuáles han sido los principales logros y retos en estos meses de trabajo?

Como coordinadora de mi zona organizo el trabajo de los once CDR que la integran, relaciono a los presidentes y de modo más indirecto organizo las diferentes actividades en los barrios. Durante los casi siete meses que llevo he enfrentado varios retos, como en toda tarea que se empieza. Entre los más importantes ha estado lograr un contacto sostenido y productivo con los vecinos: no es fácil porque hay variedad de personalidades, caracteres y conseguir la movilización para determinadas acciones se vuelve complicado. Ahora, después de un par de experiencias, la gente pregunta más espontáneamente, pero al principio fue muy difícil.

Por supuesto, tengo mejores experiencias en algunos CDR que en otros, sobre todo debido a la inestabilidad de los dirigentes en la base. Además es muy difícil llegar a todas las organizaciones de base en tan poco tiempo, pero la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) funciona muy bien y me han apoyado mucho.

Hemos logrado pequeñas victorias y actividades. Una fue en el Círculo Infantil: llevamos estudiantes de la universidad y del barrio para tener un intercambio con los niños y contar cuentos, realizar manifestaciones teatrales, pintar caritas y otras acciones de educación y recreación. También el pasado Día de las Madres organizamos todo un movimiento que para mí fue muy lindo porque comenzó con un programa organizado de manifestaciones artísticas y luego las personas comenzaron a querer hacer poesía y cantar sin tener que recurrir al guión planificado. Además, convocamos a varios trabajos voluntarios para el embellecimiento del barrio, torneos de dominó y todo el proceso de discusión de la Reforma Constitucional.

En medio de todo esto, me van quedando algunas anécdotas simpáticas. Por ejemplo, para la actividad del día de las madres trabajamos mucho: organizamos una pequeña feria del libro para los niños, hicimos diplomas para las madres y otros aseguramientos similares que hicieron la organización muy trabajosa. Cuando ya tenía el programa listo fuimos a algunas casas para entregar un plegable con la descripción de la iniciativa. Uno de los vecinos que convocamos me pregunto que qué había que llevar, que si no estaba ahí para recoger dinero o comida y cuando le respondí que no se preocupara, que todo estaba garantizado, se sorprendió muchísimo.

En una organización donde la mayor parte de los dirigentes no son tan jóvenes, ¿cómo te ven los vecinos y compañeros en las distintas actividades? ¿Es un desafío la edad?

En realidad no hay mucha gente tan joven dentro de la dirección de los CDR. En mi zona, por ejemplo, no coincido con ningún contemporáneo, los más jóvenes tienen alrededor de 35 años y eso hace que mi caso no sea habitual. Por ello, cuando empecé, algunos lo veían con entusiasmo ya que los CDR necesitan vitalidad juvenil, pero otros reaccionaron con recelo por la falta de experiencia. Los de la tercera edad, sobre todo al principio, me veían con preocupación pero poco a poco van sintiéndose mejor por los resultados que hemos tenido. El trabajo ha inspirado confianza.

En las reuniones, con los otros coordinadores, también fue muy complejo porque cuando intentaba dar opiniones o proponer iniciativas lo tomaban como imposiciones. Recuerdo aquella primera reunión en la que me presentaron: había que ver las caras de los que estaban allí al ver mi edad, incluso algunos manifestaron que ya estaban poniendo a cualquiera. Luego el ambiente se fue relajando y después de unos meses ha mejorado muchísimo.

Tienes una vida activa en la FEU y las ocupaciones normales de una joven universitaria, ¿cómo logras combinarlo todo con el trabajo en los CDR?

Ahora mismo estoy trabajando en la Comisión de Cultura de la Facultad y estoy en las primeras semanas de clases, por lo que combinarlo todo ha sido complicadísimo. Parece incierto pero lo es. Por poner un ejemplo, el día 28 de septiembre queremos hacer una fiesta en la facultad, pero tengo las actividades del barrio y te confieso que estoy un poco aturdida porque aún no se cómo voy a dividirme para organizarlo todo.

