Mirando cómo va el mundo y los avances tecnológicos, me remontaba a mi etapa de adolescencia, cuando el Teatro Manzanillo reabría sus puertas luego de tanto tiempo cerrado al público, una joya de la arquitectura manzanillera y cuartel general del buen arte.
Recuerdo que en ese momento era un lujo ir a disfrutar de una puesta en escena, la elegancia y el buen vestir eran fundamentales para poder acceder a ese coliseo, algo que lamentablemente se ha perdido y ya no importa el atuendo que se utilice, cosa que a mi criterio debería rescatarse.
Poder ver y sentir bien de cerca las actuaciones de grandes artistas nacionales y locales emocionaba, te adentraba en un mundo insólito en el que sentías que cada movimiento, cada gesto, era como si lo estuviera haciendo el espectador.
Cierto es que el arte de las tablas es antiguo, para muchos jóvenes pasado de moda, pero no deja de ser fascinante, de trasmitir sentimientos y de emocionar el sonido de los pasos de sus actores en el tablado.
Manzanillo es una ciudad que pare teatristas, y de los buenos, de primer nivel y con reconocimientos internacionales, la tradición viene desde antes del grito independentista; el mismo Carlos Manuel de Céspedes fue actor protagónico en la obra inaugural del teatro principal de la ciudad.
El teatro es una de las actividades culturales más antiguas del mundo y reviste gran importancia para la comunicación y las relaciones sociales.
Ahora bien, ¿por qué no fomentar la cultura teatral a los más jóvenes? No solo de actores, sino de espectadores. ¿Por qué no presentar obras que identifiquen y se relacionen más con los intereses de la juventud que consume productos audiovisuales por Internet?
Son interrogantes que deberíamos mirar con ojos de solución; la educación artística no debería ser una asignatura solamente, sino una aliada que enriquezca el acervo cultural para las nuevas generaciones.
En nuestros teatros deberían de existir más opciones para los que aún disfrutamos de este arte y potenciar otras con atractivos que atrapen la atención y eduquen a los más jóvenes.