No cabía un alfiler a las 8:00 pm del miércoles 26 de septiembre en la vasta e imponente Iglesia de Riverside. La razón de tan electrizada multitud era recibir y apoyar al presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Miguel Díaz–Canel. Y para más emoción y por completa sorpresa para los presentes arribó también el presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros.
Esta es una iglesia protestante emplazada a dos cuadras del límite de Harlem, en el Alto Manhattan, Nueva York. Abrió sus puertas el 5 de octubre de 1930. Está situada en la calle 120th y 490 Riverside Drive, cerca de la famosa Universidad de Columbia, y se asocia principalmente con la Iglesia Bautista Americana e Iglesia Unida de Cristo. Es famosa tanto por su elaborada arquitectura neogótica, como por su historia de lucha en pro de la justicia social. Fue descrita por el New York Times en 2008 como “un bastión del activismo y el debate político a lo largo de su historia de 75 años… influyente en los aspectos religiosos y políticos de la nación”.
La iglesia fue planeada por el multimillonario John D. Rockefeller Jr. (1874 – 1960), y el Ministro Harry Emerson Fosdick (1878–1969), como una enorme edificación inter-denominacional, una congregación que hoy incluye más de 40 grupos étnicos. En 2012 fue incluida en el registro nacional de lugares históricos de los EEUU. Amy Butler fue electa como ministro mayor de Riverside (la única mujer en la historia liderando esta iglesia) el 8 de junio de 2014. Vasta experiencia y juventud en la anfitriona del presidente cubano Miguel Díaz–Canel.
El viaje del presidente cubano a New York ha tenido una intensa y significativa agenda, que va desde discursos en la Asamblea General de la ONU, reuniones con muchos jefes de estado, con congresistas de los EE.UU., organizaciones internacionales de muy alto nivel, hasta el contacto personal con el pueblo estadounidense y con cubanos residentes en los EE.UU.
Pero es también un acto de continuidad histórica. Harlem y Cuba. En 1893, unos 75 hombres, cubanos y estadounidenses, se reunían en Harlem, entrenándose para ir a combatir por la independencia Cuba (I). Así era Harlem en la época de Jose Martí.
Las comunidades afrocubanas de Harlem y Cuba estuvieron en contacto cultural, un gran ejemplo de ello fue la visita a Cuba del gran poeta y escritor Langston Hughes.
Un momento cumbre de la relación Harlem–Cuba fue la visita del Comandante en Jefe Fidel Castro realizó a New York, cuando nuestro actual presidente tenía solo cinco meses de nacido. El elemento histórico principal es la conexión de alto voltaje establecida por Fidel con el pueblo estadounidense, entre los cuales destacaba con luz propia Malcolm X, el gran líder musulmán afro-americano. También se reunió en Harlem, en el ahora mítico hotel Theresa, con Nikita S. Jruschov, al salir habían 5 mil personas aclamándolos, Gamal Abdel Nasser de la entonces Republica Árabe Unida y con el primer ministro de la India Jawaharlal Nehru. Los dos últimos, junto con el líder yugoeslavo Josip Broz (Tito), los fundadores del movimiento de la Países No Alineados, del que años más tarde Fidel fuera presidente, y los representó ante la ONU en memorable visita y discurso (1979).
En la noche de ayer se produjo un acto de continuidad histórica, política y social. El presidente Miguel Díaz–Canel visita al pueblo estadounidense en Harlem. La estación de trenes Harlem–125 Street, estaba repleta de personas que viajaban desde el norte y el sur de la urbe para ver al líder cubano.
Una expectante multitud esperaba la llegada del Presidente Miguel Díaz–Canel. A su entrada una ovación del público calculado en más de 2 mil personas, y enseguida se inició el acto. La presencia y participación del presidente de Venezuela Nicolás Maduro Moros, fue una sorpresa total y añadió más brillo a la espectacular actividad, que incluyo arte, religión, la presencia de los médicos estadounidenses graduados en Cuba y muchas cosas más. A veces las atronadoras consignas y aplausos nos ensordecían. Mi grabadora no podía captar bien las palabras y tuve que tomar notas en el estilo clásico.
La participación de Maduro fue corta pero impresionante. “Hemos sido víctimas de gran agresión imperialista, pero la Revolución bolivariana está viva, de pie y victoriosa” dijo Maduro. “Hasta la victoria siempre, Nueva York”.