Por tanto, si te dijera que tengo un plan sería incierto. Creo que la organización va surgiendo con la dinámica del día, aunque sí planifico algunas cosas. Generalmente estudio en las noches y hasta las madrugadas, voy a la facultad en la tarde y de los CDR me ocupo siempre que estoy en la casa, en las mañanas, los fines de semana y así voy tratando de organizarme día a día.

En tiempos donde algunos aseguran que la juventud tiende a la apatía, ¿cómo es tu relación con amigos de la universidad al hablar de estos temas?

Mis amigos y compañeros de la universidad suelen verme como un ser bastante extraño, como si fuera un extraterrestre. Sobre todo porque identifican a los CDR con la tercera edad y no entienden cómo puedo hacer tantas cosas a la vez. Hablar de estos temas con ellos se vuelve un poco complicado porque lo sienten tedioso, aunque yo les explico e intento que se acerquen al tema. Pero ellos lo ven muy extraño, me dicen que los estudios son la prioridad.

No estoy segura de cuáles son todas las razones pero hay una tendencia entre nosotros, los más jóvenes, de alejarnos de la política y de las responsabilidades de dirección, aunque también hay una parte significativa que entiende que le toca asumir. En el caso particular de los CDR está faltando crear formas distintas de hacer que motiven a la gente: nos falta dinamismo. Hay que hacer cosas diferentes que se parezcan más a los jóvenes de hoy.

“En los CDR está faltando crear formas distintas de hacer que motiven a la gente: nos falta dinamismo”, señala convencida Karla. Foto: Ismael Francisco / Cubadebate.

A las puertas del Noveno Congreso de los CDR, ¿cuáles son los principales logros, potencialidades y desafíos de esta organización desde tu posición como joven protagonista?

Como organización hemos alcanzado varios logros; uno de los principales desde mi punto de vista es que hay bastantes jóvenes delegados al Congreso Nacional. Eso hay que saberlo explotar para como ahora seguir siendo una organización de vanguardia. Porque tenemos muchas potencialidades. En mi zona, por ejemplo, existen centros escolares, casas de cultura, profesionales, amas de casa, obreros y organismos a nivel zonal interesados en hacer actividades, crear alianzas; pero hay que aprender a explotar esas oportunidades.

Por lo tanto, tenemos muchos desafíos. Uno de ellos tiene que ver con los antecedentes de fundación de los CDR. Esta organización nació como el nexo fundamental de la Revolución con los barrios y para mantener este vínculo, esta responsabilidad, necesita hacer actividades más parecidas a estos tiempos.

Además, existe una apatía relativamente generalizada por múltiples causas, entre ellas el mal funcionamiento de algunos de los que dirigen en la base y las limitaciones que uno enfrenta allí. Yo llegué con muchas ganas de hacer, pero es complicado movilizar a los vecinos para determinadas tareas. Estoy convencida de que uno de los retos principales es lograr atraer a la gente. En mi caso particular  me propuse hacer actividades que fueran distintas a las que había visto en el barrio y eso hizo que, poco a poco, los vecinos me llamaran para organizar otras.

Por otro parte, la comunicación con los organismos del municipio es de las principales dificultades. En una de las esquinas del barrio tenemos un vertedero que afecta a la comunidad y ha sido muy difícil resolver el asunto. Lo mismo ha pasado para conseguir que pongan luces en los postes y otras necesidades similares. Una se da cuenta ahí que a veces no es una cuestión de falta de interés del coordinador o el presidente, sino que se enfrentan a trabas como la burocracia.

Algunos dirían que los CDR son una organización trascendida en los nuevos tiempos, ¿qué crees de esa afirmación? ¿Defiendes su necesidad?

Sigo creyendo que los CDR tienen una función esencial en el barrio: son la forma de hacer revolución en la calle y de establecer nexos con la comunidad, con el pueblo. Si de verdad se aprovechara como se debe, sería un logro permanente. Si asumí una responsabilidad en ellos es porque todavía creo que seguirá siendo una organización importante para el país. Los CDR y la Federación son las organizaciones que más tocan al cubano, pero es esencial atraer a la comunidad.

