El amor a la tinta por tradición familiar (+Fotos)

Reynaldo sentado frente a una de las viejas máquinas de linotipos //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Reynaldo sentado frente a una de las viejas máquinas de linotipos //Foto Eliexer Pelaez Pacheco

Manzanillo. Febrero 3.- Si hay un centro que guarda una rica historia cultural literaria en esta ciudad es la vieja imprenta El arte, una institución que aún vence los obstáculos del tiempo para mantenerse laborando.

Sus vetustas máquinas, que ya cuentan de más de 100 años según el testimonio de sus trabajadores, fueron testigos de la creación de las artes gráficas en la ciudad desde siempre, y tuvo el privilegio de ser la sede de la revista Orto y del Grupo Literario de Manzanillo.

Imprenta El arte de Manzanillo //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Tarja que señala a la imprenta de Manzanillo como un sitio histórico //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


Pero hoy no quiero hablar de su rica historia cultural porque no me alcanzaría el tiempo, pero sí voy a reflejar cómo un oficio se puede convertir en tradición familiar por muchos años.
Entre tinta, papel, cartón y el sonido de los equipos, encontré cómo se conjuga la juventud y la experiencia en este viejo edificio, necesitado por cierto de una amplia reparación, que pueda detener a tiempo su triste deterioro, el cuál ya es visible en las paredes y el techo.


Pero lo más significativo es que todavía allí se puede encontrar la muestra de cómo un oficio se puede transmitir de generación a generación.


Así por ejemplo Reynaldo González Caballero, un hombre de 53 años, quien es linotipista A, lleva más de tres décadas ejerciendo esta labor. «Mis padres siempre se movieron en este mundo gráfico y desde pequeño yo venía con mi papá quien me traía siempre, aquí vi todo aquel mundo gráfico que era muy bonito.

Reynaldo González Caballero //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
En la imprenta se conjuga la experiencia y la juventud //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Reynaldo se inició en esta labor por su padre //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


Conocí a toda aquella generación de gráficos que eran excepcionales, en verdad eran estrellas, como Jorge Sam Mesa, Ventura Hernández, Arturo Tamayo, Juvencio Guerrero (hijo), José Aguilera, Saborit, todos aún viven; y por su puesto mi papá que ya falleció Víctor González Montero, quien era encuadernador y el que me inspiró en esta labor.


Aquí se han dejado de hacer varios trabajos que ya hoy no se hacen, pues ahora somos una imprenta que podemos ajustarnos a determinados modelos acorde a las posibilidades que tenemos. No podemos competir con el mundo moderno ya que los sistemas de impresiones han cambiado mucho.


A esta imprenta la mantiene viva la historia, ya no tenemos asesoramientos mecánicos ni técnicos, pero gracias a los conocimientos de lo que hemos aprendido logramos atender a estos equipos para que se mantengan vivos.
A mí en lo particular me gusta lo que hago, amo este trabajo porque lo conozco a fondo, este es un mundo bonito.

Cuando yo entré aquí en 1988 esta imprenta era una maravilla, tenía una cobertura nacional pues empresas de la capital cubana venían a Manzanillo a realizar trabajos con nosotros por la calidad, la rapidez y la seguridad que había en garantía de lo que se hacía».


Otro manzanillero que llegó aquí por tradición familiar es Maidel Vázquez Barrio, operario de una de las máquinas de impresión de esta entidad. Este hombre de 43 años dice que empezó a trabajar aquí «por mi padre que también me trajo a conocer este mundo. Así le dimos continuidad a lo que había empezado mi abuelo que trajo a mi papá y este me motivó a mí.

Maydel Vázquez Barrio //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
La juventud es la continuidad de esta labor //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
La juventud mantiene laborando las vetustas máquinas //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


Aquí como operario imprimo distintos modelos que creamos en la unidad. Para mí significa mucho haber dado seguimiento a nuestra tradición familiar y me siento bien aquí trabajando».


Al valorar el significado que tiene el vínculo que se ha logrado aquí entre la juventud y la experiencia para poder garantizar la continuidad de la imprenta, Vázquez Barrio expresó que «es muy bueno porque esto ha sido patrimonio, además permite transmitir los conocimientos de generación a generación, y juntos hemos ayudado a varias empresas en lo que necesitan, porque lo cierto es que aquí no hay otra entidad que produzca los tipos de modelos que aquí tiramos y por lo menos ayudamos a la provincia y al municipio».


En este combinado de arte gráfico de Manzanillo laboran unos 10 obreros y al frente de ellos se encuentra Argelio Arceo Fonseca, su administrador. Este hombre valora a su colectivo «con un sentido de pertenencia grande y que se enriquece con la incursión de algunos jóvenes que se nutren de la savia de los que ya peinan canas y todos logran formar un buen colectivo.

Argelio Arceo Fonseca //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


Gracias a ese vínculo entre la juventud y la experiencia se está trabajando, gracias también a la inteligencia y al conocimiento de los que más tiempo llevan aquí. Nuestra tecnología lleva más de 100 años de explotación y verla aún trabajando por el empeño de todos es digno de admirar.
Acá hace alrededor de dos años que no contamos con un mecánico, pues este falleció, y desde entonces todos, los jóvenes y los de mayor tiempo ayudan a reparar sus equipos, o buscan soluciones en el municipio para que no se detenga la unidad».


En tiempos complicados como estos, los obreros tienen que vencer muchos obstáculos para la búsqueda de la materia prima que escasea mucho. «Es difícil en el período de la pandemia esta producir, sobre todo la escasez del papel que sabemos hay dificultad en el país.


