Germina la tierra de Enrique Vidal

Manzanillo. Mayo 13.- A Enrique Manuel Vidal De la Peña la tierra le brinda vida, a escasos metros del mar el espacio que siempre ha habitado le regala la exquisitez de sus frutos.

Aunque sorprendido a pocos instantes del anochecer, los últimos rayos del sol iluminaron de forma natural su rostro que aún protegido por la mascarilla expresa el regocijo de ver la riqueza del trabajo en los 315 metros cuadrados de su patio.

Este fundador de la Agricultura urbana en Manzanillo complementa su apego a la tierra con la labranza en el organopónico de Geocuba en esta localidad, donde es administrador, y el resto del tiempo lo ocupa en transformar su entorno de residencia por 59 años.

El ahí es una de las producciones que hoy tiene este manzanillero // Foto Denia Fleitas Rosales

«Esta área mi madre siempre la tuvo sembrada de yuca, y aprendí con ella a amar la tierra porque bien atendida nos da cuanto seamos capaces de proponernos; y lo hago yo también desde que tengo 14 años.

«Ají, cebollín, berenjena, 22 plantones de plátano macho, 30 de plátano burro y plátano fruta a partes iguales, son los que predominan hoy; pero los frutales se extienden por el terreno: mango, ciruela, naranja agria, aguacate, níspero, grosella, cereza, guanábana, uva, frutabomba, guayaba y ciruela china.

«Sin dudas es una fuente más de ingresos, pero fundamentalmente es la alimentación de la casa y la de enviarle a mis hijas y nieta que viven en Holguín; de lo que es hortalizas sólo tengo necesidad de comprar la yuca y el boniato, porque alrededor de la cerca también está sembrada la calabaza.

La noche intentó en vano ocultar los frutos del Patio de Enrique Vidal // Foto Denia Fleitas Rosales

«Todo el año me mantengo produciendo, con la colaboración de un amigo que se suma a estas faenas, y en ocasiones nos cogen las 10 de la noche trabajando ahí dentro.

«Sólo a finales del 2020 tuvimos una ganancia de cinco mil pesos con la lechuga, la remolacha, el cebollín, sembrados de forma intercalada; y así se logra con cada especie que según temporada llevamos al surco».

En sus propios canteros Enrique Vidal planta las semillas de cada producción que pretende desarrollar en su pequeña parcela, casi humedecida por las aguas del Guacanayabo que le han permitido «aprovechar la salinidad para el crecimiento de la remolacha, que de aquí han salido de hasta cuatro libras cada una».

La maduración se realiza de forma natural// Foto Denia Fleitas Rosales

El aprovechamiento de tres pozos de agua, una turbina, y los biofertilizantes elaborados por sus homólogos del Patio La Rosita le permiten mantener en buen estado su gama productiva, que a plena luz del día aunque resalta el verde típico se nutre de la diversidad de colores de los frutos.

Enrique agradece el apoyo de su esposa, recuerda cómo una de sus hijas caminaba detrás suyo sembrando el grano cuando pequeña, y asegura su deseo de seguir bajo el sol con camisa y sombrero, extrayendo de la tierra sus ganancias.

«Aquí hemos sembrado berenjena, pepino, quimbombó, frijol de ensalada, todo lo que pueda intercalar y aprovechar su época; además, tenemos plantas medicinales como el tilo, tapón, mastuerzo, albahaca, reseda.

Aprovechar el mango de su patio es otro de los beneficios afirma Vidal // Foto Denia Fleitas Rosales
Las plantas frutales como esta uva están cargadas a la espera de su maduración// Foto Denia Fleitas Rosales

«Estamos pensando incursionar en el futuro en la cunicultura, y seguir potenciando la elaboración del vinagre, que en mi caso lo hago con frutas ácidas como la ciruela china.

«Y agréguele que al tener casi todas las frutas que se le echan al aliñao para dar la bienvenida a los hijos, pues no puede faltar en casa un sorbo de esa bebida oriental.

«Aunque me siento satisfecho queda por hacer y enseñar los conocimientos que tengo a quien lo necesite; pues hay que producir más ahora, teniendo en cuenta el llamado que nos han hecho, en el hombre está el esfuerzo y la tierra responde».

La noche ya avanza y el fresco del mar estremece las hojas de sus plantas, Enrique descansará para recobrar energías, y como en cada jornada la tierra esperará por sus manos ávidas de trabajo, y el disfrutará el placer de verle germinar.