Me quedo con las cosas bonitas, esas que me hacen seguir. El día de la actividad de las madres terminó con la canción Cuba que linda es Cuba, algo completamente fuera de guiones. Me encantó ver como los vecinos sonreían y disfrutaban compartiendo en comunidad. Esa satisfacción me hace seguir y sentir esperanzas de que los CDR puedan revitalizarse.

Aseguras que los CDR necesitan actualizarse y revitalizarse, ¿cuáles podrían ser algunas prioridades en ese empeño?

A partir de lo que he ido aprendiendo en estos meses creo que una primera prioridad es ser empático con el vecino, que este se sienta identificado con el coordinador o con el presidente, que cuente con él.  Aunque este no pueda resolver todos los problemas, los vecinos tienen que saberlo ahí. Luego hay una necesidad de preparación personal. Yo tuve que demostrar que podía hacer cosas y para eso estuve obligada a aprender de las dinámicas de la organización. Finalmente es necesario que la persona que dirija los CDR lo asuma como un trabajo constante: es el barrio, la vida cotidiana de los ciudadanos y debe mantenerse al tanto de ellos.

En ese sentido, una clave es que en los CDR no les llamemos dirigentes sino coordinadores, pues esas son las personas que tienen que organizar las fuerzas y para ello lidiar con las distintas personalidades, saber cómo conversar con cada cual.

Todo esto supone que hay temas claves a discutir en el Congreso: la participación ciudadana en las actividades de los CDR, cómo hacer que el representante sea más cercano a los vecinos, cómo lograr que los organismos logren unirse para determinadas acciones y la búsqueda constante de nuevos espacios y formas de hacer las cosas.

El país vive un momento de debates fundamental a partir de las discusiones en torno a la Reforma Constitucional, ¿qué papel están jugando los CDR en este proceso?

Una de las principales experiencias que he tenido como coordinadora ha sido el proceso de debate del proyecto de Constitución en mi zona, sobre todo porque me llama la atención la cantidad de vecinos que asisten a los debates en comparación con otras reuniones. Además, todos llegan con su folleto leído y marcado y con un papel en el que traen las propuestas para cada uno de los artículos. Esto nos dice que hay un interés de los vecinos por estudiarse en su casa este proyecto, plantearse formas de transformación e involucrarse en la discusión.

He tenido varias experiencias muy simpáticas con los abuelitos y abuelitas de la tercera edad porque hay algunos artículos que les han chocado más que otros. Uno de ellos es el referido al matrimonio entre personas sin distinción de sexo: algunos no lo entienden y ha sido complicado explicarles cómo van cambiando los tiempos y que esa apertura es necesaria hoy. También se han abordado temas como la protección animal y la eutanasia que no se tocan en el proyecto.

Para mí todo esto confirma que el país se está involucrando activamente. La participación con ánimo, esperanza y preocupación demuestra que –como dijo el Comandante en la Historia me Absolverá- el pueblo cubano no es solo ese agregado de personas que conviven en una colectividad estable en determinada comunidad política, sino que es un pueblo que participa y está interesado en formar parte de las transformaciones que vive el país y no se distancian de los principios de la Revolución.

¿Cuáles son las preocupaciones y las certezas de Karla en la Cuba del 2018?

Mi principal preocupación está relacionada con el distanciamiento de los más jóvenes con la historia de nuestro país, con lo que más no identifica, con lo que ha sido Cuba y con lo que tiene que seguir siendo. Creo que parte de la apertura en las conexiones y la informatización que vive el país. Aunque es importantísima para los jóvenes y en sentido general, ha influido también en cierta cultura del consumismo y ha alejado al más joven de ese compromiso que debe tener como nueva generación. Si bien creo que hay una parte importante de la juventud que está comprometida con el país, con su futuro; me preocupa el enajenamiento, el desconocimiento de los más jóvenes.

Las certezas las tengo claras: hay una vanguardia que seguirá siendo ese baluarte más importante de la Revolución, una juventud de Cuba atemperada a los nuevos tiempos pero consciente de sus compromisos históricos. Esa es no solo mi certeza, sino también mi tranquilidad.