Encuentro esperado: Médicos y enfermeros cubanos que regresan de Lombardía

Foto Radio Rebelde

La Habana-. Lamenté aquella tarde del 21 de marzo no acudir con mi grabadora a la despedida de la primera brigada cubana de la salud que en 57 años de colaboración médica cubana acudiría a Europa. Era una noticia. En el viejo continente, con tecnología biomédica de punta, demandaban la atención de los galenos de la Isla pequeña del Caribe, a los que el imperio vecino ha tratado de señalizar como esclavos y los necesitados del mundo han reconocido como los ángeles de batas blancas que tocan con sus manos las dolencias.

No fui a despedir a los 52 integrantes del contingente especializado en situaciones de desastres y graves epidemias que viajó a Lombardía. En los últimos 2 años y medio de mi carrera profesional me he perdido pocos recibimientos y despedidas de grupos de salud. Hay colegas que llamarían a estas coberturas fáciles y predecibles, sin embargo, pararse frente a un doctor o enfermero cubano a la hora previa del despegue es toparse con el sentimiento en estado puro. Palabras y miradas hablan de una esposa o esposo que queda al cuidado de los hijos, de una madre o padre orgullosos de la utilidad del hijo curador, pero más que nada sobresale el ímpetu altruista por acudir a salvar vidas y por qué no en menor medida se huele algo de temor, el mismo que los ayudará a cuidarse.

La brigada del Contingente Henry Reeve llegó a Crema, el 22 de marzo, ese día perdieron la vida 209 personas, 2 mil 168 en total, hasta ese momento, desde el diagnóstico de los primeros casos de la COVID-19.

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Vi en las redes el momento en que el Ministro de Salud cubano, Dr. José Ángel Portal Miranda, sonriente, susurraba palabras al Jefe del Grupo Dr. Carlos Ricardo Pérez Díaz, mientras le entregaba la bandera cubana. No se sabe cuál fue el mensaje, al menos allí no llegaron los micrófonos.
Segundos después de escuchar al líder de estos valientes me lancé a la hoja en blanco y plasmé:

“No van a curar un catarro común, van a verle la cara al virus que ha cobrado la vida de cerca de 10 mil personas (en ese momento), en solo 3 meses. Atrás dejan los hijos, las parejas en medio de una pandemia que también esta es su Isla. Son médicos cubanos que antes no temieron al ébola. Casi una guerra en la medicina…. Cuba ha estado al lado de los más necesitados, devolviéndole la visión a los que perdieron la esperanza de los colores, conteniendo la epidemia de cólera en Haití, tras el terremoto de Chile, de Ecuador y hoy van a Italia, a Lombardía, la región más afectada en la península de los volcanes. Este es el tipo de misiones que no se cumple por dinero sino por el sano orgullo de sentirse como lo diría el gran Comandante en Jefe de los cubanos, celosos guardianes de lo más preciado del ser humano, apóstoles y creadores de un mundo más humano.”

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En dos meses de duro bregar el personal sanitario cubano trabajó en 3 sitios, en el hospital principal de Crema, en otro de campaña y en una Residencia Asistencial con adultos mayores. En total brindaron cinco mil atenciones médicas, 3 mil 668 de enfermería y otorgaron 210 altas médicas.

El Dr. Grasciliano Díaz, uno de los más veteranos del grupo en declaraciones al Sistema Informativo de la Televisión Cubana manifestó que en la ciudad algunos los reconocen como espantadores del virus.

Esto es sin dudas es algo muy importante para nosotros y para la Salud Pública cubana. Dice la gente que actuamos como los Dioses, al llegar a este lugar, un poco que espantamos al coronavirus. Eso se logró gracias al trabajo unido y mancomunado de italianos y cubanos.

El pequeño italianito, Alessandro, disfrazado de doctor, en espera de los cubanos todas las mañanas a la salida del hotel, la entrega voluntaria para servir de traductores y guías de jóvenes italianos, la enfermera cubana radicada hace 20 años en Crema que no dudó en servir junto a sus compatriotas constituyen pautas de esta misión que fue la primera para muchos en la brigada, pero para otros, como el Dr. Grasciliano Díaz la oportunidad de decir nuevamente, cumplimos.

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Como al salir de Cuba todos hicimos un compromiso, de regresar vivos y sanos y gritamos a viva voz:

¡Hasta la victoria siempre! Hoy le decimos a nuestro pueblo, a nuestro gobierno, a nuestro país y a la Revolución cubana que cumplimos con nuestro compromiso. 

No fui a la despedida de la Brigada médica cubana que fue a Lombardía, pero fui otra cubana orgullosa que siguió cada detalle que la prensa reseñó sobre el quehacer de los compatriotas en tierras europeas. Hoy, espero con ansias pararme con la grabadora en la mano, frente un doctor o enfermero cubano, a la hora primera de pisar la Patria y descubrir en su mirada y palabras el deseo por un abrazo cálido del hijo, la pareja, los padres, además de ese estremecedor orgullo se saberse celosos guardianes de lo más preciado del ser humano, apóstoles y creadores de un mundo más humano.

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