Aquella madrugada del desembarco heroico del yate Granma por playas Las Coloradas dejó de ser historia para la joven manzanillera Yisel Campuzano de La Paz cuando hace dos años tuvo el privilegio de integrar el grupo de granmenses que reeditaron, como es tradicional, el arribo a costas y suelo patrio de quienes trajeron la libertad definitiva.
Con el orgullo de sentirse protagonista de una gesta invaluable y abrigar en la piel algo similar a lo que bullía entre los 82 expedicionarios de 1956, esta muchacha técnico-medio en gastronomía narra la experiencia y cómo influenció en su condición revolucionaria, ahora más apegada a los principios de la sociedad cubana.
“Como integrante de la Unión de Jóvenes Comunistas tuve la oportunidad de participar en el desembarco simbólico del aniversario número 62, conmemorado en el año 2018; fue una experiencia inolvidable, como volver a esa etapa, porque en la preparación, en las maniobras que hacíamos, vivimos en carne propia lo complejo de las condiciones de aquel suceso único, tan crucial para nuestro devenir”.
Con la emoción visible en el brillo de sus ojos, vuelve a esa alborada en la que vestida de verde olivo y arma en mano, en desafío incluso a sus propios miedos, tomó el lugar de quienes pensaron en el deber y en todo el pueblo, para surcar las aguas con la certeza de sus ideales.
“En ese instante recuerdo que sólo pensaba cómo esos 82 expedicionarios, y al frente de ellos nuestro invicto Comandante Fidel Castro, pudieron desembarcar en esa zona tan peligrosa, andar algunos hasta descalzos porque es un área fangosa, llena de raíces entrelazadas, mangles por todos lados, difícil incluso en estos tiempos”.
“Yo misma que no sé nadar resbalé sin darme cuenta, mientras caminábamos y, había un hoyo, pero nosotros teníamos a los buzos que nos apoyaron. Fue impactante sentirme con el agua hasta el cuello, protegiendo el fusil, sobreponerme al temor que me produjo el momento, y seguir, como lo hicieron ellos”.
“Y súmele que estos son otros tiempos, nuestros héroes estaban pendientes también a la presencia del ejército batistiano, porque se sabía ya, a raíz del alzamiento, que estaba previsto y estaban preparados para atacar a los expedicionarios, y por eso se dispersan, muchos se pierden, y otros caen en las primeras horas como Juan Manuel Márquez”.
“Fue una experiencia inolvidable, algo maravilloso, que yo exhorto a los jóvenes, comunista, de nuestra Revolución, que puedan participar, lo hagan; nada como sentir que sostienes en tus manos el peso de la historia, como quienes dieron la vida para que hoy nosotros seamos libres y tengamos esta patria preciosa que disfrutamos”.
“Cuidarla es un deber, combatir la subversión político-ideológica que nos acecha desde el gobierno de los Estados Unidos y esos pagados, como los del barrio San Isidro, quienes faltaron el respeto a la dignidad y principios nuestros, a la identidad, a los símbolos de la patria”.
De aquella aurora de luz y victoria del 2 de diciembre, Yisel afirma, “gané como ser humano, en defender más las conquistas alcanzadas por la Revolución, porque si ellos vivieron esos sacrificios para que hoy seamos libres, eso nunca se debe de olvidar”.
“Ser partícipe de ese desembarco simbólico, reeditar aquel amanecer de libertad como jóvenes continuadores de su legado y su ejemplo, nos impone el reto de seguir adelante y apoyar a la nación en todo, contribuir a su perfeccionamiento desde el esfuerzo de la mayoría, en Unidad; y le decimos a nuestro General de Ejército Raúl Castro y a nuestro presidente Díaz-Canel que aquí estamos los jóvenes, presentes, y vamos a seguir defendiendo todas las conquistas alcanzadas por la obra de la Revolución”.
De su primera vez sobre un barco, justo aquel que puso proa a la libertad de Cuba, contó a sus pequeños hijos, y habla hoy con voz encendida esta manzanillera.
“Nos fortalecimos y nos sentíamos quizás como aquellos que en esa fecha seguían las órdenes de nuestro Comandante invicto, de quien recordamos su partida física hace algunas jornadas pero conscientes que Fidel vive en el corazón de todos los cubanos, de todos los revolucionarios y del mundo entero; seguiremos su ejemplo”.
Aquella generación heroica perseveró en su propósito, “lograron el triunfo de la justicia y la soberanía, y nosotros nos debemos a ello”; de la misma forma en que se levanta cada 2 de diciembre el fusil y la bandera en mañana de evocación, ante la obra extraordinaria de los 82 expedicionarios, toca a la juventud de hoy alzar el corazón y sacrificio por la Patria.