El momento más esperado, fue cuando Miguel Díaz–Canel tomó el podio y trasmitió un altísimo nivel de emoción y de comunicación directa a todos los presentes.
“Hoy sentimos que aquí están presentes Fidel y Chávez”, dijo el presidente en medio de estruendosos aplausos de los estadounidenses y latinoamericanos, que colmaban la bella iglesia. “La relación bilateral de Cuba con los Estados Unidos sigue estando caracterizada sobre todo por el bloqueo económico que constituye un obstáculo fundamental al desarrollo y al bienestar de los cubanos”, señaló. En cambio, “aquí todos somos hermanos y hermanas”. Cuando el presidente gritó “¡Cuba sí, Bloqueo no!, aquello, como decimos los cubanos, se cayó abajo. Y un aplauso y aclamación que parecía no tener fin, de una audiencia que apoya la justicia hacia Cuba, cerró la intervención.
Tenía mucho interés en saber cómo vieron el discurso algunos asistentes, traté de escogerlos entre estadounidenses promedio, para tener opiniones más espontaneas y llanas sobre este evento. Charles R. Klewin, empresario estadounidense de origen germano–irlandés sentado cerca de mí, me dijo “la posibilidad de ver y escuchar al presidente cubano es un gran privilegio, es una demostración de su mente abierta y desprejuiciada. Estoy completamente en contra del embargo, que es una política absurda e injusta. Nos han vendido a Maduro como una persona mediocre, pero nada de eso, me siento muy feliz que haya venido y poder escucharlo, me impresionó mucho”.
Mary L. Porfido, investigadora científica en el campo de la biología molecular, expresó que “la visita del presidente Miguel Díaz – Canel manifiesta la disposición de Cuba de tener buenas relaciones con mi país, ahora este debe devolver el gesto. El embargo contra Cuba es simplemente un crimen, y hay que terminarlo de inmediato, apoyo el derecho de Cuba a tener el gobierno que quiera y una cultura nacional independiente. Me impresionó mucho ver al presidente Maduro, lo que no estaba en el programa. Hay que detener la agresión contra Venezuela”.
Mientras, Sarah P. Nuland, actriz y directora de teatro se mostró “muy impresionada con el discurso del mandatario cubano y con la presencia de su esposa, lo que demuestra el creciente papel de las mujeres en la sociedad cubana. El Embargo es simplemente un crimen, no nos basta con torturar prisioneros, también queremos torturar a un país de 11 millones de personas”.
Una niña de 9 años, Katie Myer, hija de un analista político, expresaba “tomé muchas fotos para enseñárselas a mis compañeritos de aula. Quiero ir a Cuba, me agradó mucho lo que dijo el presidente Miguel, aunque algunas cosas se me escapan, hay palabras que no conozco, pero si sé que él es honrado y que dice la verdad. Maduro es muy alto y expresivo, me gustaron muchos sus gestos y expresiones”.
La pediatra Evelyn McHugh dijo estar muy emocionada por “ver médicos estadounidenses graduados en Cuba, vinimos a ver a un gran presidente y tuvimos a dos grandes. Ni siquiera cuando fui a ver un discurso de Bernie Sanders, vi tanta emoción de la gente. Muy demorado el proceso de entrada (II) pero valió la pena. Ver a Díaz–Canel y adicionalmente a Maduro es un excepcional privilegio. ¡Abajo el Embargo anticubano! ¡Paren la agresión contra Venezuela!”
Terminado el acto, marchamos de regreso con la convicción de haber sido testigos de un momento trascendental para la derrota del cruel Bloqueo y en general de un gran impacto para el futuro de la relaciones entre ambos países. Muy impresionante la llegada imprevista del presidente Maduro representando a la hermana Republica Bolivariana de Venezuela. También persuadidos de que el futuro de Cuba está en buenas manos. ¡Muchas felicidades presidente Miguel Díaz–Canel!
Notas
- (I) “Ready to fight for Cuba,” The New York Times, May 3, 1893. p. 1
- (II) Hubo una gran demora por parte de los servicios de seguridad estadounidense, registrando bolsos de mano, chaquetas, etc. y la espera se demoró mucho más de lo planeado.