Cristian, Luis Carlos, Jennifer y Juanita comparten una misma realidad, habitan un mismo espacio, integran una misma familia. En una casa del Reparto Nuevo Manzanillo tienen su hogar, ese que por obra de la sociedad y la Revolución Cubana, suple aquel del que les privan ciertas circunstancias de la vida.
Aunque no provienen del mismo vientre, se llaman hermanos y hacen de Lourdes Vegas Hernández una madre orgullosa de sus hijos, feliz de suplantar con amor las tristezas de la ausencia, de ser quien orienta, aconseja, educa, acaricia, abraza, en la casa para niños y niñas sin amparo familiar de Manzanillo.
Ellos también festejaron el Día Internacional de la Infancia, junto a otros niños y niñas, a jóvenes de la ciudad del Golfo de Guacanayabo que sintieron la necesidad de compartir allí las alegrías que les unen, como privilegiados, dentro de una sociedad donde se les protege por ser garantía del futuro.
Amigos, juegos, golosinas, colmaron el hogar promovidos por los representantes de las Organización de Pioneros José Martí y de la Unión de Jóvenes Comunistas del consejo popular número tres y del municipio.
Procedentes de diferentes centros laborales e instituciones como las escuelas primaria José Maceo Grajales y secundaria básica Hermanos Martínez Tamayo, el Hospital Clínico Quirúrgico Celia Sánchez Manduley, Fiscalía, Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), Comercio, los medios de prensa locales, llegaron invitados a su fiesta.
Y fueron ellos los portadores de los regalos, en particular del amor y la ternura para quienes viven allí en armonía, y se preparan para alcanzar sus aspiraciones; favorecidos por las legislaciones vigentes aprobadas por el Consejo de Estado y de Ministros en el decreto ley 76 de 1984.
Estas, estipulan la necesidad de contar con una red nacional de centros de asistencia social donde alojar y atender a menores de edad carentes de amparo familiar (huérfanos o abandonados), propiciándoles condiciones de vida que se asemejaran a las de un hogar.
Así, volvieron a dibujar sus rostros con sonrisas, sin importar que Cristian, el más pequeño (de siete años) proceda de Veguitas, que Juanita lleve pocos días de incorporada; que Jennifer y Carlitos, como le llaman a pesar de haber cumplido los 15, permanezcan en la casa hace 13 y ocho años, respectivamente.
Festejaron, además, la bondad de tener una gran familia, integrada por el colectivo de 23 trabajadores y cuatro enfermeras que día a día, sin descanso, velan por sus cuidados y bienestar, porque como asegura la máster en ciencias de la educación Lourdes Vegas Hernández: “han conquistado nuestros corazones con su cariño”.
Desde allí, sin dudas, construyen estos niños y adolescentes sus sueños, teñidos con el color de la esperanza, cimentados en el afecto y el compromiso de preservar a toda costa la integridad de las nuevas generaciones y la vida.