Es un reto realmente para los trabajadores mantener la vitalidad del taller sólo con un por ciento de la capacidad. Traemos materia prima fundamentalmente de Las Tunas, también de Palma, Santiago de Cuba, y contamos además con la colaboración de Holguín, de los poligráficos de Bayamo, y así hemos logrado que se mantenga laborando la entidad», dijo Argelio.


Este es uno de los centros que no detuvo sus funciones durante el embate de la actual pandemia que enfrentamos y desde el principio se tomaron algunas estrategias. «Tuvimos que reducir nuestra capacidad de trabajo a un 30 por ciento porque era muy difícil conseguir la materia prima y la transportación. Después de un llamado se empezó a trabajar a un 70 por ciento y convocamos al personal que estaba afuera y aún lo mantenemos», señaló el administrador de unidad que pertenece a la empresa Dione Artesanía Industria.


Un poco antes de marcharme de este lugar llegaba hasta allí Raúl Ríos Junco, un veterano que entregó 45 años de su vida a la labor de esta imprenta y que retirado de su vida laboral ahora, aún extraña el olor a tinta y el sonido de estas viejas máquinas, por eso casi todos los días viene hasta aquí para estar al lado de su antiguo equipo de labor una vetusta impresora Heidelberg, y para saludar a sus antiguos compañeros de trabajo, además de conocer y guiar a los más jóvenes.

Raúl Ríos Junco //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


«Para mí fue un gran honor haberle servido 45 años a esta imprenta y a la Revolución, toda una vida me he dedicado al trabajo pues no hay cosa mejor que ofrecer la vida al trabajo», dijo este hombre que comenzó a laborar desde los 19 años y hoy ya celebra 66 abriles.


Este impresor tipográfico no pierde la oportunidad de cada vez que llega acá de pararse frente a su máquina Heidelberg, «el mejor equipo que había aquí», dice con la mirada puesta en el ayer, y me confesó que extraña su tiempo de trabajo aquí porque «usted no sabe lo que son ofrecer 45 años a este lugar. Yo vengo a cada rato, le doy una vuelta a los compañeros, los saludo, y si hace falta cooperar en algo en cualquier máquina les ofrezco mi ayuda, y al compañero que está al frente de mi antigua máquina, que no la conoce bien, siempre le doy una mano para que se vaya adiestrando mejor».


Del vínculo entre juventud y experiencia en este lugar Raúl dice que «ahora que se ve poco personal aquí, y son pocos los jóvenes que tenemos, pero pienso que las perspectivas sean en el futuro buenas», destacó Ríos Junco.


Así entre recuerdos de las tradiciones familiares y el intercambio de experiencias transcurrió mi visita a este centro que gracias a la voluntad, el ingenio y el sentido de pertenencia hoy todavía se mantiene funcionado a pesar de las dificultades y el paso de los años de sus centenarios equipos.


Entonces Argelio, su administrador se despidió diciendo que «mientras que esté este colectivo siga, y que haya algunos jóvenes que pienso que esté la continuidad garantizada, debe existir imprenta por un poco de años más», dijo Arceo Fonseca.


Para este redactor considero además que para que haya imprenta por mucho tiempo, en el territorio debería existir más atención a este centro, donde las autoridades competentes se encarguen de transformar su deteriorada imagen, pues es una lástima que se pierda un sitio como este en Manzanillo cargado de tanta entrega, pasión, dedicación y sobre todo de una rica historia y tradición cultural y social del territorio.

La juventud es la continuidad de esta labor //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Las vetustas máquinas tienen más de 100 años y aún se mantienen trabajando //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Aún se mantienen trabajando las máquinas de más de 100 años //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
El arte gráfico se mantiene vivo en la imprenta El arte //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
La juventud es la continuidad de esta labor //Foto Eliexer Pelaez Pacheco

2 comentarios en “El amor a la tinta por tradición familiar (+Fotos)

  1. Excelente trabajo que debiera motivar a las máximas autoridades del municipio y la provincia a mirar con más cariño a un sitio como éste. En «El Arte», se imprimió la revista Orto que el próximo año cumple 110 años y aquí se reunía el Grupo Literario de Manzanillo que en septiembre arriba a sus cien años de creado. Aquí se publicaron importantes títulos de autores de varios puntos de la geografía cubana.
    Hoy nos debía llenar de tristeza a todos las condiciones en que se encuentra este sitio y lo poco, o nada, que se hace por recuperarme y con su recuperación, lograr que Manzanillo se convierta de nuevo en un hervidero literario como lo fue en la primera mitad del siglo XX.
    Pensemos y actuemos. Es hora de dignificar el oficio de los entrevistados y sumar en este empeño a los escritores e intelectuales de la ciudad de Sariol, Luis Felipe, Navarro, Epifanio Sánchez, Julio Girona, Aza Montero, Ángel Cañete, Galiano Cancio, y muchos otros.

  2. Amigo Ángel, gracias por el elogio al trabajo, y es cierto lo que usted dice, sería muy bueno que otros ojos miraran con los deseos de mantener este centro vivo, único que se mantiene, y que tanto prestigio hoy tiene en Manzanillo. Ese fue el sentimiento que me llevé una vez que abandoné el lugar pues sus comprometidos obreros, en sus palabras durante nuestra conversación, casi imploraban una mejor atención al sitio que hoy demuestra un deterioro creciente. Ellos miran con tristeza cómo muchos de sus logros por la entregra y la innovación para mantener funcionando las vetustas máquinas, a veces están en peligro pues las tienen que mover de los lugares por las constantes filtraciones del techo. Incluso esto puede provocar las roturas de los equipos. Tengo fe que alguien se haga vocero y nos ayude a mantener la tradición del sitio. Por lo pronto le envío una felicitación a los trabajadores de esta imprenta y mis respetos por tanto compromiso, para mí son unos verdaderos héroes de la tinta y el papel.

Los comentarios están cerrados.