El Save en el barrio

«Buen trato, son muy limpios para cocinar y exquisitos los alimentos que venden; realmente es una opción útil para nosotros, a quienes nos acercan estos productos y nos facilitan la vida», comenta María Hidalgo Montero, habitante del reparto Taíno en la ciudad de Manzanillo, sobre las ofertas gastronómicas que llegan por estos días al barrio.

Satisfecha con su compra, por la que aguardó un poco a la espera de su cocción, asegura: «soy una de las clientes fijas, casi todos los días compro sus almuerzos y disfruto el sabor de su cocina».

El colectivo del restaurante El Save es el que genera estos criterios extendidos entre los vecinos de la demarcación, quienes hace alrededor de un mes disfrutan ininterrumpidamente de las propuestas alimenticias que a su vista se elaboran.

María Hidalgo era la primera para comprar las ofertas de El Save// Foto Denia Fleitas Rosales
Larvis Antonio Bello, trabajador de 55 años, agradece el beneficio que representa la oferta gastronómica en los barrios// Foto Denia Fleitas Rosales

«Es de mucho beneficio para nosotros, porque como está la situación económica actual esta iniciativa del gobierno local y de la gastronomía es especial; tenemos más facilidades con sus precios accesibles y más para el trabajador que ya puede comprar los alimentos elaborados y sólo queda consumir», valora Larvis Antonio Bello, trabajador de 55 años.

El incremento del riesgo de transmisión del virus de la COVID-19 en la ciudad del Golfo de Guacanayabo conllevó a la búsqueda de alternativas que acercaran alimentos básicos a la población y contribuyeran a la disminución de la movilidad en el centro urbano, así se apeló a la estrategia de distribuir las unidades por zonas para cumplir tal propósito.

«Estamos enfrentando a la pandemia, la población necesita de nosotros y los trabajadores prestamos nuestro servicios al pueblo lo más próximo de casa posible, es nuestro aporte a la batalla contra la COVID-19», expresa María Rodríguez Pérez, especialista de la Empresa municipal de Gastronomía.

María Rodríguez Pérez, especialista de la Empresa municipal de Gastronomía, comprueba la labor de los gastronómicos// Foto Denia Fleitas Rosales

«Tenemos insertados a nuestros centros en todos los barrios, desplegados como puntos de ventas de alimentos para llevar, en carpas, y desde que comenzamos hace tres meses en esta modalidad nuestras ofertas son de mayor demanda.

«Igualmente nos sumamos a los vacunatorios para facilitar las meriendas al personal sanitario que inmuniza a los manzanilleros con Abdala».

Al frente de la Unidad Silvícola, en áreas del reparto Taíno, está dispuesta la carpa de rojo color donde dos dependientes, una cajera, lunchero, tres cocineros y fregador del restaurante El Save, en un turno de 7 de la mañana a 1 de la tarde, como ellos mismos dicen: «de domingo a domingo», conquistan el paladar de los vecinos.

«Llevamos nuestro servicio a la comunidad, y elaboramos frente a la población toda la comida que podamos para que vean que lo estamos haciendo y cómo, tanto los desayunos y meriendas como el almuerzo, con variedad de platos, los primeros alimentos ligeros y fiambrerías, y el segundo con predominio de los arroces y caldos, de alta aceptación entre los comensales», plantea Leonardo Castillo Ávila, subadministrador de El Save.

«No todos los ofrecimientos son de alto nivel, para propiciar los bajos costos y que la mayoría pueda acceder a nuestros precios, que hacen que un almuerzo medio cueste entre 15 y 17 pesos cubanos».

Foto Denia Fleitas Rosales
Ermida Guerra atiende a los clientes con esmero y cuidados higiénicos máximos // Foto Denia Fleitas Rosales

Con extremo cuidado de las medidas de bioseguridad el colectivo hace de sus ofertas una ineludible opción, que a diario alcanza ventas ascendentes a las 150 raciones por variedades.

Ermida Guerra Portales, capitana de salón y ahora en función de dependiente, expresa la satisfacción de contribuir con el pueblo, «pues les ofrecemos la forma de acceder a los alimentos sin deambular en la calle, cocinados con toda la higiene y amor, lo que vuelve maravillosa la experiencia tanto para nosotros como para ellos».

«Aunque estamos acostumbrados a salir de la unidad para donde sea necesario, las condiciones son complejas porque estamos cocinando con leña, apelando a lo tradicional, pero aquí estamos, con sacrificio y dedicación, para que cada comida tenga exquisitez», refiere el lunchero Frank Miguel Carbonell.

La elaboración de los alimentos se realiza a la vista de todos // Foto Denia Fleitas Rosales

A lo que agrega Rafael Arias Guisado, cocinero con 30 años de labor gastronómica, aún sosteniendo el inmenso caso con el que constató el punto de cocción del hirviente potaje de chícharos: «lo hacemos por el pueblo, por la Revolución, por el país, es nuestra manera de contribuir a vencer la pandemia».

Y se le reconoce esta labor desde el agradecimiento profundo de los manzanilleros como la anciana de 80 años Gregoria Benedita Pérez Guevara, que vive sola y «compro el plato fuerte, el potaje o la sopa para mojar el arroz que preparo en casa y, con una ensaladita, resuelto el problema de almuerzo y comida; ya no tengo que gastar electricidad ni en especias, que sería más costoso».

La oferta de El Save y la estrategia de venta en los barrios, según comenta Maikel Morilla, a la espera de su turno, «está bien pensada para la familia humilde, que tiene esta opción de buenos precios y variedad respecto a los del mercado informal, de comida bien hecha y cerquita de casa para cuidarnos de la pandemia».

Gregoria Benedita Pérez Guevara agradece la labor de el Save