Manzanillo. Noviembre 12.- Un eterno enamorado de la radio de Manzanillo lo es sin lugar a dudas el experimentado locutor Tomás Ernesto Martínez Robles, quien ya goza de su jubilación laboral en la tranquilidad del hogar.
Como pretexto del aniversario 88 de la radiodifusión manzanillera fui en busca de su historia de vida, y lo encontré presto a interrumpir sus labores para conversar sobre la huella que ha dejado en él la posibilidad de formar parte de más de la mitad de los años de la existencia de la emisora local.
En su encuentro conocí que descubrió la radio de manera casual siendo un adolescente, a mediados de la década de los años 60, al escuchar el sonido que salía del radiotocadisco que existía en su casa; conoció la magia que surgía de él.
Desde entonces se enamoró del medio, y aunque estudió en un primer momento música, el bichito de la curiosidad lo picó para atraparlo para siempre y convertirse en el eterno enamorado de su novia, la radio.
Primero se bautizó como locutor aficionado, luego vendría sus evaluaciones como director, escritor, y hasta se convirtió en el jefe de programación de la planta y su director por 10 años. Aunque ya está alejado de los micrófonos por estos días, sólo por el momento porque piensa regresar, él siente que continúa siendo parte activa de esta familia.
El maestro, como le llamo, tiene el honor de ser Premio Nacional de la Radio 2018, y el privilegio de convertirse en el primer profesional de emisoras municipales en ostentar tan alto galardón.
A 88 años de una tradición que Radio Granma defiende, Tomás Ernesto Martínez Robles envía un mensaje a las nuevas generaciones de creadores de esta emisora, que no sólo la cuiden, sino que velen por su contenido, porque “la radio en Manzanillo tiene el sonido y el corazón de los manzanilleros”.